6 formas en las que estás incentivando el mal comportamiento en tus hijos

Si sientes que estás un poco perdido en tu rol paterno o materno, por favor lee este artículo que te puede ayudar mucho.

Erika Otero Romero

Nadie dijo que criar y educar hijos fuera un trabajo sencillo. Pero tampoco es imposible. Siempre, si ambos padres tienen una mente dispuesta a adaptarse a los retos diarios, podrán ir implementando acciones y ajustes según las necesidades de sus hijos.

Un factor contra el que luchan mucho los padres es el mal comportamiento de sus pequeños. No es que quieran niños perfectos, pero sí bien portados, sin embargo no saben cómo lograrlo, cómo encontrar la mejor opción, y en ese camino cometen numerosos errores por efecto del amor desmedido que sienten por sus hijos.

Por tal razón detallaré seis errores que debes evitar, porque incentivan el mal comportamiento:

1. Un mal comportamiento no tiene consecuencias

Si tras decirle a tu hijo, por ejemplo, que hoy no habrá videojuegos y a consecuencia de esa medida el chico hace una rabieta y tú, para que no continúe con esa actitud, accedes a que juegue con la consola, lo único que estarás haciendo es enseñarle a ser un manipulador. Si cedes al impartir disciplina porque él llora, cada que quiera algo recurrirá a asumir un comportamiento desesperante para que des “tu brazo a torcer”. En su lugar lo que puedes hacer es, por más que llore a reventar, no ceder al chantaje. El niño tendrá que aprender que con papá y mamá no se juega. Sólo mantente firme en tu palabra y a la larga evitarás males mayores.

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2. Que le digas que lo vas a castigar, y al final no lo hagas

En algún momento habrás amenazado a tu hijo con reprenderlo si sigue haciendo tal o cual cosa que le has mandado que interrumpa, pero al cabo de un rato el muchacho sigue en las mismas y tú dejas pasar la promesa del castigo. Aquí, lo que él aprenderá es que puede hacer lo que le plazca si igual no cumples con lo que prometes. La firmeza en lo que le dices a tus hijos beneficiará a ambos a largo plazo, ya que la casa es una pequeña proyección de lo que le puede pasar de cara a la sociedad cuando sea adulto.

3. Justificarlo

No son pocos los padres que justifican el mal comportamiento de sus hijos bajo la premisa de que están cansados o son muy pequeños para corregirlos. Obvio que no se puede esperar a que un niño se comporte correctamente durante tres horas de visita a la casa de unos amigos; sin embargo, hay parámetros mínimos que como padre debes seguir, pues eres el adulto y el directo responsable de tus hijos.

Ante esto, lo mejor que puedes hacer es excusarte con quienes están presenciando ese comportamiento y, si de veras el niño está cansado o a medio dormir, la medida a seguir sería que dejes lo que estás haciendo y lo lleves a casa.

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4. Gritos

Gritar jamás ha sido una buena táctica educativa para los niños, porque a la larga, si le gritas a tu hijo, el resultado será que crezca con rabia y rebeldía. A eso súmale que va a deteriorar mucho la relación que tengas con tu pequeño. Está comprobado que hablar ha sido un buen método siempre que lo hagas con convicción y firmeza; si además de ello, él sabe que hablas en serio y que no escatimas en las consecuencias que puedan tener sus malos comportamientos, pues ya sabrá a qué atenerse, y todo sin gritos.

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5. Castigo físico

Los niños que padecen este tipo de correctivo son chicos que crecen con mucho rencor y dolor, se vuelven más agresivos y tendrán que lidiar con problemas de baja autoestima.

Siempre es mejor que desde un inicio tu niño sepa que cuando hablas y pides algo lo haces en serio. Si tu hijo aprende de manera rápida que así como eres bueno cuando ha hecho las cosas bien, y que también eres firme al momento de reprenderlo, no habrá temor de que se desvíe del camino correcto.

6. Que su mal comportamiento te haga gracia

No hay nada más irritante que ver a un niño tirando productos en el supermercado y que los padres lo vean como si fuera lo más bello que hay en el mundo. La consecuencia es clara: el niño aprende que puede hacer lo que guste, pues sea cual sea su comportamiento dará igual, porque no será reprendido, ni se le llamará la atención, y mucho menos se le pondrá un castigo según la proporción de la falta.

De nuevo, sé firme y consistente: quien queda mal no es el niño por su proceder, sino tú mismo, por no saber corregirlo.

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No olvides jamás que un niño que no es educado en casa por sus padres, encontrará en la calle quién lo eduque y, por lo general, no lo hará de buena manera.

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Erika Otero Romero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.