Cómo tener una discusión sana y no cortar la relación de pareja en el intento

El éxito en el matrimonio es el resultado de una combinación entre paciencia, perdón, amor, buen humor y perseverancia.

Erika Patricia Otero

Una pareja feliz no es aquella donde no hay ningún tipo de problemas. Un matrimonio sin problemas es una unión yerma y colmada de desinterés.

Puede sonar a ironía, pero la realidad es que los matrimonios sanos pelean, se disgustan y se reconcilian. Es natural que en las pareja hayan discusiones; la razón es que tratan de acoplarse, entenderse y resolver sus inconvenientes. Si bien las discusiones llevan a la pareja a encontrar soluciones, no todas las maneras de discutir son conciliadoras y llevan a la solución de los problemas.

¿Por qué razón pelan las parejas?

Pues depende mucho de las partes. Algunas parejas tienen problemas debido a la intromisión de terceros en sus vidas. Otros más tienen problemas por cuestión de dinero. Algunas otros matrimonios batallan a diario por cuestiones de encuentros íntimos. También hay parejas que pelean porque no se ponen de acuerdo en la manera de criar a los hijos.

La situación es que muchas parejas se enfrascan por años en estos problemas y terminan distanciados. Como consecuencia puede llegar la infidelidad, el desprecio y el enfriamiento de la relación. Lo triste es que estos problemas surgen por el orgullo, por no saber conciliar y no ceder ante los deseos de tener la razón.

Errores comunes en las discusiones de pareja

Uno de los grandes problemas al mantener discusiones con la pareja es el deseo de tener la razón. Los deseos de ganar surgen por el exceso de orgullo del que muchas personas son dueños. Lo peor de todo es que pueden saber que no tienen razón y aún así no ceden terreno. La cuestión es que sienten que si le conceden a la pareja la razón, están demostrando debilidad.

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En una pareja, lo último que debería existir es esa necesidad de competir; antes bien, lo que más necesita un matrimonio es saber escuchar al otro, hallar un punto medio y seguir creciendo como pareja.

Otro error grave de las discusiones de pareja es la crítica destructiva. A ver, no todas las parejas que discuten terminan destruyéndose a palabras malintencionadas; pero muchos sí. Esa manía de señalar de forma mordaz los defectos del otro, daña como no imaginas a la persona que dices amar y a la relación.

Criticar a la persona que amas es terrible porque lo que estás cuestionando es su valor como ser humano. Todos tenemos cualidades y defectos, con algunos de los segundos es más fácil lidiar; sin embargo, con otros no lo es tanto. Como sea, no es motivo para descalificar todo lo bueno que es tu cónyuge por una nimiedad.

Otro de los grandes problemas al discutir, es caer en la tentación de descalificar a la pareja. La descalificación surge cuando se desea “desarmar” a la otra parte y que se quede sin argumentos para defenderse. Lo que esto ocasiona es la pérdida paulatina del afecto y el respeto con el cónyuge.

El secreto para tener discusiones sanas y seguir amándose como al principio

En realidad son varios puntos los que ayudarán a las parejas resolver sus problemas de forma sana.

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1 Estar abierto a escuchar lo que el otro piensa de la situación

Puede ser que te sientas muy molesto, pero enojarse solo empeorará las cosas. Lo más adecuado es estar abierto a lo que tu pareja dice. Si ambos aplican este principio podrán encontrar con rapidez la solución al problema que estén abarcando en ese momento.

Tratar de ganar una discusión jamás acabará en buenos términos, por eso lo mejor es que le pidas a tu pareja que te escuche y luego escucharle.

2 Sé claro en tus apreciaciones

Nada ganas con reproches; lo mejor es que vayas al grano, Sé preciso en lo que deseas que el otro comprenda. Si te molesta que sus amigos pasen mucho tiempo en casa, dilo sin rodeos, con tacto, pero sin evasivas ni comentarios indirectos.

Tampoco esperes que tu esposo interprete tus estados de ánimo. Los hombres son directos y es la manera como entienden las cosas. Nada prolonga más un problema que esperar a que tu pareja comprenda tus indirectas.

3 No huyas de las discusiones

Hay cónyuges que apenas ven acercarse una discusión, se encierran en sí mismos y no emiten ni un solo sonido. Esa actitud hace que la pareja que intenta dialogar sienta impotencia y quiera gritar para ver si así si gana algo de atención.

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La actitud de volverse como un muro es una señal de la pareja empieza a cumular resentimiento. Este surge cuando quien se bloquea recibe malos tratos por mucho tiempo.

La solución para este tipo de actitud es perdonarse mutuamente por los daños ocasionados. Demostrando que eres la razón de ese bloqueo y que sabes que le dañaste, podrás hacer que tu pareja se abra a dialogar.

4 Conservar la calma

Este es un camino sencillo cuando comprendes que perder el control sobre ti mismo no lleva más que a empeorar las cosas. Es cuestión de hallar el momento correcto para hablar de lo que está fallando. HABLAR, esa es la clave, justo como lo haces con un amigo.

Ahora bien, si eres de las personas que pierden el control rápidamente, lo mejor que puedes hacer es pedirle a tu pareja un poco de tiempo y espacio para poder tranquilizarte. Cuando ya lo consigas, pide a tu pareja conversar sin armar un conflicto; solo es cuestión de poner lo que se quiere remediar de forma clara y conseguir la solución.

Por último, solo puedo decir que la razón de lo que sea que intenten solucionar no la tiene ninguno de los dos, la tiene ambos; es cuestión de que aprendan a descubrirla sabiendo discutir y jamás dejarán de amarse a pesar de ser tan diferentes.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.