Parejas exitosas: no existe el amor sin la amabilidad

La amabilidad es alimento para el alma y felicidad para quienes están cerca tuyo.

Erika Patricia Otero

Cuando se trata de amor, no hay nada fácil. Desde el momento que una relación amorosa inicia hasta el último día que la pareja comparte, el amor es un reto.

Se suele pensar que la conquista termina el día que la pareja dice si frente a al altar. Ese es un error muy grave y lleva a muchos matrimonios extinguirse luego de unos años de convivencia.

Las parejas que duran más son las que procuran estar atentos a las necesidades emocionales de su pareja. Y es que actuar así debería ser obvio. Cuando decides compartir tu vida con alguien, lo haces porque de verdad deseas crear un hogar y una familia; de otra manera, eliges quedarte solo.

Los detalles con el paso de los años

Ser detallista durante el periodo de la conquista es algo que se da de manera natural; es más, hasta las personas menos detallistas saben que serlo es esencial para establecer las bases de una futura relación.

Es claro que ser detallista no se reduce a dar regalos de índole material. El detalle en las relaciones implica estar atento a la necesidades emocionales de la pareja.

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El problema es que cuando ya la relación está establecida, esas atenciones y amabilidad quedan en segundo plano. La conquista jamás termina, y ese es la mayor omisión que hacen las personas al casarse.

Que los detalles vayan en declive no es lo peor. Lo triste es que al dar la relación por establecida, básicamente se olvidan de expresar amor.

No es cuestión de saturar a diario y cada hora con un te amo o una flor; no, es saber leer lo que tu pareja te dice sin expresar una sola palabra. Es ser consiente de las cosas que haces y no haces bien y que afectan a tu pareja.

Los detalles también se ocultan en una expresión sincera de arrepentimiento cuando eres consiente de que has hecho algo mal.

El orgullo, el mayor problema de convivencia matrimonial

Muchos de los problemas que surgen entre los seres humanos se los debemos al orgullo.

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No está para nada mal tenerse amor y alta estima. El problema es cuando sentirte superior a tu pareja hace que la trates de manera déspota e incluso la ignores.

Ignorar a la pareja cuando hay problemas es maltrato y violencia emocional. ¿Quién que ame a su pareja va a tratarla como si fuera una pared? Es doloroso, quienes han vivido esa situación, que la pareja haga de cuenta que “no existes” es lacerante. Lo que lo hace más frustrante es que quienes castigan con la indiferencia creen que ese trato no es violento.

Justifico que durante una discusión una de las partes decida alejarse para calmar los ánimos. Lo que no es correcto es ignorar a tu cónyuge porque tienes el ego herido.

Lo normal debería ser que luego de haber conseguido la calma, tratar de dar remedio al problema. Puedes amarte mucho, pero en la medida que te ames, deberías amar a tu pareja.

Dar por hecho, otro gran problema matrimonial

Nada más riesgoso para un matrimonio que dar por hecha y estable la relación.

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Estar casado con alguien va más allá de una ceremonia ante un altar o en un juzgado; esas son meras legalidades. Lo que hace que una pareja esté casada es el nivel de compromiso, respeto y responsabilidad que ambos se dediquen.

No tiene ningún sentido decir: “estoy casada con fulano” cuando esa persona te ignora la mayor parte del día.

Otra falla de dar por hecho, es creer que porque se está casado no hay necesidad de ser amables. Ser atento con tu pareja no es igual a ser servil; esas son dos cosas muy diferentes.

Es cuestión de leer entre líneas las necesidades de la persona que amas. Aunque parezca una nimiedad, que le ofrezcas un vaso con jugo a tu pareja que llega cansado, es un buen detalle. No te está pidiendo que laves sus pies como si fueras esclavo, solo es algo de atención. Si lo haces con una visita, ¿por qué no hacerlo con tu pareja?

Tu pareja no espera un ramo de rosas cada semana; sin embargo, sí quiere que seas capaz de captar que necesita un poco de atención de tu parte.

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No es cuestión de joyas, dulces y arrumacos empalagosos; es que sea capaz de consolar cuando se está triste. Que pueda percibir cuando la pareja necesita hablar de sus frustraciones laborales. Quiere que ser escuchado y atendido; la verdad no es mucho pedir.

Ser amable es cuestión de actitud

Para una persona que suele tener una buena actitud no es extraño ser amable. Además, la amabilidad es la mejor expresión de amor por los demás. No cuesta nada tratar a la gente bien y debería costar menos tratar a tu pareja con amabilidad.

Ser amable es cuestión de actitud. Es querer ser gentil y brindar un hombro para reposar y una palabra amable que de consuelo. Hacerlo a diario no cuesta nada. Además, no solo te hace un mejor cónyuge; es alimento para tu propio ser y un ejemplo para tus hijos y quienes te observan.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.