Nadie quiere jugar conmigo: qué hacer si tu hijo te dice esto

Jugar entre niños es un asunto serio, si tu hijo no tiene con quien jugar es importante que tomes cartas en el asunto.

Emma E. Sánchez

Pocas cosas te pueden preocupar, hacer enojar y hasta hacerte sentir terrible al mismo tiempo, que cuando uno de tus hijos te confiesa que se siente triste porque nadie en la escuela quiere jugar con él.

Y por muy doloroso o preocupante que esto pueda sonarte, hay que respirar profundo antes de hacer nada y con mucha calma tomarlo.

Primero y lo más importante: a tu hijo le tomó mucho valor el poder decirte esto

por lo tanto, es muy importante escucharlo y ponerle toda tu atención. Llegar a este punto ya significó en su mente entender que es rechazado o no querido por algo, que tal vez no entienda pero que sí puede sentir y que lo hace ponerse triste, o ya no querer inclusive ir a la escuela. Decimos escuela por ser el lugar donde los niños más socializan, pero también puede ser en cualquier otro lugar donde se desenvuelva.

Así que pon mucha a tención a lo que él te diga.

Segundo: intenta entender lo que tu hijo está viviendo y sintiendo

No inicies jamás la plática diciendo que no es cierto, que a él lo quieren mucho sus amigos, ni nada de esas cosas; eso es descartar por adelantado y quitarle credibilidad o validez a lo que él siente y piensa. No lo hagas.

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Mejor investiga qué es lo que sucede, lo que él ve y lo que e hace sentir de esa manera, así tu hijo sentirá y sabrá que en verdad te interesas por lo que le pasa y que puede tenerte toda la confianza de contarte sus cosas.

Recuerda: jugar y tener amigos es un asunto serio para los niños, no es un chiste, equivale a tus problemas laborales, así de serio es el asunto para él.

Indaga con buenas preguntas

¿Pasó algo hoy en la escuela?

¿Quién es el que no quiere jugar contigo?

¿Solo fue hoy? ¿ha pasado en otros días?

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¿Estaba el maestro u otro adulto presente?

¿Era un juego de turnos? ¿te tocó a ti participar?

Preguntas de este tipo te podrán ayudar a conocer más de fondo cuál es la situación real, cuál es la visión de tu hijo y sobre todo, entender el por qué se está sintiendo así.

Recuerda: escucha sin juzgar, sin criticar a los actores de la situación

Primero, trata de entender el todo y haz el esfuerzo por ver a tu hijo desde la visión de los demás, no desde tu visión como padre.

Cuando tu hijo esté hablando, no lo interrumpas, afirma con la cabeza o simplemente di -lo entiendo- o pide que te explique un poco más porque estás muy interesado en comprender, esto le animará a seguir hablando porque ni él ni sus amigos a profesores serán juzgados.

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Muestra tu legítimo interés en comprender y en lo que él te dice

Una vez que tienes la información más o menos completa, o ya sabes qué pasó y cuál es el problema de fondo puedes comenzar a ayudarlo, no a resolverle el problema ¿de acuerdo?

Cómo ayudar a tu hijo para que resuelva él sus adversidades

Esto puede ir desde preguntarle a tu hijo -¿qué crees tú que pueda arreglar esto? ¿cómo crees que esta solución pudiera mejorar? Y ayúdale a procesar sus propias ideas, a buscar opciones reales y posibles.

A veces solo se trata de cosas sencillas, que se pueden solucionar de un día para otro o invitando a casa al otro niño, de estar a tiempo a la hora de hacer equipos o pedir un turno para jugar, llevar otro balón para hacer más equipos o con ofrecer una disculpa; pero también hay otras donde se requiere la intervención de los adultos.

¿Cómo saber cuándo debemos intervenir directamente?

Cuando la queja de tu hijo es frecuente, cuando pasan los días y ya son semanas con la misma historia.

Cuando el niño esta sufriendo

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Cuando ya hay violencia verbal o física

Cuando ya hay notas de rechazo o discriminación explícitas

Cuando el niño debe llevar regalos, hacer favores o tareas con tal de tener la amistad de alguien o ser aceptado en un grupo.

Ante estos casos, no hay tiempo que perder

Debes buscar inmediatamente a sus maestros, directivos, consejeros escolares o autoridades competentes, inclusive a los padres de los otros niños.

Muy pocas veces los niños van y cuentan a su padres lo que está pasando realmente, son los padres observadores los que comienzan a notar cambios e la conducta de su hijo, en su gusto por ir ala escuela o en actitudes y rendimiento escolar.

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Por eso hay que estar muy alertas siempre a este tipo de avisos que los niños dan.

¿Qué podemos hacer como padres para evitar que nuestro hijo sea rechazado en su grupo de compañeros?

Hay que ir de lo más sencillo a lo más complejo siempre:

Aseo personal: muchos niños son rechazados por su compañeros porque “huelen feo” o su ropa está sucia o desarreglada y déjame decirte algo: no dudan en decirlo con todas sus letras.

Materiales completos: los niños son compartidos pero tampoco les gusta estar dando o compartiendo constantemente siempre con la misma persona, les gusta dar y recibir, les gusta intercambiar objetos, materiales, juguetes y favores también.

Ser amigable: los niños hacen amigos en segundos pero los niños groseros, rudos o mal educados, no son bienvenidos con frecuencia pues los padres siempre recomiendan no juntarse con niños así y los hijos lo asumen y son obedientes.

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Niños “diferentes”:  en mis años de educadora, me ha tocado trabajar muchísimas veces con niños que presentan alguna condición física o mental que de inicio pudiera hacerles sentir o verse “diferentes” ante su grupo de amigos. He trabajado con niños de estatura pequeña, con problemas de movilidad, labio leporino, sin alguna extremidad, con deformidades, colores diferentes, razas diferentes o en una ocasión con parálisis cerebral.  En todas te puedo decir lo mismo: el niño se presenta al grupo,  responde preguntas de su compañeros, el docente le se explica cómo será su trabajo y desempeño en el grupo reglas o alguna recomendación para todos, y tan pronto pasa el momento, se convierte en el chico popular de la clase.

Recuerdo con mucho cariño un joven ya adolescente con parálisis cerebral y muy escasa movilidad integrado a un grupo de primer año donde llegó a ser el mejor portero y ganarse el afecto de todos.

El truco de las buenas relaciones entre niños es ayudarles a socializar, compartir, ser amables, a platicar y responder con cortesía, a jugar en equipo, esperar su turno y honrar la confianza que nos dan.

Toma tiempo, sí, habrá raspones y corazones rotos, sí, algunos, pero es el precio que todos pagamos para encontrar a esos amigos que nos acompañarán toda la vida y ¿sabes? Vale mucho la pena intentarlo.

Toma un momento para compartir ...

Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.