5 maneras de formar en tus hijos a los ciudadanos que necesita tu país

Estamos a tiempo de cambiar el rumbo de nuestra historia, y nos toca a ti y a mí, justamente hoy. ¿Quieres saber cómo?

Marilú Ochoa Méndez

Nos quejamos continuamente, ¿no es cierto? Que si mi vecino no respeta mi cochera, o hace mucha fiesta en la noche. Pegamos el grito en el cielo si el carro de al lado tira una basura por la ventana o si aquella señora no educa a su hijo que se porta mal en algún lugar público.

Desafortunadamente, a veces pasamos desapercibida la gran posibilidad que tenemos nosotros de cambiar esto desde nuestra casa y obviamente empezando por nuestros propios hijos. Por eso quiero dejarte 5 consejos para que las nuevas generaciones hagan la diferencia en los próximos años

1. Lee Historia con tus hijos y que se enamoren de sus raíces

¿Tus hijos conocen a los héroes de la Patria y a los personajes históricos, porque dan su nombre a una calle, o por lo que realmente los inmortalizó? ¿Confías únicamente a los maestros la tarea de contar la Historia de tu país, sin que tú les hagas ver en contraste lo que realmente pasa? Si respondiste que sí a algún cuestionamiento, quizá algo ande mal.

En medio de la globalización, es necesario que ayudes a tus hijos a identificar sus raíces y a enamorarse de ellas. La identidad de un pueblo es más que lo que encierra un libro de historia. Seguramente puedes rescatar grandes relatos de auténticas aventuras o historias reales que pueden contagiar entusiasmo a tus hijos por conocer y amar más a su país.

2. Fomenta el buen trato

El gran mal de nuestros tiempos es la indiferencia y la violencia. Vivimos todos los días confrontaciones, guerras y diferentes formas de expresión de odio en medio de una sociedad que cada vez tiene menos confianza. Urge revertir esta tendencia que, de seguir así, solamente concretará la conocida frase de Hobbes: “el lobo es el propio lobo del hombre”.

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¿Por qué tanta violencia y maltrato? Precisamente por no valorar, no respetar la dignidad del otro. En Colombia vemos importantes ejemplos de cómo con el buen trato entre semejantes —incluso impulsado como política pública—, se ha logrado bajar de forma importante los altos índices de violencia que vivía el país. Pero, ¿qué es el buen trato? La sensibilización de esa regla de oro que todos conocemos: “Trata a los demás, como quieras que te traten”.

3. Educa en los valores cívicos

Cuando hablamos de valores cívicos, nos referimos al respeto a los demás, a la tolerancia al diálogo, la comunicación. Ayúdale a tu hijo a entender la importancia de ceder un lugar, de ofrecer una disculpa, de agradecer un regalo o gesto. Enséñale lo importante de respetar una bandera y no usarla solamente como decorativo en actividades deportivas o fiestas patrias.

4. Participa

Urge vencer la indiferencia en el mundo y eso solo se logra siendo parte de la solución. Es preciso pasar de la indignación a la acción. Escoge en qué te gustaría participar. En la sociedad de padres de familia, en el comité de vecinos, en el grupo de tu iglesia o comunidad pastoral, en alguna asociación civil que promueva una causa en particular como ayuda a los ancianos, a niños de la calle, a personas con cáncer, o incluso participar en política. Hay muchas formas de lograr que las cosas cambien; enseña a tus hijos a ser generosos con su país y a ser parte de la solución y no del problema.

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5. Motívalos a ser los mejores y a ayudar a los demás

Nuestro país necesita mejores mujeres y hombres y todos los sabemos, pero esas personas no nacen de la espontaneidad, se forman en las familias, en tu familia y en mi familia. Hay un refrán que dice “el cucharón saca lo que hay en la olla”. ¿Cómo queremos mejores políticos, empresarios, maestros, si las familias están en crisis?

Es preciso exigirnos como familias evitar adoptar la mediocridad como consuelo. Que tus hijos conozcan sus virtudes y defectos, sus áreas fuertes y sus debilidades y que se enfoquen en ser mejores. Anímalos para que brillen con luz propia y cuando ya dominen una disciplina o tema, ponles un reto más alto, pero antes, que enseñen al que no sabe o ayuden al que no puede.

Te invito a ver este vídeo: sencillos gestos de generosidad son los que hacen las más grandes diferencias.

No necesitamos empresarios millonarios que empleen obreros toda la vida, urgen empresarios con responsabilidad social. No necesitamos maestros que enseñen recitando un libro, urgen maestros que formen almas. No necesitamos políticos que busquen votos, urgen gobernantes sabios y honestos que hagan de su país el espacio digno que le corresponde a cada uno de quienes lo habitan. No necesitamos padres que se quejen y digan lo que debería hacerse, urgen padres que formen a los ciudadanos del futuro. ¿Te animas?

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Marilú Ochoa Méndez

Enamorada de la familia como espacio de crecimiento humano, maestra apasionada, orgullosa esposa, y madre de siete niños que alegran sus días. Ama leer, la buena música, y escribir, para compartir sus luchas y aprendizajes y crecer contigo.