5 recomendaciones para familiares que padecen cáncer. ¿Cómo reaccionar ante la quimioterapia?

El enfermo o convaleciente de cáncer no es el único que sufre o tiene miedo, sus familiares y seres que lo aman también están desconcertados, tienen miedo y con frecuencia no saben cómo ayudar y reaccionar ante el padecimiento mortal.

Emma E. Sánchez

Ser diagnosticado con cáncer, de cualquier tipo, es una noticia que detiene el tiempo. Padecer cáncer paraliza la vida, e inclusive puede llegar a colapsarla. El enfermo pasa por varias etapas y va viviendo la enfermedad, el tratamiento y, finalmente, el desenlace de su afección en una “montaña rusa” de numerosos sentimientos y contradictorias emociones. Todos los reflectores en un instante se centran en él, se convierte en el gran protagonista de esta historia, pero, como en toda escena de la vida, también hay otros actores, secundarios, pero cuya ayuda, participación y actitudes son tan importantes como la cura misma.

En muchos casos, los familiares deben de recibir atención médica y psicológica de especialistas, pues ellos mismos están enfrentando, de manera indirecta, la enfermedad misma. Una de las etapas más complejas, contrario a lo que pudiera pensarse, no es el inicio del proceso, sino más bien los tratamientos, las cirugías y quimioterapias, esto es lo que más desgasta y agota a los familiares, generando conflictos y tristezas innecesarias.

A continuación te presento cinco recomendaciones para que juntos, como familia, puedan enfrentar y salir delante de este desafío:

1. El riesgo de enfermarse

Una de las primeras inquietudes del enfermo que recibe la quimioterapia es enfermarse, porque sabe que su sistema inmunológico se debilita cada vez que va a la quimio, o enfermar a otros.

Los parientes y amigos han de guardar las medidas de higiene recomendadas por los médicos: cubrirse la boca, no toser frente al enfermo y cuidar todo contagio. Por otra parte, los visitantes y cuidadores no deben de usar el baño del enfermo, pues las secreciones posteriores a la quimio pueden ser muy agresivas a la piel de cualquier persona.

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El enfermo debe saber que la familia se cuida y lo cuida, que las demostraciones de afecto son posibles con seguridad, y que no hay razón para avergonzarse por los olores, las secreciones o el “no verse bien o presentable” para las visitas.

2. Preparar el terreno

Todo lo bueno es mejor cuando tenemos la preparación para entenderlo y actuar de manera eficiente. Si se ha optado por la quimioterapia, es importante comenzar a hacer los arreglos físicos que el hogar requerirá para recibir a nuestro familiar con comodidad e higiene después de sus tratamientos. Una habitación reservada únicamente para él, con baño, de ambiente acogedor y con aquellos objetos que la persona disfruta, fácil de ingresar y fácil de limpiar.

Entender lo que sucederá y hablarlo con franqueza y practicidad ayudará a tomar mejores decisiones.

3. Trabajo en equipo

Cuidar de un enfermo nunca será tarea sencilla. La familia debe reunirse y hacer a un lado recriminaciones, culpas y enojos que pudieran existir y tener la disposición de trabajar juntos. Se debe ser sincero y no forzar a nadie, pues habrá quien pueda, otros no; habrá quien quiera y quien no; obligar y exigir algo en momentos complejos sólo genera luchas que estresan al enfermo y afectan su recuperación. Hablen e incluyan tanto como puedan al enfermo, no lo anulen, pues no está muerto ni sus facultades afectadas. Piensen que la persona no quiere ser una carga y debe participar tanto como pueda para saberse y sentirse útil, amado y necesario.

4. Miedo, enojo, cansancio…

…Frustración, tristeza y muchos sentimientos más pueden aparecer, y todos son válidos. Malo es no expresarlos y guardar resentimientos. Cuando se trata de algún padre enfermo, los hijos pasan por muchas situaciones personales que deben superar; si se trata de un hijo pequeño, los sentimientos de impotencia aumentan y los conflictos en el matrimonio aumentan. Hay que hablar, ser tolerantes y humildes e inclusive, considerar ayuda profesional para salir adelante.

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5. El gran secreto

En lo personal, puedo decirte que jamás me ha gustado la frase “perdió o ganó la batalla contra el cáncer”. Desde mi perspectiva, de una o de otra manera, siempre se gana la lucha, y ¿sabes por qué?, porque si nuestro familiar fallece estará libre del dolor y de las cosas que le afligen, la familia tendrá una oportunidad de unirse; y si vive, los que lo rodean serán mejores personas y se volverán más agradecidos por cada minuto en este mundo.

En mi experiencia personal he descubierto que el cáncer nos ayuda a todos a poner nuestras vidas en orden y a perdonar, para bien vivir o inclusive para bien morir.

El gran secreto es aceptar lo que tenemos y hacer lo mejor que podamos con ello. Tener a un familiar enfermo o ser el enfermo nos da la oportunidad de ver la vida con otros ojos, y aunque no lo creas en este momento, a ser mejores personas, a amarnos más y a tratarnos con mayor consideración y afecto.

El cáncer no es una declaración de muerte, es una invitación a vivir mejor.

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.