Un hijo nunca es demasiado grande para recibir consejo de sus padres

Los hijos siempre necesitarán de la buena guía e instrucción de los padres, sin importar que tan grandes sean.

Elizabeth González Torres

La crianza de los hijos es una de las tareas primordiales que tienen los padres. Saber guiarlos correctamente es, en definitiva, el deber más trascendental y duradero que toda madre y padre pueden tener. No importa qué tanto hayan crecido, como papá o mamá siempre deberás aconsejarlos y orientarlos en las diferentes etapas de su vida.

Guiarlos durante su infancia puede resultarte relativamente sencillo debido a la maleabilidad de sus caracteres y formas de ser. Sin embargo, al crecer y llegar a la adolescencia, esta significativa responsabilidad puede convertirse en un verdadero desafío. Más aún cuando de ser adolescentes pasan a ser adultos completamente independientes y capaces de tomar sus propias decisiones.

Algunas veces podrás pensar: “Mi hijo ya es lo suficientemente grande como para recibir mis consejos y guía. Él ya no necesita de mí. Es maduro para tomar sus propias decisiones sin consultarme”. Y efectivamente, al llegar a cierta etapa, tus hijos serán capaces de dirigir sus vidas sin necesidad de ti. No obstante, ellos siempre requerirán —a lo largo de su crecimiento y progreso personal— de tus sabias palabras y recomendaciones.

A continuación te comparto cuatro razones por las que tus hijos nunca serán demasiado grandes para recibir de ti un buen consejo:

1. No importa la edad, necesitan sentirse protegidos

Ya sean 20, 30, 40, 50 o más los años que tengan de experiencia, tus hijos siempre tendrán el deseo de saber que hay alguien que los cuida y los protege. Ten por seguro que ellos, al sentirse en peligro o duda, acudirán a ti porque saben que tus brazos y cuidados siempre estarán a su alcance.

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No tengas duda de que —como alguna vez seguramente tú lo hiciste con tus padres— ellos te dejarán ver esa parte indefensa y vulnerable que requiera de tu valentía y determinación.

2. Elegir entre lo bueno y lo excelente

Durante su infancia y adolescencia les enseñaste la importancia de las buenas y las malas decisiones. Sin embargo, ahora que se han convertido en adultos y han aprendido esta lección, quizás sea tiempo de que los ayudes a comprender la relevancia que tiene elegir entre lo bueno y lo excelente.

Escoger entre un buen trabajo y uno excelente, entre una buena esposa o una excelente, entre tener un buen matrimonio o uno excelente, entre ser feliz o sentirse verdaderamente bienaventurado, son algunas de las muchas enseñanzas que te quedan por ofrecerle a tus hijos.

3. Aún hay cosas que desconocen

Así como aprendieron a gatear, a caminar, a hablar, a leer, a andar en bicicleta, etcétera, quizás ha llegado el tiempo de que aprendan a ser esposos o esposas, madres o padres, líderes en sus trabajos y comunidades.

Una vez más —como a cada momento de la vida—, tendrán que afrontar experiencias completamente desconocidas que, con seguridad, requerirán de tu instrucción como padre o madre. Sin duda, van a necesitar tu experiencia cuando nazca el primero de sus hijos, cuando no sepan cómo cocinar cualquier receta, cuando surja algún conflicto dentro de su matrimonio, cuando la adversidad les llegue y desconozcan cómo sobrellevarla.

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4. Necesitarán consuelo y amor

En sus días buenos y no tan buenos, en sus éxitos y fracasos, en su llanto y en sus risas, buscarán tu mirada para hacerte partícipe de su tristeza o alegría. No importa cuántos años tengan ni qué tanta experiencia hayan obtenido, ten por seguro que a menudo los hará felices escuchar esas palabras de amor y de consuelo que únicamente tú les puedes dar.

Por último, recuerda que tu papel de padre/madre y maestro/maestra jamás termina, siempre tendrás algo bueno que enseñar y aconsejar a esos seres que han iluminado y seguirán iluminando tu existencia. Nunca olvides que la divina responsabilidad de guiar e instruir a tus hijos seguirá vigente por el resto de tu vida. No se descansa de ser madre y padre.

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Elizabeth González Torres

Es abogada egresada de la Universidad Autónoma Metropolitana. Actualmente estudia una licenciatura en Creación Literaria en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Considera que el mayor tesoro que tiene en la vida es su familia.