Yo NO quería tener a mi hijo y esto es lo que me pasó …

Para muchas mujeres -más de las que imaginas- asumir la maternidad no es una situación fácil y para algunas simplemente no es posible. Hoy ellas te comparten su experiencia para que simplemente seas feliz. ¿Quieres conocerlas?

Emma E. Sánchez

Todas las que hemos pasado por un embarazo o al acercarse el parto, sentimos miedo, dudas y temores respecto al futuro. ¡Cuánto más no experimentarán aquellas mujeres cuya situación de vida es compleja o vulnerable!

“Yo no quería tener a mi hijo”, es la frase que usa una mujer que ha pasado por un amargo camino desde que se supo embarazada hasta que decidió asumir el control de sus sentimientos y pudo tomar decisiones fuertes, asertivas y trascendentales no sólo para su beneficio propio, sino para el bien de alguien más. La vida, la maternidad las ha cambiado.

Te comparto las historias de algunas mujeres que han sido madres, admirables todas, con la intención de que alguna te sea de utilidad:

Mariana, la que no estaba preparada

Era joven, intrépida y dinámica. Soñaba con comerse el mundo de un solo bocado. Salía con un chico que le agradaba mucho, pero no tenían nada formal ni seguro. A ella no le gustaba la idea de estar solo con una persona para toda la vida, su idea, más bien, era conocer mundo, viajar, realizarse profesionalmente, ganar dinero, ser una mujer independiente y triunfadora… albergaba estas ilusiones cuando supo que estaba embarazada.

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El niño rompía todos sus planes y lo que más retumbaba en su cabeza era que ella era muy joven, “no estaba preparada para ser madre”, y ¡ni siquiera le gustaban los niños! Fue una situación muy frustrante, pero cuando pensaba darse por vencida llegó aquel joven que tanto le agradaba, él le brindó su apoyo y todo fue mejorando. Se casaron después de que el niño naciera. Actualmente, Mariana es madre de tres niños y es una mujer fantástica.

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Tú estarás preparada para ser madre cuando aceptes que eres capaz y fuerte para lograrlo todo.

Sonia: el egoísmo y la perfección

Sonia era hermosa, delgada, triunfadora. Tenía el mundo a sus pies, una casa hermosa, un esposo ideal, un buen trabajo y una vida con comodidades, pero sobre todo sin estrecheces económicas. Ese era su mundo perfecto, entonces ¿para qué tener un hijo? Nunca estuvo la maternidad en sus planes; el perro, su mascota, jugaba ese rol y todo era bueno. Pero un día el médico les dio la noticia: Sonia no estaba enferma, un bebé de poco más de tres meses crecía en su interior.

El embarazo fue largo, agobiante y lleno de sentimientos encontrados. La familia estaba feliz, inclusive su esposo, pero ella no lograba aceptar el ser madre. Después de que él bebé nació comenzó a llevar terapia, pues “¡todo era terrible!”. Perdió su figura, no podía trabajar, y las comodidades pasaron a un segundo plano: lo más importante para todos era el pequeño.

Sonia estaba enojada con el mundo. Entonces, el niño enfermó gravemente y al debatirse entre la vida y la muerte, ella supo que no podía perder ese bebé. Nada era más importante que la vida del pequeño, y ella se transformó.

La maternidad es mucho más que egoísmo y perfección.

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Julissa, una madre soltera y sola

Soñaba con una boda, una familia y un esposo, pero las cosas salieron mal: tenía un bebé en sus brazos, sí, pero no hubo boda ni había esposo. Estaba sola con su niño, afuera del hospital, esperando a un hombre que nunca la recogió.

Cruzó por su mente dejar ahí, en la banqueta, al bebé, pensando que alguien lo recogería, alguien que se haría cargo porque ella no podía, no tenía cómo, no había familia, nada, sólo tenía un bebé hambriento en sus brazos. Entonces dejó al pequeño en la puerta y se fue caminando. Dice que hasta la esquina escuchó el llanto y regresó por él. Lloró, lloró mucho y prometió que al niño no le haría lo que le hicieron a ella. Sufrió mucho, trabajó más y más y hoy está convencida de que todo valió la pena. Ahora es una hermosa abuela de cuatro pequeños encantadores. En su mano luce un anillo de compromiso bellísimo, ¿imaginas quién se lo regaló? Así es, su hijo, como muestra del gran compromiso que hay entre ellos.

Margarita y un diagnóstico terrible

La peor noticia que una mujer embarazada puede recibir es saber que su hijo nacerá con severas malformaciones físicas. Cuando el bebé vino al mundo ella no quiso verlo, ni cargarlo. Pasaron varios días hasta que se animó a verlo. Estaba claro: ella no quería ese bebé.

El matrimonio se fracturó y sobrevino la separación. El padre se quedó con el pequeño, y Margarita quedó sola. Así pasó el primer año de vida de este niño, sin conocer una caricia de mamá. Margarita no encontraba paz y buscó apoyo en la iglesia y con un terapeuta, y poco a poco comenzó a tratar al niño. Y cómo era de esperarse, el pequeño floreció cuando su madre lo aceptó y lo amó. La pareja se dio otra oportunidad y la familia creció y llegó la felicidad.

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La dicha de tener un hijo especial le duró a Margarita casi veinte años, pues él murió por complicaciones propias de su padecimiento. Actualmente, Margarita y su esposo colaboran con otros padres de hijos especiales y su ejemplo y experiencia de vida han ayudado a que otros no cometan sus mismos errores.

Juanita, la víctima

Describir el sufrimiento de una mujer que espera un hijo de su atacante o abusador, para mí, es simplemente imposible. No hay palabras que puedan sanar o consolar, borrar el trauma, la pena, el dolor, y el repudio al pequeño parece obvio.

Así se sentía Juanita, destrozada y humillada. Tal era su pena y su dolor que decidió quitarse la vida. Pero fracasó. Despertó en el hospital y una enfermera que desconocía su caso se acercó y le dijo: “No llores, pequeña, tu hijo se aferra a la vida, es un luchador como tú”. Esas palabras transformaron a Juanita: no era una víctima, era una luchadora y su hija era de ella, de nadie más.

Todo fue mejorando en su vida. Encontró un hombre bueno que la ama y la cuida y que es un buen padre para su hija.

Asumir la maternidad no es una cuestión que simplemente aparezca o se dé por arte de magia, es el deseo de amar y comprometerse con una empresa y con alguien, es una decisión y conquista personal de cada mujer.

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.