5 peligros de ser televidente frecuente

La televisión es la compañía de quienes están solos, la diversión para quienes no pueden pagarse otros lujos, la niñera de los hijos y hasta la encargada de decirnos cómo debemos actuar y pensar.

Yordy Giraldo

La televisión se ha convertido en símbolo de estatus: mientras más grandes y modernas, mejor. También son la compañía de quienes están solos, la diversión para quienes no pueden pagarse otros lujos, la niñera de los hijos y hasta la encargada de influirnos al punto de disponer cómo debemos pensar, actuar y hasta cómo vivir.

Muchas personas subestiman su poder por el hecho de que tienen en sus manos el control remoro para -literalmente- apagarlo. Sin embargo, no es tan simple. La televisión es propaganda y como tal es capaz de convencernos de cosas en las que de otro modo no creeríamos; crea necesidades que no sabíamos que teníamos.

Efectos secundarios de vivir frente al televisor

Existen múltiples peligros de ser televidentes frecuentes, algunos afectan nuestro actuar y otros tantos nuestra salud física. Quizá como adulto no quieras tomarlos en cuenta, pero deberías al menos conocerlos para que decidas con conocimiento de causa si estás dispuesto a arriesgar tu bienestar y el de tus hijos.

1. La televisión nos nubla el juicio

Lo que sale en la televisión, tenemos por costumbre aceptarlo. Así que rara vez lo cuestionamos, especialmente aquellas cosas alejadas de nuestro entorno. En ese sentido, la televisión -por feo que se escuche- embrutece. Es importante que nos preguntemos si queremos que nuestros hijos sean personas sin opiniones propias, incapaces de ver más allá de lo evidente.

2. Daña nuestras habilidades sociales

Estar todo el día sentado en un sofá no es precisamente una manera efectiva de hacer amigos. Esta poca interacción con nuestros semejantes termina por aislarnos, causando depresión, dependencia y, por consiguiente, perdemos no solo la capacidad para relacionarnos, sino las ganas de hacerlo.

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3. Alienta el sedentarismo

El problema de no ejercitarnos no es ser flojos, el problema está en las consecuencias de no hacerlo: obesidad, atrofia muscular, irritabilidad, hipertensión, diabetes. Todo como resultado de una vida sin la movilidad suficiente.

4. A más problemas, más televisión

Los niños con problemas en casa y/o en la escuela son los que más se refugian en la televisión. No enfrentar esta problemática a la larga crea mayor frustración u aislamiento, además de que sirve para que los problemas no se resuelvan. Enseña a tus hijos a enfrentar los retos, no a evadirlos.

5. Promueve el consumo

Si la televisión buscara el bienestar social, estaría perfecto. Pero no seamos ingenuos, la televisión lo que quiere es vender y no le interesa si tienes ocho años u ochenta: va a hacer todo lo posible para que desees lo que ellos venden, y muchas veces esos productos son todo menos saludables o necesarios.

La vida está hecha de momentos improvisados no de instantes editados para mostrar solo un lado de la vida. La televisión por sí sola no daña, el problema está cuando no tenemos contra qué confrontar esa realidad a modo que nos muestra. Es por ello que se vuelve tan relevante que no le demos tanta importancia, que hagamos nuestras propias historias, nuestros propios juicios, que nos abramos a mucho más mundo que el que nos muestra nuestro proveedor de cable local.

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Yordy Giraldo

Yordanka Pérez Giraldo, Cubana de nacimiento, mexicana por elección.