Si eres rico, no necesitas leer esto

¿Cómo? ¿Ya se te acabó la quincena? Lee aquí.

Arturo Leonardo

Debo ser muy honesto contigo, pues no puedo dar cualquier tipo de “consejo” si no digo la verdad antes. El texto que estás comenzando a leer me fue sugerido por el H. Consejo Editorial de Familias.com. De entrada dije: “¡Adelante! ¿Por qué no?”. Pero segundos después revisé mis bolsillos y, como novela de Stephen King, solté un grito de terror puro: ya no tenía dinero. ¿Cómo darle consejos a alguien sobre algo que yo no pongo en práctica?

Entonces me relajé, tome mucho aire y al puro estilo de Winnie the Pooh, me senté en un banco (no tengo sala por el momento, una historia que ya te platicaré). Doblé mi brazo, golpee ligeramente mi frente mientras me repetía: Pensar, pensar. Mi frente ya estaba abollada estilo volkswagen clásico (así les decimos a las cosas viejas: ‘clásicas’), y antes de hacerme daño de verdad, en un santiamén (así como le anotan gol a mis queridos Pumas), se me iluminó la de las ideas: “Vamos crear un pequeño manual con las cosas que yo mismo no hago”. Así pues, creo que aprendemos todos, y si no, al menos ya me conocieron en otra faceta.

Ahorremos

Vamos a revisar algunos puntos sobre el ahorro monetario. Pero antes hay que explicar algo: ¿sabías que la palabra “ahorrar” viene del árabe hurr? “Hurr” significa “libre”; en el siglo XVII ahorrar significaba “poner en libertad a un esclavo”, claro palabras más, palabras menos. Ya en años posteriores se le dio el sentido de “liberarse de una carga”; ahora bien, ahorrar dinero ¿de qué carga nos libera? Pues yo creo que de la carga de no tener ni para comer, o como se dice en México, de “no tener ni en qué caerse muerto”.

Ahorrándonos palabras, voy a enlistar algunos vicios que, seguramente, también llegas a tener. No te preocupes: recuerda que, como mencioné al principio, esto será algo así como el antecedente para la formación de un grupo de rehabilitación para gastalones anónimos.

El dinero se gana, no llega por arte de magia

Gracias al ejemplo de mi madre, aprendí esta máxima desde los 16 años de edad, y vaya que me costó. Si te interesa, en otra entrega bien podría platicarte sobre mis trabajos; yo creo sería entretenido. Pero de regreso a la idea original, sé consciente de que para ganarse un peso (dólar, euro, bolívar o como lo conozcas), basta más que simplemente desearlo.

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Vamos pues, ¿cuánto te costó convencer a esa chica para que sea tu compañera de vida? Bueno, pues no la vas a soltar para que se vaya a quién sabe dónde como la pluma de Forrest Gump, ¿verdad? Así es con el dinero, aunque tampoco se trata de amasarlo como arena en la playa, todo debe tener un equilibrio. Sin tanto rollo, aquí lo que pensé puede ayudarnos a todos:

1. Pide ayuda para administrarte

Si aceptas que eres malo para hacer cuentas, no tengas miedo de pedir ayuda a tu pareja, o una persona de extrema confianza. En la escuela aprendí que “es más tonto el que no pregunta”.

2. Usa una alcancía

Las alcancías nunca pasarán de moda: esos artefactos de barro o plástico dónde uno puede echar cualquier moneda, se pueden convertir en los mejores amigos no vivos del hombre. Agrego que esto puede ser hasta una actividad familiar: cada día deposita el cambio que te haya quedado de tus actividades, al cabo de tres meses te sorprenderás de cuánto has juntado.

3. Busca pretextos para ahorar

Hay una caricatura muy famosa donde el personaje principal es muy mal hablado, entonces crea su “frasco de groserías”. Ahí deposita monedas cada vez que dice una palabra altisonante. Puedes hacerlo cuando comas algo que sabes te hará daño, o quizá cuando sepas que gastaste de más. Devolver ese importe en tu ya mencionada alcancía te ayudará a disciplinarte.

4. Séparate del dinero

Imagina que el dinero y tú son enemigos a muerte: no quieren estar juntos. Entonces, antes de que se hagan daño, mejor sepárense a tiempo. Cuando recibas un pago, inmediatamente colocálo en un lugar que, recomiendo, te de flojera buscar. En mi caso (que sé no soy el mejor ejemplo) es el banco; al saber que tengo que desplazarme a cierta distancia por ese dinero, opto por olvidar el capricho.

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5. Paga inmediatamente lo que debes

Esto va ligado al punto anterior: si debes, paga rápido. Mejor no encariñarte con ese dinero, así en verdad sabrás con cuánto dinero cuentas a fin de mes.

6. Ningún ingreso es por completo seguro

Nada en esta vida es 100% seguro (sí claro, solo la muerte, pero ese eso otro tema). Precisamente por no razonar este punto es que mi cartera parece cebolla: me hace llorar cada que la veo. Los pagos son realmente muy inestables y más aún los recibos de honorarios. No te programes con eso de “Me van a depositar a las dos de la tarde”. ¡Eso NO pasa!, mejor guarda dinero y que los pagos te caigan “de la nada”, sin esperarlos, suavecitos.

7. Invierte

Este es un punto complicado. No soy economista, ya te habrás dado cuenta que no sé un ápice de tasas de interés y esas cosas, pero creo que si tienes un plan para que ese dinero “crezca”, bien puede ser el invertirlo en un negocio. Algo pequeño para empezar, por ejemplo (y es sólo un ejemplo), podrías invertir en un noble redactor de apellido Mota, para que escriba tus cartas de amor o solicitudes de permisos en el trabajo. Insisto, es solo una sugerencia, pero piénsala.

8. Busca tener claras tus finanzas

Las deudas son como el respirar: no puedes evitarlas. A menos que vivas en una cueva, siempre habrá cosas por pagar, pero lo más importante, creo yo, es definir con exactitud cuánto es tu ingreso mensual, y a cuánto ascienden tus egresos. Agarra tu celular, entra a “Calculadora”; suma tus gastos, réstale esos gastos a lo que ganas y aparta esa cantidad para lo que deberás pagar. Lo demás, úsalo para disfrutar tu vida.

También pensé en decirte cosas como “Hazle un hoyo a tu bolsa y pon canal directo a otra cartera”, pero a veces no hay tiempo para eso. Reitero, no se trata de guardar todo el dinero: a fin de cuentas es sólo eso, dinero. No compra la felicidad aunque sí ayuda a que puedas estar más tranquilo, así que aprende a usarlo. Diviértete y, siempre que puedas, ayuda a otros que no lo tengan.

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NOTA: El punto de vista del autor no necesariamente representa la opinión editorial.

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Arturo Leonardo

Comunicador fanático de sus hijos a quienes les relata día a día sus aventuras de música y deportes, gusta de leer lo que se cruce en su camino, piensa que el acto más revolucionario que puede existir es el de reír.