A pesar de tus defectos, eres una bendición para tus seres queridos

Es importante reconocer que, a pesar de tus limitaciones, eres capaz de dar y generar cosas buenas en tu andar por este mundo. A pesar de tus defectos eres una bendición para otros.

Aida Rendón Morales

¿Qué es lo que nos ordena el mundo que debes entender como “éxito en la vida”? La perfección aparece como un ideal a alcanzar que se muestra como equivalente a juventud, belleza, dinero, poder… Y obtener todo ello puede llegar a abrumarte tanto, que puedes perder de vista quién eres y cuál es tu valor como persona. Me gustaría invitarte a hacer una pausa en el camino y a reflexionar un poco sobre este asunto. Para ello, antes, quiero relatarte un cuento fantástico que escuché no hace mucho tiempo:

El hombre bueno y el cántaro agrietado

Había una vez un hombre que vivía en lo alto de una colina. Varias veces al día tenía que bajar por un sendero estrecho hasta un arroyo donde llenaba de agua un par de cántaros. Solo así podía disponer del vital líquido en cantidad suficiente para satisfacer sus necesidades diarias. A pesar del trabajo que esto representaba para él, lo hacía con gusto y nunca se quejaba.

Un buen día, uno de los cántaros notó que tenía una pequeña fisura. Sabía que por esa grieta el hombre perdía parte del agua que llevaba a diario. Esto le causaba gran tristeza al cántaro: se sentía inútil, torpe, que defraudaba a aquel hombre al no poder llegar a la cima de la colina completamente lleno.

Una noche, el cántaro agrietado no pudo lidiar más con esta pena y confesó la situación a su dueño. Se llenó de sorpresa cuando escuchó al hombre decir que lo sabía todo: hacía tiempo que había notado esa fisura, y que el agua se fugaba por allí. El cántaro, intrigado, preguntó al hombre la razón por la cual lo conservaba a pesar de su defecto, en vez de deshacerse de él. El buen hombre respondió: “Mañana, cuando vengamos colina arriba, lo sabrás”.

Al día siguiente, luego de recolectar agua y una vez que el hombre caminaba rumbo a la colina, le pidió al cántaro roto que mirara el extremo del sendero por donde día a día pasaban. “¿Lo ves?”, preguntó. “Esta orilla está llena de flores pequeñas y bellas que alegran mi camino. Y todo gracias a ti, al agua refrescante que dejas caer sobre la tierra”.

Advertisement

{foto 1}

Somos cántaros imperfectos, pero no inservibles

Hay momentos en la vida en que te puedes sentir inadecuada a causa de tus limitaciones. A menudo, todos sentimos que nuestro valor disminuye debido a nuestras imperfecciones y puede, incluso, que te sepas en deuda con tus semejantes. Si has experimentado esto, quizá te convenga pensar en el cántaro agrietado y considerar lo siguiente:

Ser imperfecto no te impide amar y ser amado

Todos tenemos “fisuras” que a ratos nos llenan de vergüenza; sin embrago, piensa en tus padres, hermanos, hijos y amigos: ¿cuántas veces has agradecido por tenerlos en tu vida? ¿Los amas menos cuando piensas en sus errores o defectos? Del mismo modo, tus limitaciones no impedirán a otros amarte. Trata siempre de ser mejor, pero nunca sientas vergüenza por no ser perfecto.

Tus defectos no eliminan tus virtudes

Con frecuencia somos duros jueces de nosotros mismos, pero conviene que te detengas a mirar no solo tus defectos, también ve tus virtudes. Todos tenemos defectos, pero nadie está exento de tener virtudes. Descubre las tuyas y siéntete satisfecho por ellas.

{foto 2}

Advertisement

Puedes bendecir la vida de los demás

Es probable que sientas que estás lleno de imperfecciones, y que son una carga para quienes te rodean. Puedo asegurarte, sin embargo, que pese a ellas bendices a diario la vida de mucha gente sin que te des cuenta: la sonrisa que le regalas al panadero, por la mañana; el consejo que le diste a tu hijo hace un año y que hoy por fin comprendió; la bondad con que cuidas de tu vecina, que ya es una anciana, etcétera. Esfuérzate por mirar no solo las fisuras que hay en ti, también aprecia las flores que crecen a tu paso.

Somos parte de un mundo repleto de gente imperfecta, pero como hijos de Dios tenemos el don de servir. Aun cuando seamos cántaros agrietados, todos podemos dejar en nuestro camino por la vida al menos unas cuantas flores pequeñas, que un día alegrarán el sendero de alguien más.

Toma un momento para compartir ...

Aida Rendón Morales

Aida Rendón es madre de tres hijos y abuela de tres encantadores nietos. Disfruta de trabajar con niños y jóvenes y dedica parte de su tiempo al servicio y a la historia familiar.