Nadie puede criar buenos hijos a gritos

Cada vez que gritas queda registrado en la corteza cerebral de tu hijo, abriéndose una ventana killer, donde queda inmortalizado el grito como algo profundamente doloroso, que no se puede borrar jamás

Marta Martínez Aguirre

Puedes formatear el disco duro de tu computadora, pero no es fácil borrar los daños grabados en la mente de tu hijo. Permíteme darte un ejemplo. Bernardo tomó su mochila y corrió al dormitorio a besar a Margarita, su madre. Sumergido en la inocencia de sus siete años, se le tiró encima para abrazarla, desearle un lindo día y recordarle que le dejó pronta la tizana de menta y salvia. Su madre estalló en gritos y reproches por haberla despertado sin motivo. A media mañana la maestra habló de sustantivos y adjetivos. Los conceptos se le mezclaron con ensoñaciones y tristeza. Cuando la maestra pidió un ejemplo de adjetivo, a él se le ocurrió una lista de descalificativos. Pero hizo silencio.

Más tarde, cuando Margarita me llamó para que le “encuentre las fallas” a Bernardo, no tuve más remedio que relatarle el mito de Medea: Jasón abandona a su esposa Medea, quien enfurecida mata a la amante de su esposo. Pero como broche de oro a su venganza, mató a sus propios hijos para castigar a su esposo. En un inicio, Margarita no entendió qué tenía que ver ella con Medea. Hasta que le hablé del poder mortal de los gritos y los insultos en la crianza de los niños. Muchas madres sienten repulsión, rabia o ira hacia sus hijos, porque éstos les recuerdan sus dolores, malas decisiones y frustraciones. También hay madres que no saben manejar sus emociones frente a un niño hiperactivo, problemático o distraído.

El amor de madre no viene en los genes

Es, como decía Erich Fromm, un arte, y aprendemos ese arte día a día. Él afirmó: “se ama aquello por lo que se trabaja y se trabaja por lo que se ama”. El amor parental es fruto de un trabajo en las propias emociones. Es un llamado a asumir con responsabilidad esa vida que es única y especial y, por lo mismo, el verdadero amor no se manifiesta a gritos. Quizás, si hasta ahora has criado a tu hijo en el entorno del grito y el maltrato, es tiempo de postularte al trabajo de madre que ama verdaderamente.

El psiquiatra Augusto Cury especialista en psicología educativa nos alarma sobre el efecto de nuestras acciones en el entorno: “Una zona de la corteza cerebral del tamaño de la cabeza de un alfiler contiene millares de ventanas con millones de informaciones que han llegado hasta allí a través del fenómeno RAM (registro automático de la memoria)”. Cury comenta que en nuestra mente hay ventanas killer yventanas light. En las primeras, se instalan situaciones traumáticas y dolorosas. En las segundas se alojan los sueños y las habilidades.

Cada vez que gritas queda registrado en la corteza cerebral de tu hijo

Entonces se abre una ventana killer, donde queda inmortalizado el grito como algo profundamente doloroso, que no se puede borrar jamás. Las ventanas killer acumulan todo lo negativo y bloquean los recuerdos placenteros y la inteligencia. Esta información no se puede borrar, pero sí se puede reeditar al superponer nuevas vivencias en el lugar de las viejas, o construir ventanas paralelas que se abran al mismo tiempo que las dañadas.

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Cury plantea que “en los primeros 30 segundos de tensión cometemos los mayores errores de nuestra vida”, por eso nos trae una solución que requiere constancia y entrenamiento: “busque la voz del silencio…intervenga, entre en el escenario de su mente y conviértase en el actor principal, ponga orden. Critique cada pensamiento de rabia, emoción angustiante o depresivo. No se someta a los pensamientos negativos. Así podrá ir reeditando la película de su inconsciente, introduciendo nuevas experiencias saludables”.

Antes de elevar la voz, haz silencio y celebra el encuentro con ese niño que está frente a ti. Ningún niño trae un manual de cómo debe ser criado para alcanzar la plenitud. Has sido llamada a escribir el libreto de un ser humano que te llama madre. Afila tu lápiz y manos a la obra.

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Marta Martínez Aguirre

Marta Martínez es de Uruguay. Posee una licenciatura en Psicología, y un posgrado en Logoterapia. Ama todo lo que hace y adora servir. Es especialista en atención psicológica domiciliaria. Contacto: