A ti, que eres padre y a veces no sabes qué hacer

Ser un buen padre en el siglo XXI es muy complicado: sin tiempo libre, en un mundo cambiante, donde los valores morales son considerados obsoletos. Pero tú puedes ser un gran padre. Aquí te digo cómo.

Oscar Pech

Déjame te cuento una historia de mi vida. Cuando tu hijo mayor tiene cinco años y el menor tres (como los míos en esa época), cada vez que papá llega del trabajo es como si hubiera una fiesta. Pero en esa ocación en particular, no fue así.

Llegué del trabajo, y ambos estaban en el cuarto del fondo. Me dirigí allí, pero ellos no me oyeron. Al acercarme vi -a través de la puerta entreabierta- que mi hijo mayor estaba maltratando a su hermanito, quien lo idolatraba. Me dolió y me encolerizó al máximo ver que un hijo mío podía portarse así. Ciego de ira, abrí la puerta y recorrí esos tres pasos que me separaban de él.

En cuanto abrí la puerta, él me vio, enojado como nunca, caminando como un monstruo-mamut-locomotora hacia él. En su cara se escribió la más genuina sorpresa, mezclada con el terror más puro. Él sabía que era culpable, y que la justicia caería sobre él antes de que él pudiera siquiera correr para salvarse.

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Vi su gesto, y eso me dolió muchísimo. El enojo desapareció por completo, y en décimas de segundo hice la oración más breve que he hecho en mi vida: “¿Qué hago, Padre? ¡Ayúdame!”. Llegué hasta mi hijo, lo abracé, él me abrazó con sus bracitos, y lloró mucho. Me pidió perdón, sin que yo tuviera que decir nada. Y entonces, lo que pudo haber sido un regaño, un castigo, se convirtió en una experiencia de aprendizaje y unión para ambos. Le dije cuánto le amaba, y cuánto amaba a su hermanito, y que lo que me haría más feliz, es que siempre hubiera amor entre ellos.

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¿El amor o la ley?: Dos fuerzas que destruyen

Como padre, muchas veces, uno se encuentra en la disyuntiva de si dejar pasar conductas inaceptables, o si hay que ejercer la disciplina. Para mí, en la educación de los hijos, hay dos extremos, y los dos son muy peligrosos.

El primero, es el de los padres que aman de tal manera a sus hijos, que les permiten todo. No hay disciplina, reglas, o estructura. El amor allí daña, pierde todo aspecto positivo. El segundo extremo, es el de los padres que son tan estrictos en las normas de la casa, que si su hijo adolescente no se adapta a ellas o no cumple las expectativas, es expulsado del hogar. La ley y la disciplina, sin amor, igualmente son destructivas.

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¿Cuándo debe haber excepciones?

Mi opinión es que, como padres de familia, cuanto más tiempo permaneces en el medio de los dos extremos, es mucho, mucho más sano para todos. Hay cosas que no se deben tolerar en el hogar, pero para casi todas las reglas hay una excepción. Déjame Te cuento otra historia.

Cuando no hallas una solución y te hundes

No hace mucho tiempo tuve la oportunidad de escuchar a la bailarina ya retirada, Mary R. Durham, hablando de un padre, a quien de alguna manera, yo percibí como a uno de esos buenos padres que hay en el mundo. Un día, este hombre, quizo hacer algo especial con su hija pequeña llevandola a un lago. Mientras se adentraba en aquel espejo de agua nadando con la niña en su espalda, sus pies se enredaron con algo en el fondo del lago. Al sentir que se ahogaba, gritó pidiendo ayuda, pero nadie vino a auxiliarlo. Así lo que pudo ser una experiencia hermosa, casi terminó siendo una tragedia.

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Así es con todos los padres

Estoy seguro de que tú quieres darle lo más hermoso y lo mejor a tus hijos, como también estoy seguro que alguna vez has sentido que la adversidad te jala al fondo, que de repente la hermosa carga de tus hijos se transforma en un peso insoportable de aguantar; que necesitas ayuda desesperadamente, pero no hay nadie, absolutamente nadie que te escuche o te ayude. Todos sentimos que este mundo, que hace no muchas décadas era muy tranquilo, se ha vuelto demasiado ruidoso y agitado.

En mi experiencia, te diré que en momentos así una y otra vez he visto cómo uno puede elevarse por encima de los problemas y asuntos de este mundo, simplemente siguiendo la guía del Espíritu Santo. Yo estoy convencido de ello. Todo buen padre en este mundo, sin importar sus creencias religiosas, puede ser inspirado para encontrar -a través del Espíritu Santo- la guía y el apoyo de un Padre Celestial amoroso.

¿Cómo funciona?

Uno muchas veces como padre no sabe qué hacer, cómo reaccionar. El mundo actual es muy inestable, muy incierto y confuso. Ser padre de familia a veces puede ser una carga muy pesada. Pero me atrevo a hacerte esta promesa: Tú tienes un Padre que te ama. Él es un Dios de amor. Él desea ayudarte a ser un buen padre. Acércate a Él, y Él se acercará a ti. Si lo escuchas, Él te hablará a través del Espíritu Santo. Si tú pones el ejemplo y escuchas al Espíritu, tus hijos también aprenderán a escucharlo, y tu hogar se volverá una extensión del cielo. Un lugar de paz y refugio, aquí en la tierra.

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Oscar Pech

Oscar Pech ha dedicado su vida a la enseñanza, la lectura, la escritura y la capacitación en diferentes partes de la República mexicana. Es una persona profundamente comprometida con la familia y los valores morales.