8 cosas que cambiaron en mí después de la muerte de mis padres

En algún lugar del cielo, ellos velan por mi.

Adriana Acosta Bujan

¿Cuánto tiempo ha pasado desde que tus padres han muerto? En mi caso, parece que fue ayer, porque aún me duele en el alma su partida. Pero, también siento que pasó hace muchos años, ya que me he acostumbrado a no estar con ellos.

Mi madre partió de este mundo terrenal cuando apenas comenzaba mi adolescencia. Con el transcurrir de los días, su piel se tornó amarilla, bajó de peso radicalmente y sus fuerzas se debilitaron.

En mi entendimiento creía que se trataba de una enfermedad pasajera, que podía curarse con algún tratamiento médico. No hubo lágrimas ni dolor, ni una despedida; al parecer mis sentimientos y emociones se bloquearon.

Tengo recuerdos vagos y lejanos. Por mi corta edad en ese momento, no alcanzaba a percibir que mi madre nunca más volvería a abrazarme, a darme sus consejos y a decirme que me amaba.  Pocos años después de su partida, formé mi propia familia. Fue en ese momento que comprendí, cuánta falta me hacía mi madre.

Mi héroe

Hace tres años, mi padre fue diagnosticado de cáncer, su lucha constante por salvar su vida me marcó para siempre. Entre hospitales, doctores especialistas y medicamentos, su salud se fue consumiendo en cuestión de meses. Mi padre fue mi guía, mi mejor amigo, mi apoyo constante, mi fortaleza; cuando murió, mi vida se destruyó.

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La muerte de mis padres cambió mi vida por completo, no sé si para bien o para mal. Sin embargo, deseo compartirte lo más valioso que recuperé de mis experiencias, con la idea de ayudarte a superar tu duelo.

1 Una profunda soledad

Cualquier persona que haya experimentado la muerte de sus padres, puede darme la razón, cuando digo que se siente una profunda soledad que traspasa el alma. Es válido sentirse sola y desamparada, al final de cuentas es un duelo que se debe experimentar.

Sin embargo, comienzas a apreciar y valorar la presencia de las personas que te rodean a diario. La compañía de tu familia, de tus seres queridos, amigos y compañeros de trabajo. Cada abrazo, cada llamada, cada conversación o detalle que recibes se vuelven más significativos.

Un simple despertar a lado de tu pareja, atender a tus hijos y tu rutina cotidiana, te da otra perspectiva distinta de la vida.

2 Mayor confianza

Cuando iba a tomar decisiones importantes, solía pedir la opinión y guía de mi padre, él me daba el valor que necesitaba para enfrentarme a cualquier desafío o reto de la vida. Él confiaba en mí plenamente, en mis habilidades y capacidades para vencer cualquier obstáculo.

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Cuando murió, me sentía devastada; pero al no tener su apoyo, me hizo cada día más fuerte. Tuve que tomar decisiones por mí misma, confiando en la capacidad y experiencia para no fracasar. Descubrí mi amor propio, mi fortaleza, mi valentía y mi fuerza guerrera, que tenía escondida en el interior.

3 Valorar

Comienzas a valorar todos los esfuerzos que realizaron tus padres, para tu bienestar. Desde económicos hasta emocionales. Muchas veces me he cuestionado ¿Cómo hacia mi padre para darnos una vida de comodidad (económicamente hablando)? A pesar de ser viudo en esos momentos, siempre estuvo ahí para apoyarme y escucharme.

Empecé a valorar la comida que preparo para mi familia, la ropa que suelo comprarme, el tiempo de calidad que paso con mi hijo y esposo. Hoy por hoy, mis esfuerzos están enfocados a dejar experiencias significativas en la vida de mi familia y seres queridos.

4 Comprender las reglas

Todos pasamos por la etapa en donde no comprendemos las reglas que nos imponen los padres. Muchas veces, solemos enfadarnos por tener puntos de vista muy distintos. Sin embargo, cuando te conviertes en madre, empiezas a entender que cada regla o límite que te establecían, tenía una razón de ser.

Incluso, ahora como madre, suelo aplicar las mismas reglas y límites con mi hijo; ya que todo es pensando en su bienestar y felicidad.

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5 Ser humilde 

Aún me cuesta mucho trabajo entender cómo existen familias desunidas, padres alejados de sus hijos, hermanos peleando por una herencia, ancianos olvidados en los asilos, entre otras cosas.

Cuando los padres mueren, tu manera de ver los conflictos familiares cambia radicalmente. Tus valores morales florecen y te vuelves más humilde, deseando aliviar el dolor ajeno y tratando de arreglar los problemas de la vida.

Ahora ayudo al necesitado, escucho a los adultos mayores, enseño a mi hijo a fomentar el deseo de ayudar a otros empatizando con el sufrimiento de los demás.

6 Unir a la familia

Muchos años viví la terrible experiencia de estar distanciada de mi hermana mayor, ya que éramos como el agua y el aceite, nuestros puntos de vista eran muy distintos, por tal razón, no la consideraba una amiga.

Al morir mi padre, como arte de magia, la relación con ella dio un giro de 180 grados; comenzamos a fortalecer la unión familiar, a tratarnos como hermanas y a respetar nuestras ideologías. Eso lo atribuyo a que nadie como ella puede entender el dolor de mi corazón.

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Hoy por hoy mi esposo, mi hijo y mi hermana, ¡son lo más valioso que tengo en mi vida! Incluso, daría mi vida por ellos.

Cuando mueren los padres, lo único que tienes para fortalecerte es tu familia, tus seres queridos y amigos etc. Por lo tanto, tu perspectiva cambia y tratas de unir a la familia cueste lo que cueste, empiezas a ceder, aprendes a escuchar, das todo sin recibir nada a cambio, apoyas, entre otras cosas.

7 Precavida

Mi padre estaba consciente de que iba a morir, por lo tanto, dejó todos los papeles legales arreglados, con la finalidad de que nosotras (sus hijas) no tuviéramos ningún tipo de problema. Incluso, su entierro ya estaba liquidado.

Esa experiencia me enseño a ser más precavida; ahora comprendo que es importante dejar un testamento, comprar un seguro de vida y ahorrar dinero, para que mi familia no tenga problemas cuando llegue mi momento de partir.

El dolor que causa la muerte de los padres nunca se sana por completo, pero se puede aceptar y vivir con ello. Lo más importante es aprender todo lo que te enseñaron en vida y seguir con su maravilloso ejemplo.

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Valora tu presente al máximo, como si fuera el último día, enfócate a crear experiencias significativas en la vida de tu familia y ten la seguridad que en algún lugar del cielo, tus padres estarán orgullosos de ti.

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Adriana Acosta Bujan

Adriana Acosta estudió comunicación, es madre y abuela, y actualmente se dedica a la enseñanza e investigación a nivel universitario en Puerto Vallarta. Publica sus escritos esperando que ayuden a las personas que leen sus útiles vivencias.