El lado obscuro de los amantes

En el matrimonio no hay infidelidad pequeña, ni inocente. Una aventura puede parecer muy atractiva, pero es cuya semilla cuyo fruto siempre será doloroso.

Yordy Giraldo

La infidelidad es de esos temas que dan para llenar capítulos enteros y que siempre suscitan interés. Amor, desamor, y el que todos seamos víctimas potenciales son ingredientes irresistibles y el denominador común de estas historias. Mientras unos sufren con solo imaginar que les suceda, otros sueñan con ser parte de un ménage á trois o, lo que es lo mismo, su hogar de tres.

Sin embargo, como todo sueño la posibilidad de convertirse en pesadilla está a un pequeño giro de los acontecimientos. Por ejemplo, que de pronto dos sean mejor que tres y que el tercero no comparta tu visión. Así es como los amantes pasan de ser amorosos, a peligrosos.

Por increíble que parezca, ellos también se sienten burlados. Y cuando lo hacen no son pocos los que no se tientan el corazón para causar el mayor daño posible. Lo peor es que ese daño no siempre va sobre quienes lo provocaron, sino sobre los seres queridos. Es entonces que hijos y esposas o esposos siempre llevan la peor parte. ¿Cuál es el lado obscuro de los amantes? Aquí te describo los cuatro principales:

1. Vengativos

La venganza es siempre la primera reacción. Lo primero que un amante hace después de un rompimiento, es contar a todos los conocidos de la pareja de su pareja, lo que sucedió entre ellos. Por supuesto, exagerará los detalles con la intención de atormentar aún más a los seres queridos de su examante.

2. Violentos

Los crímenes pasionales son protagonizados siempre por despecho, a veces imaginado y otras con fundamento. Las personas que se creen traicionadas son los autores en casi todos los casos, y en casi todos los abandonados son los protagonistas.

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3. Chantajistas

Las amenazas con involucrar a la familia, las autoridades o en ocasiones hasta sus superiores en sus lugares de trabajo son las típicas reacciones cuando de intentar persuadir se trata.

4. Manipuladores

Aceptan mantenerse en lo obscurito, pero sólo hasta que cuentan con los elementos suficientes para comenzar a ejercer presión y salirse con la suya sin importar a quién perjudiquen en el camino.

Todos hemos visto muchas veces un modelo que se repite: una persona acepta involucrarse con alguien que tiene una relación formal. Más tarde la relación termina. Entonces a esta persona le entra un súbito “cargo de conciencia” y publica a los cuatro vientos todo lo que hizo con su pareja. Es claro que castigar al adúltero, castigando a la familia, no es ni siquiera curarse en salud: es más bien esparcir ponzoña y envenenar tanto como sea posible, pero es algo que vemos una y otra vez. Nadie puede ser infiel, y pretender que su esposo o esposa no se entere.

En la Biblia, en Job 41, el Señor le pregunta a Job si él o cualquier persona puede tomar al Leviatán (un animal mitológico que muchos eruditos de la Biblia han identificado con el cocodrilo y que, en una época en que no había zoológicos, para el pueblo del Antiguo Testamento era tan exótico, que se acercaba a la frontera de lo irreal o lo imaginario), y entonces el Señor le pregunta a Job que sí él como hombre puede cazar al leviatán con un anzuelo, o tenerlo como mascota, o negociar con él, o dárselo de regalo a tus hijas. Dice el versículo 8: simplemente “pon tu mano sobre él; te acordarás de la batalla y nunca más volverás a hacerlo.”

Lo curioso es que el Leviatán o cocodrilo, para ellos era un símbolo del pecado, y la enseñanza es clara: no hay quien pueda negociar con la infidelidad; nadie puede tenerla en ciertos límites o, como dice ese versículo ocho, poner su mano sobre él, y pensar que no va a pasar nada.

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Tengo un amigo que le dice a sus hijos: “¿Sabes cuál es la regla número uno de los perdedores? Nadie se va a enterar. Y la regla número dos es: No me va a pasar nada. La tres va por ese tono: Yo puedo controlarlo”. Nadie puede pensar que puede jugar con la infidelidad, y que no le va a pasar nada.

Un hombre sabio dijo hace muchos años: “Sin pecado, no hay tragedia”. Las aventuras —como todas las aventuras— son emocionantes, pero también son muy peligrosas. La próxima vez que pienses que un triángulo es mejor que una línea recta, piensa en los peligros ocultos en cada ángulo, y en que la infidelidad es una trampa de la que nadie, absolutamente nadie, sale bien librado.

Con este mismo tema, te invito a releer estos artículos. Relee: Infidelidad. Ojo por ojo, o aprender a perdonar.

También puedes releer: 7 formas de evitar el divorcio.

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Yordy Giraldo

Yordanka Pérez Giraldo, Cubana de nacimiento, mexicana por elección.