Siempre nos reencontraremos en la habitación de los recuerdos

El lazo que se genera entre los hermanos que comparten la misma sangre, origen y memorias, puede mantenerse fuerte y resistente aún después de que alguno de ellos se case, si regresan frecuentemente a la habitación de los recuerdos.

Elizabeth González Torres

¿Cómo seguir siendo los mejores amigos y hermanos, aún después del matrimonio? La escritora estadounidense Louisa M. Alcott, en su novela Mujercitas, narra la conmovedora historia de cuatro jóvenes hermanas, las March, que se ven obligadas a enfrentar dificultades económicas y sentimentales por la ausencia de su padre, durante la Guerra de Secesión en Estados Unidos.

La obra, que se ha convertido en uno de los clásicos más leídos, muestra la importancia que tienen los lazos que se generan, no solo por la sangre, sino por los sentimientos, entre hermanos y hermanas. La interesante forma de ejemplificar las peleas por las frustraciones de las cuatro protagonistas, las enseñanzas de su madre, la melancolía por tener a su padre lejos, así como la emoción de encontrar distintas personas que las llevarán a experiencias novedosas e individuales, hacen comprender –a los lectores– la fuerza y trascendencia que una hermandad cimentada en la confianza y en el amor puede llegar a tener.

Se sabe que uno de los principales lazos que se crean entre los seres humanos es el vínculo entre hermanos, que la sangre y las vivencias compartidas cultivan por sí mismas. Si una persona intentara recordar los momentos más divertidos, tristes, melancólicos y felices de su vida, seguramente encontrará que son los compartidos con sus hermanos y hermanas; esas personas en las que se confía ciegamente; esos seres que, sin importar qué tan difícil resulte la vida, siempre estarán ahí para escuchar sin emitir juicios, para apoyar sin preguntar, para aconsejar cuando más se necesite.

En cada hogar hay habitaciones en las que se resguardan las vivencias compartidas con quienes se creció, las adversidades sobrellevadas junto a ellos, las alegrías y sonrisas de los cómplices de juegos y aventuras. La habitación de los recuerdos, donde se fortalecen los lazos de los que comparten los mismos padres, juguetes, ropa, amigos y creencias. Esa habitación en que se quedarán impregnadas confidencias, lágrimas y risas, sin importar el paso del tiempo y la distancia. Sin embargo, ¿qué sucede cuando alguno de los confidentes y cómplices de juegos parte definitivamente?

Una vez que alguien adquiere el compromiso del matrimonio sus padres y hermanos pasan a ser su segunda prioridad, ya que, como es de suponerse, su pareja y sus hijos toman el papel principal dentro de su vida. La mayoría del tiempo la relación entre padres e hijos casados se fortalece por el hecho de comenzar a tener más intereses y ocupaciones en común. Llega a suceder que mientras dicha relación adquiere mayor fuerza, el vínculo entre los hermanos puede comenzar a debilitarse si no se le pone el cuidado y la atención debidos, si no se alimentan la amistad y la hermandad con nuevas vivencias y confidencias. Entonces surgen los siguientes dos cuestionamientos: ¿cómo seguir siendo los mejores hermanos y amigos, aún después del matrimonio?, y ¿cómo regresar a la habitación de los recuerdos que juntos construyeron?

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Aquí algunas actividades que nunca deben dejar de hacer los hermanos si quieren conservar frescos su amor y amistad:

Busquen un momento a solas para conversar

La vida se encuentra llena de cientos de ocupaciones y responsabilidades que consumen la mayoría del tiempo de las personas. Los hijos, el esposo o esposa, el trabajo, la escuela, la limpieza de la casa, entre muchos otros, siempre requerirán de mayor atención. Sin embargo, como hermanos deben apartar algunos minutos u horas para dedicarlos a conversar sobre las experiencias nuevas que suceden en sus vidas; para expresarse, a través de risas, bromas y miradas, que su amor de hermanos sigue intacto.

Regresen de vez en cuando a la habitación de los recuerdos

Regresar a esa habitación no siempre implicará que acudan al lugar físico en el que crecieron. A veces bastará con que realicen una actividad que antes hacían y que, de manera inevitable, les haga recordar momentos importantes, divertidos o melancólicos de sus vidas compartidas.

Nunca olviden decirTe quiero”

Una gran cantidad de personas suele expresar el amor que tiene por sus padres, su pareja, sus hijos y amigos. Pero cuando se trata de decir cuánto quieren a sus hermanos, las palabras se acaban y la boca se cierra. La confianza y la conexión que por años los han unido los hacen asumir que no necesitan decirse que se quieren para demostrar su amor. Y es cierto, en el amor lo que menos importa son las palabras; sin embargo, siempre es un aliciente escuchar un “Te quiero” de esos confidentes y amigos.

Por último, se debe recordar cada día que una hermandad que tiene cimientos fuertes edifica la vida entera de una familia, como lo enseñan las hermanas March de Mujercitas, quienes, a pesar de las diversas separaciones a las que se vieron sometidas, se sujetaron con firmeza a los lazos de amor y confianza que unen a todos los hermanos, y que ni la misma muerte puede romper.

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Elizabeth González Torres

Es abogada egresada de la Universidad Autónoma Metropolitana. Actualmente estudia una licenciatura en Creación Literaria en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Considera que el mayor tesoro que tiene en la vida es su familia.