Solo quien ama lo suficiente comparte esto.

Podemos dar sin amar, pero no podemos amar sin dar, y cuando amamos por completo, compartimos lo más valioso para nosotros. Y tú, ¿estás compartiendo esto con tus seres queridos?

Erika Otero Romero

Las enseñanzas y los regalos más preciosos siempre los recibimos de las personas que nos aman. ¿Quiénes son esas personas? Nuestros padres, amigos íntimos, pareja e hijos; esos seres que nos rodean a diario y que muchas veces no somos conscientes de lo importantes que son en nuestra vida, sino hasta cuando ya no están con nosotros, ellos son los que nos dan lo más preciado para nuestra existencia, por ellos y gracias a ellos podemos llegar a ser mejores seres humanos cada día de nuestra vida.

Richard G. Scott es un ingeniero nuclear y líder espiritual a quien admiro y respeto; en una ocasión contó que gracias tanto a su abuela como a su esposa ―a la que se refiere como su compañera eterna― había aprendido las cosas más importantes de su vida. Lo maravilloso de eso es que nunca lo obligaron a hacer algo que él no quisiera, sólo le permitieron ver de manera clara lo que ellas creían que era bueno para él, y que le permitiría ser un hombre, esposo y padre ejemplar.

Muchos padres se angustian porque creen que si no heredan a sus hijos una buena educación académica y sumas considerables de dinero, no serán buenos padres. Pero lo mejor que pueden dejar a sus hijos como legado es lo que se enseña con amor y con ejemplo.

He aprendido mucho de las personas con las que me he relacionado, y aunque algunas de ellas ya no están en mi vida, lo que me enseñaron me ha ayudado a mejorar como persona y a corregir mi camino para no cometer los mismos errores dos veces, y salir airosa de algunos golpes de la vida. Estoy muy agradecida por ello.

“Más sabe el diablo por viejo que por diablo”, reza el refrán. Aunque suene jocoso, es cierto, pero muchos jóvenes no quieren reconocerlo. Es verdad que el mundo va cambiando con cada generación. Es más, por efectos de la tecnología cambia cada día; algunos de nuestros padres y abuelos han aprendido a dominar estos elementos, pero algunos otros no lo han hecho. Sin embargo, ello no resta valor a la experiencia que han adquirido a lo largo de su vida. Es lógico que las personas mayores entiendan mucho más de la vida que un joven de 17 o 20 años. Y es gracias a esa experiencia, que les ha cobrado lágrimas y sonrisas, que ellos están en la capacidad de enseñarnos con amor para evitar que suframos por situaciones que podemos evitar si somos lo suficientemente sabios para escucharlos antes de tropezar y caer.

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Ahora la pregunta es: ¿Cómo podemos cada uno de nosotros ser una influencia para los que nos rodean, así como lo han sido nuestros antepasados? Deseo compartir algunos consejos que nos ayudarán a dejar huella en la vida de nuestros seres amados.

Asegurémonos de amar de manera sincera a quienes deseamos ayudar

Esto es muy importante, pues si no lo hacemos así, sentiremos que ayudar a las personas es una obligación, y no serviremos de manera honesta ni con total gusto, sino que será incómodo y molesto. Tomemos el ejemplo de los esposos se ayudan entre sí y lo hacen por amor.

Amar con sinceridad a alguien, le permite a esa persona confiar en nosotros

Todos estamos en capacidad de percibir cuando alguien nos quiere o no. Cuando lo descubrimos, somos capaces de corresponder esos afectos y podremos confiar con certeza en las personas.

Demostrar interés sincero en su bienestar

En la actualidad el mundo reclama a gritos personas dispuestas a ayudar, a servir, a enseñar de manera desinteresada. No pienses en los beneficios que obtendrás para ti únicamente. Considera lo maravilloso que es hacer feliz a alguien más sin nada a cambio, especialmente cuando se trata de nuestros seres amados.

Todos somos capaces de enseñar algo positivo

El matrimonio se trata de complementarse. Si la esposa tiene algunas carencias en conocimientos de carpintería o electricidad, el esposo se podría encargar de dar una mano en las pequeñas cosas que necesiten un arreglo en casa. A cambio, la esposa enseñará a su esposo a tener paciencia con los niños y le ayudará a ser más espiritual siendo así los dos la base perfecta para mantener a una familia protegida.

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Estemos dispuestos a aprender

Cuando alguien tiene la gracia de compartirnos de sus experiencias, como en el caso de los abuelos o los amigos, seamos amables y escuchemos con atención, no siempre debemos “caernos para aprender”. Muchas veces podemos aprender de las experiencias ajenas, de esta manera podremos evitarnos muchas lágrimas innecesarias.

A este mundo vinimos a mucho más que vivir el día a día sin expectativas mayores. Debemos reconocer que muchas personas nos observan, ya sea para criticarnos o para imitarnos. Teniendo en cuenta estos dos aspectos, es nuestro deber ser ejemplos de vida, nosotros elegimos qué tipo de recuerdos queremos dejar en las vidas de las personas que nos aman: uno lleno de historias y ejemplos dignos de seguir o experiencias que otros tomen como ejemplo de lo que sus hijos deben evitar.

¿Qué tipo de ejemplo quieres ser?

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Erika Otero Romero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.