5 fases para sanar de una ruptura amorosa

Un día estás bien con tu pareja, y el siguiente ocurre la ruptura. Comienza entonces tu infierno. ¿Cómo es el camino de la recuperación?

Rafael Vázquez

Tenías grandes sueños, habías nutrido ilusiones dulces e incluso tenías planes concretos para poder alcanzar su realización, y la parte más importante de todos esos sueños e ilusiones era él. Eran las expectativas que se habían formado juntos, unidas al sentimiento profundo de seguridad y de protección que dan las relaciones sentimentales sanas y constructivas. Pero un día ocurre la ruptura, por la causa que sea. Comienza entonces lo que mi amiga, la Dra. Camila Müller llama la ‘via crucis’ de la víctima de abandono.

¿Recuerdas las fases del duelo? Se le parece mucho. De modo que si estás padeciendo lo que en el coloquio mexicano se conoce como “mal de amores”, te sugiero seguir leyendo e identificar en qué fase de esta procesión mistérica te hallas, y así sabrás qué hacer para sanar tu corazón.

Fase 1: Súplica

Es normal implorar el amor y llorar para conmover a nuestra pareja recién escapada. Incluso es racional y moralmente adecuado. Solamente no dejes que tu dignidad sea menoscabada. Si te dice que no te quiere, no puede haber más claridad. Se vale que te duela, pero la insistencia debe tener una proporción prudente.

Fase 2: Racionalizar

Te decantas los sesos tratando de encontrar las explicaciones racionales más satisfactorias del comportamiento de tu ex, con la finalidad de corregir el engrane lógico que fallaba. Lo malo aquí es que no todo en las relaciones interpersonales es tan frío y sistematizado como un sistema de ecuaciones. Encontrarás muchas fallas entre los dos que te darán mucho aprendizaje para futuras uniones sentimentales.

Fase 3: Odio y/o falsa indiferencia

Si alguien nos lastima, lo más normal es reclamarle, inconformarnos o buscar el desquite. Es muy común escuchar frases como “lo odio”, “qué bueno que se fue, porque solamente me hizo daño”, o expresiones que pretenden no tener más interés, con palabras como “me da lo mismo lo que haga con su vida” y “ojalá que sea feliz, le deseo lo mejor”, dichos todos que conviven con conductas de asedio, como preguntar por él, estar esperando una milagrosa llamada reconciliadora, lo cual es improbable que ocurra.

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Fase 4: Adaptación

La vida va retomando su curso a medida que el dolor disminuye. Aquí se recuperan o se cultivan las amistades, las relaciones familiares, la rutina laboral, escolar, atlética, intelectual, tan necesaria para la formación de nuestro carácter, comienza a equilibrar los distintos aspectos de nuestra vida porque la ex pareja poco a poco deja de ser el centro de los pensamientos y ocupaciones de uno.

Fase 5: Independencia

En esta etapa uno vuelve a ser el protagonista de su propia vida, y ésta de nuevo cobra sentido. Uno forma sueños y construye ilusiones nuevas en las que la ex pareja ya no es una parte importante o ya no es parte del todo. Ante la presencia de él, puede seguir surgiendo una inquietud que despierta los recuerdos, pero se los puede contemplar con la perspectiva de la experiencia. En general uno ya se siente seguro.

Pasa por cada etapa

Tal como ocurre con el duelo que se vive por otro tipo de pérdidas, la ‘via crucis’ del abandonado debe elaborarse viviendo cada etapa con cierta profundidad y sin instalarse en ninguna de ellas. Pretender que no estamos sufriendo o que lo hemos superado todo de un momento a otro es simplemente un autoengaño cuya factura llegará en el momento más inoportuno de nuestra vida emocional y sentimental.

Apóyate en tus seres cercanos

Por eso, un elemento indispensable que debe acompañarnos en todas las etapas de nuestro duelo lo constituyen los amigos y familiares más leales: aquellos que nunca nos abandonan. Ellos no nos harán fingir que todo es bello, sino que serán empáticos con nuestro sufrimiento y nos darán una perspectiva ajena de la relación que acabamos de pasar.

La vida es aprendizaje

Ya sea que se trate de un divorcio o del abandono de una relación de noviazgo, el dolor de la ruptura es algo real, profundo y una carga muy pesada. Los días inmediatos a estos acontecimientos suelen ser llenos de reflexión y nuestro ritmo de vida parece ir más lento, lo que nos permite apreciar y valorar muchas cosas de la vida y de nuestra capacidad para relacionarnos. Aprovecha esas reflexiones, estudia muy bien tus sentimientos y pasa por todas las etapas antes de tomar decisiones importantes en tu vida. Y cuando estés “del otro lado”, podrás leer siempre este capítulo aciago y esperanzador de tu “Libro Sagrado de la Experiencia”.

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