Este pediatra recibió de sus pequeños pacientes una importante lección de amor a la vida

Estos niños te darán una grandiosa lección de amor a la vida

Erika Otero Romero

Una de las situaciones más difíciles para un padre es saber que su hijo tiene una enfermedad de carácter terminal. Sea la enfermedad que sea, saber que un hijo tiene muchas posibilidades de morir y que poco o nada se puede hacer por mejorar su salud, es algo que resulta desgastador para toda la familia y agobiante para un niño.

Una de tantas disyuntivas por las que debe pasar la familia de un enfermo terminal, cualquiera sea su edad, es saber si deben o no decirles que están mortalmente enfermos, eso y la manera cómo deberían decirlo es algo que resulta un quebradero de cabeza para los implicados, lo sé de primera mano.

Lo que se puede aprender de un niño con una enfermedad terminal

Pues bien, sea que decidan decirle o no sobre su situación médica, hay algo de suma importancia que descubrió el pediatra Surafricano Alastair McAlpine gracias a sus pequeños pacientes terminales y que compartió con el sitio de la BBC.

El profesional cansado de ver a sus pacientes, de entre 4 y 9 años de edad de la sala de cuidados paliativos, lidiar con tantas cosas negativas, decidió preguntarles sobre qué fue lo mejor que pudo pasarles en sus vidas; las respuestas que estos niños él las publicó una a una en su cuenta de twitter y así como estas conmovieron e inspiraron a quienes las leyeron, espero te ayuden a ti a ver la vida de otra manera y a valorarla.

Los apuntes del pediatra

Pues bien, esto fue lo que los niños le dijeron a McAlpine:

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Primero resalta que NINGUNO de los niños sostuvo que les hubiera gustado ver más programas de televisión, o pasado más tiempo en redes sociales, o que les hubiera gustado poder pelear más con otros niños, y como era de esperarse, ninguno disfrutó su paso por el hospital.

Luego, muchos de los niños valoraron el tiempo y las cosas vivieron junto a sus mascotas.

Después señaló que muchos niños se preocupaban de qué sería de sus padres luego de su muerte.

Desde luego, como cada niño y muchos adultos, amaron haber comido helado.

Muchos niños mostraron agrado en haber podido leer muchas historias y desde luego disfrutar de la lectura de libros por parte de sus padres.

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Otro aspecto que muestra la madurez mental y emocional de sus pequeños pacientes es que muchos de ellos hubieran querido pasar menos tiempo “preocupándose por lo que otros pensaban de ellos” y mostraron aprecio hacia las personas que los trataban “con normalidad”.

Además, muchos otros de sus pacientes amaron haber podido disfrutar de haber ido a la playa.

Los niños demostraron que valoraban mucho la bondad por encima de cualquier virtud, algo de lo que carecen muchos adultos

La gran mayoría de sus pacientes demostraron apreciar en gran medida a las personas que les hicieron reír.

Los apuntes de McAlpine también dejaron en evidencia que los niños amaban a sus juguetes.

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Y para finalizar TODOS reconocieron que valoraban en gran medida el tiempo que podían pasar junto a sus seres amados, para ellos no había nada más importante en el mundo.

El pediatra concluyó:

“Llévate el mensaje a casa: Sé amable. Lee más libros. Pasa tiempo con tu familia. Haz chistes. Ve a la playa. Abraza a tu perro. Dile a esa persona especial que la amas.

Estas son las cosas que estos niños desearían haber podido hacer más. El resto son detalles. ¡Ah!… y toma helado”.

El valor de las cosas cotidianas

Con todo lo anterior expuesto, uno no puede dejar de preguntarse el por qué muchos esperamos a estar al final de nuestros días, en el mejor de los casos, para darle valor a lo que realmente se lo merece.

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Quizás se deba a que muchas de esas cosas tan simples uno las da por hecho; sin embargo, si cada día nos hiciéramos más conscientes de que “no tenemos la vida comprada” y que la muerte puede llegar cuando menos uno lo espera, creo que sabríamos apreciar cada pequeña y cotidiana cosa que tenemos y podemos disfrutar en nuestras vidas.

También es importante que sepas que de tu parte también puedes hacer muchas cosas para hacer feliz a un amigo o familiar en esta condición, acá te dejo unas ideas compartidas por el sitio radioncologa.

La invitación de Alastair McAlpine es muy acertada, nada sacamos recaudando miles y millones de dólares o pesos cuando no tenemos familia, amigos o salud para poder disfrutarla; en su lugar, disfruta de esa lectura nocturna con tus hijos, de ese helado los sábados en la tarde, de la visita a los padres, tíos y abuelos cada vacación o fin de semana y no te quedes con el “te amo” atragantado en tus entrañas, porque aunque muchos no lo valoren, tú sabrás apreciar el valor de esa expresión y sentimiento.

Te deseo como siempre lo mejor.

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Erika Otero Romero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.