3 castigos comunes que no funcionan en algunos niños

Algunos castigos no funcionan, es por ello que debes leer este artículo antes de imponerlos.

Adriana Acosta Bujan

La mayoría de los padres deseamos que nuestros hijos aprendan a comportarse adecuadamente en cualquier situación, que sean disciplinados, obedientes y buenos niños. Nos esforzamos cada día para brindarles una buena crianza, sin embargo, algunas veces fallamos al establecer castigos porque en realidad no les servirán de nada, ni les dejarán un aprendizaje de vida.

Algunas veces los castigamos con cosas cotidianas como quitarles sus juguetes favoritos o cualquier objeto, prohibirles ver a sus amigos, ver la televisión o jugar videojuegos, o incluso ordenarles hacer cualquier cosa que no les gusta hacer para que aprendan la lección. Pero no todo es viable para algunos niños, ya que todo depende de cómo son ellos y su manera de interpretar cada problema.

Existen muchas claves para que estos castigos realmente dejen un aprendizaje de vida en nuestros hijos. Son precisamente la manera en cómo les explicamos lo que está bien y no, la gravedad del problema cuando no se resuelve y sobre todo explicarle con detalle las consecuencias de sus actos.

De lo contrario, si no se da un buen mensaje claro a los niños, entonces nuestro esfuerzo por educarlos será en vano, porque ellos no aprenderán a solucionar sus conflictos de una manera adecuada, ya que solo estarán obedeciendo cuando son castigados y lo más probable es que vuelvan a comportarse mal cuando se levante el castigo.

También es importante considerar que algunos castigos afectan la autoestima de los niños porque son implementados con algún tipo de violencia física o psicológica, es por ello que debemos reflexionar y analizar con detenimiento el castigo que deseamos imponer a nuestros hijos, antes de reaccionar impulsivamente.

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Castigos que dejan lecciones

Un estudio publicado en la Revista Electrónica por el Instituto de Investigación en Educación de la Universidad de Costa Rica, afirma que cuando los niños son castigados por sus padres no tienen la suficiente madurez para interpretar el por qué han sido castigados.

Desde su propia lógica este proceso de asimilación y la compresión de lo ocurrido tendrá que pasar por un proceso complejo entre la toma del rol paterno y la empatía, es decir, los niños tienen que ponerse en el lugar de los padres para tratar de entender para qué fue necesario el castigo, por lo cual la reacción al obedecer a los padres solo será una manera emocional, sin tener un real aprendizaje de vida.

Es por ello que los castigos deben ser empáticos logrando que estos sean fáciles de interpretar por los niños (dependiendo su edad y madurez), de esta forma los niños podrán solucionar cualquier situación por ellos mismos y aprenderán lo que está bien y no.

Dicho lo anterior, veamos qué castigos se aplican y por qué no funcionan:

1. Prohibirles jugar con su juguete u objeto favorito

Este es un castigo muy común ya que los padres solemos interpretar que si le quitamos a nuestros hijos su juguete favorito o cualquier cosa que les guste aprenderán la lección. Sin embargo, no pensamos en que los niños son muy creativos y que podrán encontrar otra manera de sustituir su juguete u objeto con otras cosas para de divertirse o distraerse, haciendo que el castigo sea en vano, ya que no habrán aprendido a modificar su comportamiento.

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Para que funcione el castigo, la solución será condicionar a los hijos, es decir, quitarle el objeto favorito hasta que modifique su comportamiento. Por ejemplo: “No jugarás con este juguete hasta que recojas los demás”, “Si te quito el celular o tu muñeco favorito es porque no has terminado de hacer la tarea, hasta que la termines te lo devuelvo”.

De esa manera, los niños aprenderán que existe una solución a su problema, que si hace tal cosa podrá volver a tener su juguete u objeto, por lo tanto, se esforzará para cumplir con sus deberes o cambiar de comportamiento. Recuerda que si no condicionas, no tomarán el interés por hacer lo que indicas ya que no hay una recompensa de por medio.

2. No hacer la actividad que más les gusta

Tal vez tus hijos estén practicando algún deporte favorito o les gusta dibujar o hacer cosas más intelectuales, entonces cuando se portan mal es sencillo prohibirles que hagan alguna de estas cosas que les apasiona hacer. El problema es que al prohibírselos no estamos enseñando a mejorar un comportamiento, al contrario, estamos reprimiendo sus habilidades y destrezas, lo cual puede no ser tan buen castigo.

Si quieres que tus hijos aprendan una lección, entonces explícales con detalle su mal comportamiento y no prohíbas por largo periodos de tiempo que hagan sus actividades favoritas.  Tal vez puede funcionarte por un día u horas, pero considera que entre más tiempo dejes este castigo, más se sentirán frustrados y perderán el interés por sus actividades.

3. Hacer cosas que no les agradan

Como una manera de educarlos a comportarse adecuadamente, los padres solemos castigarlos al obligarlos a hacer cosas que no les gustan. Esto pone en riesgo el aprender a controlar sus emociones, ya que interpretarán que es bueno vengarse o enojarse; simplemente porque lo que estás haciendo es pura venganza y no están aprendiendo la lección.

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La idea es enseñarles que toda acción tiene una consecuencia y que será mejor solucionarlo debidamente, ya que, al ponerles otras obligaciones no estarán solucionando el problema. Por ejemplo: “Tienes que terminar tu tarea y además sacarás la basura”, “Tienes que disculparte y además limpiarás el coche”.

Recuerda que los castigos deben implementarse de acuerdo a su edad y madurez, de lo contrario, no servirán de nada. Incluso deberás explicar el por qué deben estar castigados y cómo se soluciona el problema, así lograrás que modifiquen su comportamiento y aprendan la lección.

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Adriana Acosta Bujan

Adriana Acosta estudió comunicación, es madre y abuela, y actualmente se dedica a la enseñanza e investigación a nivel universitario en Puerto Vallarta. Publica sus escritos esperando que ayuden a las personas que leen sus útiles vivencias.