5 cosas que perdemos cuando muere nuestro padre

Aceptar la muerte de un padre no es nada sencillo, sin embargo, debes saber que su amor incondicional te guiará más allá de este mundo.

Adriana Acosta Bujan

Esperábamos su partida final, cuando sus ojos por fin encontraran un descanso eterno y su voz se apagara por completo. Sabíamos lo que iba a ocurrir, los doctores no daban más esperanzas de vida; sin embargo, nunca se está preparado emocionalmente para la muerte de un padre.

Han pasado cuatro años de su partida y aún se siente el dolor como si hubiera pasado hace unos minutos. Su ausencia, sus besos, sus abrazos y sobre todo sus consejos, los llevo clavados en el alma.

La muerte de un padre deja heridas marcadas por siempre, no importa si tuviste una buena o mala relación, o si él era un papá ausente en tu vida; no importa si fuiste pequeño o adulto cuando sucedió, ya que el dolor que se experimenta es el mismo, dejando un pequeño terremoto en nuestro interior.

El amor de los padres

El amor de mamá es el primer contacto que tenemos cuando nacemos, por ello se vuelve la persona más importante en nuestra vida; sin embargo, tanto madres como padres tienen distintas maneras de amar a los hijos y estas formas se complementan con la disciplina, el autoestima, el respeto y el deseo mutuo de educar.

Al igual que las mamás, los padres juegan un papel fundamental en el desarrollo y crianza de los hijos, de esa manera crecerán equilibrados emocionalmente. Como dice Erich Fromm en su libro “El arte de amar”, los niños necesitan el amor incondicional de la madre los primeros meses, pero alrededor de los seis años, comienzan a necesitar el amor de padre, su autoridad y guía constante.

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Papá es el apoyo y la guía

Los papás suelen ser la fortaleza de la familia, los guías y protectores, son los que ayudan a los hijos a solucionar problemas, enfatizando en el respeto y en los deberes que los niños deben hacer, los enseñan a ser competitivos, a triunfar y liderar, mostrándoles los límites continuamente.

Es por tal razón que al morir nuestro padre perdemos muchas cosas en nuestro interior, como por ejemplo:

1 El camino a donde dirigir nuestros pasos

Socialmente hablando, el padre es aquella persona que guía a la familia, que la sostiene y que cuida de ella. Cuando muere, se pierde esa seguridad en el interior y nacen las dudas, inquietudes y miedos al tomar decisiones sin tener un respaldo amoroso y confiable. Es como quedarse solos en la incertidumbre de un futuro incierto y desconocido.

Sin importar la buena o mala relación, siempre dejará ese sentimiento de inseguridad, puesto que bien o mal, los padres siempre dirigen a los hijos, brindándoles su experiencia y sabiduría de vida, protegiéndolos y enseñándoles a enfrentar las adversidades.

2 La identidad

Inconscientemente sabemos que un padre siempre estará aquí en las buenas y en las malas, aunque físicamente no esté presente en algunos casos. Al morir, esa identidad se quebranta y se vuelve vulnerable, ya que durante la infancia se forma el concepto de nuestra personalidad, vamos aprendiendo de valores, de reglas y autoestima.

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Dejamos de sentirnos los niños protegidos y confiados, iniciándose un proceso de construcción de una nueva identidad adulta. Este proceso asusta en la mayoría de los casos, pero es algo que debemos lidiar, ya que no queda más que aceptar que ahora pasamos a encabezar y dirigir nuestra propia vida, sin un respaldo seguro.

3 Una parte de tu felicidad

Es lógico pensar que el dolor en los primeros años es cruel y tormentoso, pero al transcurrir el tiempo del duelo se va menguando e inconscientemente se va aceptando la realidad. Se aprende a vivir sin ese amor único y especial que brinda un padre.

Sin embargo, la vida nunca volverá a ser igual, esa felicidad que puedes experimentar en momentos de tu vida, se ve fracturada e incompleta, ya que no estará él físicamente para celebrar tus triunfos y metas realizadas.

4 Algunos recuerdos

Cuando un padre muere y te toca experimentar el duelo a muy temprana edad, es normal que algunos recuerdos se alejen de tu mente y corazón; no quiero decir que lo olvides por completo, pero será más difícil recordar ya que lamentablemente fueron pocos años y vivencias que pasaste con él.

5 El pasado que no vuelve 

Como decía mi padre “nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido”. Con esto me refiero a que muchas veces dejamos de valorar el esfuerzo de los padres, su presencia, consejos, guía y sabiduría, hasta que llega el momento de perderlos por siempre.

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Cuando muere un padre, es probable que nazca un sentimiento de anhelo y tristeza por desear volver al pasado para agradecerle todas las cosas que hizo por nosotros.

Se genera una esperanza irreal de volver a estar con él, para darle todo el amor que creemos fue poco, incluso de pedirle perdón por nuestros errores y malos tratos.

La muerte de los padres siempre dejará huella en el alma de todos los hijos, por esa razón es que debemos amarlos, valorarlos y cuidarlos en vida. Recuerda que lo más valioso en este mundo es el amor de tus padres y a pesar de los errores que hayan cometido durante tu crianza, es fundamental perdonarse y reconciliarse. Disfruta esa bendición que Dios te ha regalado y guárdala como el tesoro más preciado.

En caso de estar experimentando el dolor de su muerte, trata de rescatar todas sus buenas enseñanzas y consejos que te dio en vida. Nunca dejes de pensarlo, amarlo y recordarlo: en algún lugar no muy lejano tu padre estará cuidando de ti.

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Adriana Acosta Bujan

Adriana Acosta estudió comunicación, es madre y abuela, y actualmente se dedica a la enseñanza e investigación a nivel universitario en Puerto Vallarta. Publica sus escritos esperando que ayuden a las personas que leen sus útiles vivencias.