Mesera atiende a vagabundo sin discriminarlo; cuando se va él le deja una tarjeta revelando su verdadera identidad, ella rompe en llanto

Cuando sepas quién era el hombre en realidad… se te erizarán los vellos.

Mariel Reimann

Su jefe le advirtió que si le daba de comer y el vagabundo, que apenas podía moverse, no pagaba, se lo descontarían de su sueldo; ella dijo que estaba bien.

La historia

Esto le sucedió a María, una mesera en Texas, Estados Unidos y la noticia fue cubierta por los medios de comunicación.

María se encontraba trabajando en el restaurant como siempre, cuando un hombre que luego le cambiaría la vida, entró.

Con mala apariencia, mal olor y casi sin poder caminar, este vagabundo entró al restaurante y ocupó una mesa. María se acercó como la había hecho con el resto de los clientes y amablemente le dijo:

“Mi nombre es María; si necesita algo estará aquí para atenderlo”.

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El hombre notó que el resto de los trabajadores no miraban mal y ninguno lo quería atender. Según la misma fuente, el encargado del restaurant le aclaró a la mesera que si el mendigo no tenía cómo pagar su orden, el dinero saldría de su propio bolsillo; orden con la que María estuvo de acuerdo.

Qué sucedió después

El hombre comió lo que había ordenado, pagó y se retiró. Para sorpresa de todos, él no sólo pagó, sino que le había dejado una propina de 100 dólares a su mesera debajo de uno de los platos ya vacíos.

Si bien la propina era importante, y más viniendo de alguien de quien se dudaba que tendría dinero suficiente para pagar, pero eso no fue lo más impactante.

“Querida María, la respeto mucho y usted se respeta también, es evidente por la manera en que trata a los demás. Usted ha hallado el secreto de la felicidad. Sus gestos bondadosos la guiarán entre quienes la conozcan”.

La tarjeta estaba firmada por el propio dueño del restaurante

El dueño del lugar se había disfrazado de mendigo y asistió a su propio restaurante a verificar la calidad que su personal tenía a la hora de atender al cliente.

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María no tenía la más mínima idea de quien era en realidad, pero nunca le importó. No le importó a la hora de no discriminarlo, ni a la hora de saber que si este señor no pagaba, sería ella quien lo haría por él.

Su buena decisión no sólo le dejó los cien dólares de propina, sino que también la promovieron como gerente del mismo restaurante en el que ella sólo atendía las mesas. Su vida cambió para siempre.

Una gran lección que todos deberíamos imitar

La próxima vez que mire a un mendigo en la calle, lo haré con otros ojos. No por que pueda ser el dueño de la ciudad o alguien famoso que se esconde detrás de un disfraz, por que siendo honestos, la mayoría de las personas sin hogar son quienes podemos percibir. Sin embargo, el tratar a los demás con el mismo respeto que nos gustaría que nos traten, nos cambia más la vida a nosotros que a quienes reciben ese respeto de nuestra parte.

“Usted ha hallado el secreto de la felicidad”, reza la nota, y definitivamente el tratar a nuestro prójimo con el mismo amor y respeto que nosotros creemos merecer, es uno de los pasos más grandes a la felicidad de uno mismo.

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Mariel Reimann

Mariel Reimann estudió leyes en la Universidad de Córdoba, Argentina y vive en Salt Lake City, Utah. Es madre de dos hijas que son la luz de su vida.