Si eres “el otro”, no leas este artículo

Tanya le fue infiel a Anton, su esposo, con Míkel. Hablemos un poco de Míkel. Si eres Míkel, no leas: hablaremos de ti.

Rafael Vázquez

El caso

Tanya tenía cinco años de casada con Anton y tienen dos hijos. Míkel, un amigo de Tanya que era soltero empedernido, sabía que ella era casada y madre. Una tarde, Anton llamó a Tanya del trabajo para cancelar el plan que tenían de ir esa noche al teatro, porque era urgente terminar un informe. Tanya llamó a Míkel y comenzó a desahogarse. Anton era cada vez más distante. Quería consejo. Se sentía tan triste y desvalorizada que apenas percibió como incómodo el galanteo de Míkel, que la hizo olvidarse por unos minutos de su compromiso matrimonial. Días después, Tanya le había sido infiel a Anton.

El principio ético

Definimos la infidelidad como la conducta que consiste en mantener una relación de intimidad emocional o física fuera del vínculo de compromiso legal (matrimonio) o moral (noviazgo, cohabitación) previamente establecido.

Así, llamamos ‘infiel’ a alguien casado que sostiene un romance con alguien que no es su cónyuge. Un chico que, teniendo un noviazgo, por informal que sea, es infiel a su pareja si llega a tener otra relación sentimental y/o física.

No hemos dicho nada nuevo. Pero si uno está involucrado en el triángulo amoroso sin ser casado o sin tener un noviazgo o cohabitación, entonces el rol que esa persona está jugando es el de “el otro” o “la otra”.

“El otro” a sabiendas

No me voy a concentrar en las personas que son engañadas y se involucran sentimental y/o sexualmente con alguien que les miente sobre su situación. Donde no hay conocimiento de que la pareja es ya parte de un enlace previo, “el otro” es tan inocente como el compañero original. Ambos son víctimas de la misma traición.

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Pero, ¿qué hay de los terceros en discordia que, a sabiendas, entablan relaciones íntimas con personas que ya tienen compromisos nupciales previos? ¿Ellos no son infieles solamente porque no están en un compromiso anterior, al que traicionen? ¿No hay nadie de ese lado que resulte dañado? ¿Su soltería lo libera de toda responsabilidad ética y moral en tal situación?

La responsabilidad personal

Ya he escrito sobre lo que considero las verdaderas motivaciones de la conducta infiel. Quien diga que Tanya debió ejercer mayor autocontrol, tiene la razón. Quienes opinen que Anton descuidó su trato para con Tanya, también tiene la razón. Ambas opiniones están del lado de la razón. Puedes leer este artículo si quieres evitar lo que les pasa a Tanya y Míkel

¿Y Míkel? ¿No tiene responsabilidad en el caso? ¿No hay nada ni nadie ante lo cual deba responder? ¿No hay un comportamiento reprochable en él, solamente porque no hay persona alguna agraviada directamente por su proceder?

Las consecuencias

Puede ser muy duro hablar de la infidelidad. Quienes incurren en ella, suelen desarrollar sentimientos de culpa que evitan encarar y encubren con una actitud hostil y defensiva. Esto los vuelve extremadamente susceptibles de sentirse agredidos o minusvalorados, incluso por comentarios despojados de crítica. No es mi intención contribuir a ninguna de esas emociones, ni percepciones. No soy juez para dictar una sentencia o decretar un castigo para quienes han cometido infidelidad conyugal.

Sin embargo, si hemos de procurar la verdadera felicidad, si estamos en pos de la mayor cantidad de placer posible, si queremos recuperar nuestra paz de conciencia y restablecer nuestra paz mental, debemos ponerle nombre a los efectos devastadores de haber estado inmiscuido en una relación que no es lícita, ni leal.

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Para decirlo fácil, seguiré usando el ejemplo de mi personaje, Míkel. Cualquiera que esté en su lugar, sea varón o mujer, está dando al traste con los fundamentos mismos de la sociedad a la que pertenece. Es cierto que vive en soltería, pero los lazos de compromiso moral y legal son el cemento del gran edificio de la comunidad humana. Aunque no estén comprometidos con nadie en particular, todos los “Míkels” que hay contribuyen al deterioro del tejido social. No solo porque violentan las estructuras fundamentales del mismo, sino porque devastan la confianza como el poder invisible que mantiene todos los astros de la sociedad orbitando en armonía, a salvo de la colisión caótica que ocurriría si perdiéramos la facultad de confiar en los demás.

La sociedad es tan firme como sus miembros

Y es que no solo Tanya traiciona la confianza de Anton, su marido. También deteriora la confianza del propio Míkel. Y éste, menoscaba la confianza de Tanya, de Anton, de todo esposo, de toda mujer y, en fin, de toda la sociedad, que confía tácita y explícitamente en el autodominio y la observancia de las leyes de parte de sus miembros. En este artículo profundizarás sobre cómo la sociedad nos ayuda desde niños a comprender el autocontrol y el respeto a los límites.

Si eres Míkel y te remuerde la conciencia, no lo evites. Piensa en tu contribución a la sociedad.

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