2 lecciones sobre cómo funciona la fe

¿Has perdido la fe en Dios, o en ti? Bueno, este artículo podrá ayudarte a confiar de nuevo.

Erika Otero Romero

Debo confesar que desde hace muchos días, viene rondándome en la cabeza algo que ha hecho que mi fe en Dios como en mí misma crezca mucho más, por lo que deseo compartirlo contigo. Para ello, debo contar dos historias de personas diferentes, de países y ciudades opuestas pero con el mismo resultado que me ha ayudado a fortalecer mi fe.

1. Actúa y las oportunidades llegarán

Conozco una familia que hace más o menos dos años emigró hacia Estados Unidos. El papá tuvo la suerte de ser trasladado por la compañía donde trabaja a Phoenix Arizona y fue a vivir allí junto a su esposa e hijastra. Después de vivir en un espacio rentado por algún tiempo, planificaron la compra de una casa en ese país, algo complicado de lograr para un extranjero. Sin embargo, después de tomar la decisión y consultar con el banco donde tenían sus cuentas de ahorro y demás, se dieron cuenta que estaban favorecidos por el tiempo que tenían de vivir ahí y por su estabilidad económica, razones por las que tenían la posibilidad de obtener una hipoteca con ese banco para lograr hacerse a una casa propia.

Luego de un tiempo de buscar el sector que más les favorecía y de analizar mucho si se embarcaban en esa empresa que significaba para ellos hacer muchos sacrificios, dieron con una constructora que les otorgaba muchas facilidades para construir su hogar. Tomada la decisión eligieron el terreno, firmaron y reunieron los papeles necesarios.

Pese a que soñaban con la típica casa de dos plantas americana, eligieron un diseño modesto para su casa, ya que estaba más al alcance de sus bolsillos. Su casa propia les sería entregada en seis meses, pero mes y medio después de dar la cuota inicial, sus planes dieron un giro inesperado. Ese día recibieron una llamada de la constructora para que fueran a elegir algunos complementos para el diseño de su vivienda. Al acudir a la cita, las personas de la constructora les ofrecieron la posibilidad de hacerse de una casa completamente terminada, que según les dijeron, tenía dos plantas, cinco habitaciones, tres baños, garaje para tres autos, sala, comedor, cocina y sala de televisión, todo esto más un patio trasero gigantesco. Lo más sorprendente era que podían tener todo aquello por el mismo precio que su pequeña casa modesta.

Sin creerlo del todo, fueron a ver la casa. Descubrieron que ésta superaba todas sus expectativas, por lo que negarse a semejante milagro sería un absurdo. Fue así que ese prodigio inesperado se manifestó en sus vidas y de lograr tener una casa pequeña, pasaron a ser dueños de la mansión de sus sueños. Ellos, desde el 5 de diciembre de 2015, viven en su nuevo hogar soñado.

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Nunca supe cómo funcionaba la fe, hasta ese momento. Debo ser muy honesta contigo: por mucho tiempo no lograba entender cómo era que funcionaba la fe para lograr las metas que uno se proponía. Hoy entiendo que si deseo algo con todo mi corazón y además lucho y hago todo lo que esté en mis manos por obtenerlo, por imposible que parezca Dios se encargará de hacer que se haga posible. Es así como surge el milagro de fe, misma que no solo se logra con orar, llorar y arrodillarse, sino que se alcanza a través del esfuerzo. Es preciso demostrar al universo qué tanto se desea algo y cuánto se está dispuesto a trabajar por ello, lo demás lo otorga esa fuerza maravillosa llamada Dios.

2. Sin esfuerzo, no hay milagro

Hace poco, un joven humilde de Paraguay que vivía junto a sus padres y que trabajaba como ayudante y obrero de construcción, vio materializado su sueño. Un día, sin que él se diera cuenta, su jefe le tomó una fotografía donde se veía a aquel joven estudiando en su hora de descanso.

La foto fue subida por a una red social y poco después la misma se hizo viral, dado que el jefe del muchacho, muy orgulloso comentaba la admiración que sentía por aquel chico humilde que lo único que deseaba era terminar su bachiller y estudiar arquitectura. Según sus palabras, este era un ejemplo para muchos, ya que no tomaba, no fumaba y solo luchaba por salir de la situación precaria en la que vivía junto con sus seres amados.

Después de un tiempo, un filántropo Paraguayo residente en Estados Unidos, vio la entrega del joven y sus deseos por progresar, así que se puso en contacto con él y se ofreció a pagar la totalidad de sus estudios universitarios. Hoy, Roberto cursa el primer año de arquitectura y va directo a la cima.

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Con estas historias, me convenzo de que si deseo algo, debo luchar con todas mis fuerzas para hacerlo posible, mientras que Dios hará la parte imposible.

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Erika Otero Romero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.