Mi hijo es el golpeador de su clase, ¡yo no le he enseñado eso!

Los medios de comunicación, las redes sociales y los padres con frecuencia son el origen de las conductas violentas en los niños. Entérate cómo evitar este gran mal.

Emma E. Sánchez

Cuando alguien nos dice que nuestro hijo anda en malos pasos, creando problemas o peor aún, agrediendo a otros niños, nos cuesta mucho trabajo aceptar que sea cierto. Inmediatamente aseguramos que nosotros no fomentamos la violencia y mucho menos la permitimos en nuestro hogar.

En mi trabajo como docente me he encontrado —desafortunadamente, cada día con más frecuencia— que cuando a un padre de familia se le comunica que su hijo agrede a sus compañeros o maestros, de manera inmediata niega enseñar o fomentar esa violencia; y curiosamente, se enojan. Cuando juntos y con calma revisamos algunas situaciones de crianza, de hábitos o de estructura familiar, fácilmente encontramos que sí, que efectivamente el niño está aprendiendo a ser violento en casa. ¿Cuáles son estas situaciones?

1. Violencia intrafamiliar

Definitivamente, la principal razón por la que los niños suelen ser agresivos es porque tienen un familiar o alguna persona violenta viviendo en casa. La violencia familiar solamente genera más violencia. Cuando un niño es violentado, agredido o humillado por quien se supone debe cuidarlo y amarlo, busca a otros más pequeños o iguales que él para ejercer la violencia de la cual él mismo es objeto.

2. Programas de televisión

Cuando un niño enciende el televisor o la computadora, abre una puerta en la intimidad de tu hogar por donde pueden entran un sinfín de cosas y no todas correctas. Actualmente, pocos niños ven televisión o ingresan al Internet en compañía de un adulto que les ayude a filtrar, entender y dosificar todo lo que ven y escuchan en estos medios. Se dice que hoy en día, un niño de 6 años de edad ya ha visto en su corta vida violencia doméstica, asaltos, violaciones, accidentes y más homicidios que los que un adulto de la generación pasada vería en toda su vida. Es por ello que debes ser muy prudente al escuchar y ver las noticias amarillistas o la llamada nota roja, telenovelas, talk shows, etcétera. Procura no hacerlo frente a tus hijos, o mejor aún, tampoco los veas tú. Este tipo de programas solo contaminan la mente de quienes los ven.

3. Juegos de video

Todos aquellos juegos que implican matar, destruir o lastimar seres humanos, animales o cualquier otro ser vivo, no es adecuado para un adulto y mucho menos para un niño. Hay muchos juegos divertidos que puedes acercar a tus hijos, pero nunca un juego violento o que implique el uso de armas.

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4. Nuestra forma de comportarnos

Algunos adultos somos groseros o agredimos a quienes nos rodean con nuestra forma de reaccionar ante determinadas situaciones. En ocasiones, solemos justificarnos diciendo que se trata de nuestro temperamento, nuestro carácter o inclusive, la forma en que fuimos criados y educados, que así somos y que no podemos cambiar. Sin embrago, cualquier argumento se derrumba si ese comportamiento está dañando a los que te rodean y principalmente si se trata de tu propio hijo. Si es tu caso, esfuérzate por ser un poco más amable y paciente, vigílate de pedir las cosas por favor y dar las gracias. Inclusive, muévete de una manera más apacible y discreta. Bajar el volumen y tono de voz también puede ser de gran ayuda.

5. Nuestro vocabulario

Dice una frase que “las palabras lastiman más que los golpes” y es muy cierto, un hueso roto termina por soldar con el tiempo, pero un espíritu quebrado pocas veces se recupera. Tal vez no haya violencia física explícita, pero si las palabras son duras y crueles, es lo mismo o peor que un acto que implique violencia física. Su efecto en la tierna mente de un infante es marcarlo de por vida.

6. Cómo resolvemos nuestros problemas

¿Cómo reaccionas cuando te enojas o te frustras? ¿Tiras cosas?, ¿las rompes? ¿Gritas y blasfemas? Bueno, pues hagas lo que hagas, le estás dando una lección de vida a tu hijo, ya que le muestras cómo se reacciona ante la adversidad. Lo mismo sucede cuando gritas y peleas con un vendedor, pateas un perro en la calle o le gritas a otro conductor. Lecciones y más lecciones de vida para que tu hijo reaccione igual o peor cuando él pase por las mismas situaciones. Mejor muéstrale cómo resolver los problemas, cómo dialogar y cómo encontrar soluciones por los medios correctos.

7. Carencia de buenos modales, consideración y amabilidad en casa

Los buenos modales nunca pasan de moda. La consideración y amabilidad hacia los que nos rodean son el bálsamo que evita la fricción entre los seres humanos, hacen la vida más llevadera y acrecientan los lazos afectivos. No los olvides, ni los consideres nimiedades.

Si tras revisar todos estos puntos las conductas violentas de tu hijo continúan, es necesario que te acerques a un profesional para revisar a fondo la situación y ayudar a que pronto desaparezcan. Nunca nadie debe aceptar o acostumbrarse a la violencia, en ninguna de sus formas. No permitas que se propague o afecte a los que amas.

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.