Si te digo que te estás haciendo daño, ¿insistirías en que no te importa?

Nos decimos vanguardistas y luchamos por los derechos de los animales, de las diferencias, de la equidad, del planeta y por el otro volteamos el rostro cuando como individuos se requiere que demos un paso al frente para actuar con conciencia.

Yordy Giraldo

Uno de los grandes pensadores del siglo XX, Aldous Huxley, expresaba lo siguiente: “la indiferencia es una forma de pereza, y la pereza es uno de los síntomas del desamor. Nadie es haragán con lo que ama”. No importa si sabes o no quién es este personaje, lo que es innegable es que tiene razón en lo que señala, ya que nuestra indiferencia es resultado de la distancia, frialdad y desapego que cosechamos.

La creciente indiferencia que vemos en las sociedades actuales ofende, lastima, decepciona. Por un lado, nos decimos vanguardistas y luchamos por los derechos de los animales, defendemos las diferencias, la equidad y el cuidado del planeta, pero por el otro, volteamos el rostro cuando se requiere que demos un paso al frente para actuar con conciencia.

“Hágase la voluntad de Dios en los bueyes de mi compadre”, reza un viejo aforismo que desafortunadamente no deja de ser vigente, ya que estamos más que dispuestos a enjuiciar a otros por sus actitudes, mientras que somos indulgentes con las propias. La apatía es el gran mal de estos tiempos: si no me duele, no me importa, parecemos decir repetidamente.

Creemos que al ser indiferentes estamos siendo imparciales y de paso, nos evitamos problemas. Sin embargo, la verdad es que la indiferencia habla más del desapego que de la neutralidad y definitivamente, a todos nos hace más mal que bien.

Te recomiendo leer al respecto en el siguiente artículo: La indiferencia como castigo: la peor manera de educar a una familia

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4 consecuencias dañinas que provoca tu indiferencia

1. Aislamiento

La indiferencia es la falta total de interés por las cosas e incluso las personas, por lo que esta actitud nos lleva a una paulatina renuncia por experimentar la vida y poco a poco vamos renunciando tanto a los otros, como a uno mismo.

2. Violencia

La indiferencia puede ser considerada como un tipo de violencia debido al daño y el dolor que causa, así como porque es alcahueta con las situaciones injustas e indolente con las cosas que debiéramos reconocer. Esta actitud ante la vida se vuelve victimaria o cuando menos cómplice, de los males de nuestra sociedad.

3. Renuncia

Por lo general, somos indiferentes cuando creemos que las cosas no nos afectan, no nos motivan ni trasmiten nada, situación que claramente nos habla de un sentimiento de abandono. La indiferencia es la consecuencia de habernos resignado o rendido.

4. Apatía

Si incluso los animales experimentan sentimientos de empatía, imagina entonces en lo que te conviertes cuando no te permites o incluso evitas vincularte con los otros. Irremediablemente te alejas de tu humanidad y deshumanizas a los que te rodean, ¿qué sentido tiene una vida así?

No sé en qué momento empezamos a creer que la indiferencia es un comportamiento normal, adecuado o redituable. Sin importar cómo fue que llegamos hasta aquí, es hora de cambiar esta idea, ya que esto nos está arruinando como personas y como sociedad con el engaño de que no necesitamos de los que nos rodean cuando en el fondo, es imposible distanciarse de los otros y suponer que lo que sucede allá afuera no nos afecta.

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Si acaso has tomado esta actitud bajo la creencia de que eso te mantiene a salvo a ti y tus sentimientos, déjame decirte que no es la manera, ni el modo de protegerte. La solución no es que paguen justos por pecadores, sino crear ambientes sanos donde estemos todos a salvo, al ser confiables y honestos con nosotros mismos y con los demás. Demostrar con nuestras acciones que somos esa clase de personas que todos desean tener cerca, es el mejor antídoto contra la indiferencia.

Te invito a leer El silencio, una respuesta que mata

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Yordy Giraldo

Yordanka Pérez Giraldo, Cubana de nacimiento, mexicana por elección.