3 condiciones para que un hijo se sienta realmente amado

"Si quieres cambiar el mundo, ve a tu casa y ama a tu familia" (Madre Teresa de Calcuta)

Fernanda Gonzalez Casafús

Decimos amar a nuestros hijos. Decimos que haríamos lo que fuese por ellos. Sin dudas, ese deseo es ferviente y totalmente genuino. Pero, ¿sabemos realmente si nuestro hijo se siente amado?

Los adultos caemos una y otra vez en el error de olvidarnos muchas veces de tomar en cuenta los sentimientos de nuestros hijos. En muchas ocasiones enarbolamos la bandera de la crianza con respeto, sin darnos cuenta que pequeñas acciones cotidianas faltan al verdadero sentir y necesidad emocional de nuestro hijo.

Para que un niño se sienta amado no basta con decirle “te amo” o comprarle ese juguete o dispositivo que es el último grito de la moda. Necesitamos poner atención a sus necesidades y, sobre todo, escuchar nuestro niño interior. ¿Qué cosas me hicieron muy feliz en mi infancia y que hoy en la adultez puedo apreciar?

Condiciones para que un hijo se sienta amado

En las redes circula un video viral del orador motivacional Brian Tracy. Allí, el también exitoso escritor detalla concisa y acertadamente los tres pilares para que un niño se sienta amado. Tener en mente estas premisas nos mantendrá siempre enfocados en el camino de hacer que nuestros hijos se sientan amados.

1 Los padres deben amarse a sí mismos

El amor propio es la base de cualquier vínculo afectivo. No hay nada más cierto que la frase que dice “si no te amas a ti mismo, no puedes amar a los demás”.

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Para que un niño se sienta amado, sus padres deben primero amarse a sí mismos. Esto es un problema cuando el adulto es quien no recibió amor en su infancia, por lo que le costará aún más poder dar amor a sus hijos. Sanar el niño interior ayuda a que comencemos a amarnos a nosotros mismos para así poder amar a nuestros hijos.

2 Los padres deben amarse el uno al otro

El amor y el respeto entre los padres es fundamental para que un niño crezca sintiéndose amado y confiado. No hay nada que le infunda más temor a un hijo que crecer en un ambiente donde los padres pelean constantemente.

En un hogar donde las peleas y los gritos predominan, el niño tiende a ser la víctima y muchas veces siente que el desamor entre sus padres es su culpa. Si la relación de los padres no funciona y el divorcio es inminente, es menester que sepan que ellos no son culpables de esa mala relación. Por el bien de sus hijos, los padres deberán hacer un máximo esfuerzo en respetarse y tratarse con amabilidad. Los niños necesitan oír de la boca de sus padres que si mamá y papá se separaron, no tuvo nada que ver con ellos.

3 Amor incondicional hacia los hijos

Parece obvio, pero en realidad no todos los padres aman a sus hijos. Algunos hijos no fueron planeados ni mucho menos deseados, y esto tarde o temprano el niño lo siente.

Para que un hijo se sienta amado, sus padres deben amarlo desde el principio y sobre todo, el niño debe saber que aunque cometa errores, aunque se equivoque, mamá y papá lo amarán incondicionalmente.

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Los niños siempre buscan la aprobación de sus padres. Cuando un padre reprueba un accionar de su hijo, el niño siente que no es merecedor del amor de sus progenitores. Y allí radica la entereza y madurez del adulto para no jugar con los sentimientos del pequeño y hacerle creer que por su error nuestro amor ya no es como antes. Los hijos necesitan saber que hagan lo que hagan, los amaremos siempre. Y aunque pongamos reglas, límites y estemos enojados, nada opaca lo que sentimos por ellos.

Cuando alguna de las condiciones no se cumple

Puede suceder que alguna de estas premisas no apliquen en muchos casos. Las relaciones familiares nos son matemáticas. A veces, uno de los padres busca el bienestar emocional de sus hijos, mientras que al otro no le importa gritar y vociferar, haciendo que sus hijos se sientan inseguros y temerosos.

Otras veces, los padres tienen tan baja autoestima y amor propio que les cuesta sobremanera entablar un vínculo sano con sus hijos. Esto, aunque muchas veces es difícil de identificar, la mayoría de las veces hace mella en la crianza y en la personalidad de los hijos.

En el peor de los escenarios, cuando los padres pelean y no pueden sostener un vínculo sano, los hijos caen presas de la relación, logrando muchas veces que se sientan poco amados, protegidos y valorados.

En todos los casos, como padres, haremos lo mejor que podamos para sostener el equilibrio. Nadie nos dijo que sería tan difícil. Sin embargo, aquí estamos, poniendo todo lo mejor en cualquier situación que se nos presenta.

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Amar a nuestros hijos es una tarea que requiere de mucho compromiso y asertividad afectiva. Y aunque todos nacemos con un corazón, no todos nacen con la capacidad de amar incondicionalmente a un hijo.

Si quieres hacer de este mundo un mundo mejor -y citando a la Madre Teresa de Calcuta-, ve y ama a tu familia. La sociedad necesita cada vez más de adultos que hayan crecido sintiéndose niños amados. No dejemos pasar esta loable tarea que nos ha sido encomendada.

Y tú, ¿Qué otra condición agregarías para que un niño se sienta amado?

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Fernanda Gonzalez Casafús

Fernanda es Licenciada en Periodismo, especialista en Redacción Digital y Community Managment. Editora de contenidos y redactora en Familias.com. Nacida en Argentina y mamá de dos, ama los animales, la danza, la lectura y la vida en familia. Escribir sobre la familia y la maternidad se ha convertido en su pasión.