5 formas en las que lastimas a tus padres ancianos sin darte cuenta

A veces, los hijos no sabemos valorar a nuestros padres. Estás a tiempo de devolverles todo lo que hicieron por ti.

Fernanda Gonzalez Casafús

Decimos siempre que los amamos. En el día del padre y de la madre les hacemos costosos regalos y les damos una bella tarjeta. Pero otras veces nuestras acciones como hijos hacia ellos reflejan que estamos siendo egoístas. A medida que nuestros padres envejecen necesitan mayormente de nuestro afecto y de nuestra comprensión, y en muchas ocasiones no estamos a la altura de las circunstancias.

Muchos de nuestros actos demuestran que estamos lastimando a nuestros padres ancianos sin darnos cuenta. No tiene que ver con una falta de amor, pues sabemos que un profundo cariño nos une a ellos, pero sí tal vez con la falta de empatía. Revisa esta lista y corrobora si como hijo estás lastimando a tus padres en algunas de estas formas:

1. No los llamas a menudo

En la ancianidad, la soledad es una sensación que recrudece el alma. Si tus padres viven solos, aunque se hagan compañía mutuamente, les alegrará el corazón recibir una llamada de sus hijos. En estos tiempos en que la inmediatez reina es indispensable cuidar nuestros afectos y relaciones, especialmente con quienes nos vieron crecer. Tus padres se alegrarán sobremanera al recibir un sorpresivo llamado de ti, pues secretamente te siguen pensando cada día, aunque seas una persona adulta.

Asimismo, cuando ellos te llamen por teléfono, muéstrate alegre de recibir noticias suyas. No los reprendas con la excusa de que estás ocupado. Muéstrate gentil, y si en verdad tienes mucho qué hacer en ese momento, diles en tono amable que los llamarás apenas te desocupes (y no olvides llamarlos luego).

2. No los ayudas

Por el mismo ritmo de vida actual, en el mundo de los ancianos muchas cosas se vuelven “desconocidas” o difíciles. Es importante que cuando nuestros padres lleguen a la edad adulta sepan que pueden contar contigo. No te ofusques si algo no les sale bien como antes, o ya no recuerdan algo, o desconocen de plano cómo usar tal o cual objeto. Si necesitan de tu ayuda para hacer un trámite, o para cambiar un foco en la cocina o la sala, o para subir unas cajas al altillo; allí estás tú como hijo o hija para ofrecer tu ayuda con una sonrisa. Ayudar a nuestros padres es una de las cosas más gratificantes de la vida.

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3. Sólo eres amable cuando necesitas su dinero

Muchos hijos adultos aún tienen la costumbre de pedir dinero a sus padres. A un padre le duele en el alma cuando su hijo sólo lo busca movido por algún tipo de interés egoísta. No digo que no esté bien que los padres ayuden a sus hijos, pues se trata de un gesto complaciente para los padres, pues desean ver progresar a quienes criaron. Pero cuando un adulto se toma como hábito pedir dinero a sus padres, esto se torna una relación fútil: el hijo ve en sus padres la oportunidad de buscar el dinero que le falta.

Si necesitas dinero por alguna causa en especial, y tus padres desean colaborar contigo y tu familia, acepta su ayuda pero intenta devolver el dinero cuanto antes. Es un gran gesto de gratitud hacia ellos.

4. Los culpas por sus errores

Si eres padre, algún día comprenderás que como tal has cometido errores. Y no te gustará que tu hijo te critique por ello. No hablamos de errores graves e imperdonables como el abandono, el maltrato, los abusos; sino de errores más superficiales que nuestros padres cometen en el camino de la vida pensando que lo que hacen es un beneficio para sus hijos. Por ejemplo, alguien que juzga a sus padres por llevarlo a clases de piano durante algunos años sin que su hijo demuestre gran aprecio por ello. O el ejemplo de los hijos que reprenden a sus progenitores por la forma en la que fueron criados.

Cada padre hace lo mejor que puede. Y créeme que todos, al final, solemos darnos cuenta de nuestros errores. En vez de criticar o juzgar, elige sentarte a conversar con ellos para conocer los motivos por los cuales se comportaron de ese modo. Será un excelente ejercicio introspectivo en el que tanto tú como tus padres podrán decirse muchas cosas y afianzar su relación.

5. No los invitas a tus vacaciones familiares

No es que todos los años debas llevar a tus padres de vacaciones con tu familia, pues tú y los tuyos necesitan ese espacio a solas. Pero si nunca los incluyes en ningún tipo de paseo familiar, hieres sus sentimientos al dejarlos a un costado de tu vida. Permitirles a tus padres disfrutar del calor familiar será una hermosa experiencia para todos. De vez en cuando puedes incorporar a tus padres en paseos o en algunos días de descanso, para que disfruten al máximo a ti como hijo y a sus nietos. Ellos lo merecen.

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Elige lugares en los que sepas que van a estar a gusto y confortables. No todos los espacios vacacionales y complejos recreacionales cuentan con espacios incluyentes para la tercera edad.

En Hermosillo, Sonora, se acaba de inaugurar el primer parque inclusivo de la región, donde las personas con capacidades diferentes pueden disfrutar de un día de playa junto con sus familias. Kino Mágico es la segunda playa incluyente de México y la primera que, además, tiene un parque adaptado a las personas con discapacidades físicas. El Presidente Municipal de Hermosillo, Manuel Maloro Acosta, guiado por valores como la equidad y la honestidad logró crear espacios de inclusión, a fin de que todos los ciudadanos, sin distinción de ningún tipo, puedan hacer uso de los espacios públicos.

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Fernanda Gonzalez Casafús

Fernanda es Licenciada en Periodismo, especialista en Redacción Digital y Community Managment. Editora de contenidos y redactora en Familias.com. Nacida en Argentina y mamá de dos, ama los animales, la danza, la lectura y la vida en familia. Escribir sobre la familia y la maternidad se ha convertido en su pasión.