3 formas en las que tu esposo INVITA a la INFIDELIDAD a tu matrimonio

No sólo los hombres pueden invitar a la INFIDELIDAD usando estos pasos que se esconden detrás de intenciones 'INOCENTES'.

Mariel Reimann

Todos dejamos una impresión en los demás; la manera en la que nos manejamos, nos movemos, cómo hablamos y hasta que llevamos puesto, marca a fuego lo que los demás piensan de nosotros. Lo mismo pasa con tu matrimonio; la manera en la que te expresas de tu relación, cómo reaccionas a las preguntas de los demás, puede INVITAR a una infidelidad.

“Aunque el mono se vista de seda, mono queda”, decía mi abuela refiriéndose a que las personas no podemos disfrazar nuestra esencia. Y aunque esto es cierto, en el matrimonio, sí podemos disfrazar nuestra realidad ante los demás para bien o para mal.

.

Hay tres tipos de matrimonios en los que uno, o los dos, están invitando a una infidelidad:

1. “No soy feliz con mi esposo”

Advertisement

En este tipo de relación, uno o ambos, tienen la mala costumbre de ventilar los trapos sucios al sol. A donde se paran cuentan todo lo que sucede en la pareja, haciendo hincapié sólo en lo malo.

Muchas personas son así por naturaleza y casi sin darse cuenta lo hacen. Este tipo de esposos y esposas, son más bien negativos y hablan sólo de las cosas malas que les suceden en sus vidas. Así como hablan mal de sus trabajos, hablan mal de sus parejas, amigos y hasta de sus hijos.

El problema con esta forma de ser es que los demás lo escuchan no sólo como una protesta, pero como una invitación a convertirse en un amante.

Para evitar esto, deben tomar la costumbre de no compartir lo malo que sucede entre los dos. Esto no sólo se aplica al matrimonio, las mismas reglas deben aplicarse a todos los niveles de sus vidas. Cuánta gente no termina perdiendo sus empleos por abrir su boca demás sin darse cuenta de que lo están haciendo frente a la persona equivocada.

2. “Estoy casado, pero nunca nadie me ve con mi esposa”

Advertisement

En mi trabajo anterior, conocí a alguien que siempre hablaba de su novio y de las cosas que hacían juntos, sin embargo, nunca nadie lo llegó a conocer. A pesar de que hacíamos actividades juntos y de que todos siempre llevaban a sus familias o novios, ella nunca lo traía. Siempre tenía una razón, que al parecer era válida, pero todos nos preguntábamos si en realidad él existía.

Muchas parejas hacen esto. Tienen una vida separada a la de sus matrimonios, y nunca incluyen a su familia. Es como si vivieran compartiendo sus vidas en dos mundos diferentes.

.

El problema con estas relaciones, en las que a lo mejor no existe una vida social más compartida por hechos válidos, como una enfermedad, horarios de trabajo opuestos, diferentes gustos, etc., es que los demás lo ven como algo extraño y comienzan a sentir que a lo mejor tu relación está destruida y que no tendrías problema en tener una amante.

Por el bien del matrimonio, es sumamente importante que ambos compartan los aspectos sociales de sus vidas. No tiene que ser todo, cada uno puede también tener a sus amigos por separado, pero siempre deben asistir al menos una vez juntos a los eventos a los que los dos frecuentan por su cuenta.

Advertisement

Cuanto más cosas compartan y tengan en común, más posibilidades tendrán de tener una relación exitosa.

3. “Me casé por que se me estaba pasando el cuarto de hora”

Muchos matrimonios comienzan por las razones equivocadas, como el hecho de que piensas que ya eres muy ‘vieja’ y que si no te casas ahora, nadie se querrá casar más adelante contigo. Pero a pesar de que no se casaron por las razones correctas, muchas de estas relaciones con el tiempo crecen y se convierten en matrimonios sólidos.

Todo esto está bien, siempre y cuando no anden por allí diciéndole a todo el mundo el motivo ‘equivocado’ por el que decidieron dar el sí. Así como en los dos ejemplos anteriores, con esto, lo único que consigues es enviar el mensaje equivocado e invitar a los demás a que piensen que están abiertos a ‘encontrar el verdadero amor’ (infidelidad).

Toma un momento para compartir ...

Mariel Reimann

Mariel Reimann estudió leyes en la Universidad de Córdoba, Argentina y vive en Salt Lake City, Utah. Es madre de dos hijas que son la luz de su vida.