Abuelos, fuente inagotable de amor y entrega ¿Qué haríamos sin ustedes?

A pesar de los años, del cansancio, y sus propias necesidades, cada uno de ellos ha entregado por entero su corazón.  Este texto es un homenaje sentido a todo su amor.

Marilú Ochoa Méndez

A mí me cambió la maternidad.  Me cambió la vida.  Recuerdo que de niña soñaba con ser madre, siempre fue mi ilusión.  Lo que nunca me imaginé, fue lo que sentí al sostener la prueba positiva de embarazo en mi mano.  Sentí que se me paraba el corazón, y comenzaba a llenarme de emoción, no pude evitar llorar de alegría. Tampoco pude evitar temblar un poco de miedo.

De repente me llegó como ráfaga la certeza: nada de lo que había hecho antes en mi vida era tan trascendente como haber participado en la generación de la vida de mis hijos.

Concentrada en verlos crecer y organizar la vida con mi esposo e hijos, me pasó de largo durante un tiempo lo que habían significado mi maternidad y la vida de cada uno de mis hijos, para sus abuelos.

Fue hermoso para mí ver que la bendición de la vida cada uno de ellos, se extendía a mis padres y la madre de mi esposo.

Aún me deslumbra notar lo rica que es la vida de mis hijos con sus abuelos y los grandes regalos que su experiencia y ternura aportan a mis hijos y sobrinos.

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El amor da siempre

Mis padres tuvieron siete hijos. Cada uno de nosotros fuimos un trabajo de tiempo completo. Los accidentes, pleitos de hermanos, operaciones médicas, corazones rotos, problemas académicos, se sucedían uno tras otro, y ellos se daban tiempo para atendernos, mantenernos, y además, organizar las mejores vacaciones del mundo para nosotros.

Mi suegra vivió una situación complicada también: quedó viuda a los 34 años, con tres hijos de 14, 8 y 2 años.  Sacar a sus tres pequeños adelante fue toda una odisea que resolvió valientemente.

Cualquiera pensaría que al tener sus hijos casados, su trabajo habría terminado, y sería justo para ellos tomar cierta distancia, pero no fue así.

El amor es servicial

Al estar por dar a luz a mi primer hijo, sin que nadie se lo pidiera, mi madre nos acompañó al hospital.  Ahí, le dio ánimo a mi esposo, aguantó mi desesperación cuando las contracciones arreciaban, y nos consoló con todo su cariño cuando tuvimos que dejar algunos días a mi bebé en la clínica tras el parto.

Esta situación fue solo el inicio de una serie de entregas generosas que han tenido mis padres y mi suegra desde hace más de 12 años que me convertí en madre.

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Gracias por mirar con tanto amor

Cuando concebimos a mi primer hijo varón, el amor de mi suegra me dio la primera de muchas lecciones de aprendizaje sobre el amor incondicional y engrandecimiento del corazón.

Ella buscó cada detalle hermoso para darle un recibimiento mas que especial: una cuna, la ropita más hermosa, su primer bici, su primer gran videojuego. Y ha mantenido la carrera con el mismo amor con cada uno de mis seis hijos.

Gracias señora, porque en su emoción por el nacimiento, crecimiento y desarrollo de cada uno de mis demás hijos, ha encontrado una manera distinta de identificarse con ellos, tiempo para jugar con ellos a las luchas, tiempo para bromear a jugar a ser soldados. Usted sabe mirarlos y hacer a cada uno de ellos, sentirse único en el mundo, pues les entrega su corazón entero con un amor grande.

Gracias por ser niñera sustituta

En más de una ocasión, para que mi esposo y yo pudiéramos salir un poco, mi madre se ha quedado con todos mis hijos por la noche.

Gracias mamá por cada uno de esos días.  Terminaste con la espalda molida luego de cargar durante mas de tres horas al bebé, suspiraste al ver tu bolsa de tejido intacta: la ebullición de energía de tantos niños no te había dejado un minuto para hacer lo que tanto te gusta. ¡Lo mejor! Cuando te lo volví a pedir, respondiste sí sin dudar. ¡Valiente!

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Gracias por llenar nuestros huecos como padres

Más de una vez, con una visita exprés de mis hijos a su abuelita paterna, sus ojos llenos de experiencia han notado tristezas, emociones y experiencias difíciles que luego mi suegra ha descubierto en charlas con mis hijos y nos ha compartido.

Gracias señora por pensar siempre en el bienestar y bien ser de nuestros niños.  No siempre lo que nos comparte es grato de escuchar, pero sabemos que viene de un genuino interés por que crezcan sanos y llenos de sueños por cumplir. Nunca le agradeceremos lo suficiente.

Gracias por estar al pendiente de lo no tan necesario

Cuando mi madre va al supermercado, siempre encuentra algo no necesario pero especial y útil para alguno de mis hijos. La bolsa para el refrigerio cuando el mas pequeño está por entrar a la escuela, un gel especial para evitar el contagio de piojos, repelente para mosquitos, las mallitas moradas cuando el color favorito no es el rosa ya.

Gracias mami por estar siempre al pendiente de los pequeños detalles.  Gracias porque de manera discreta, dejas un olor a jazmín por donde pasas con la magia de tus atenciones y regalos.

Nos regalas muchas cosas necesarias, y lo agradeceremos siempre, pero tus detalles extra tan acertados, siempre me sorprenden, y sacan una sonrisa a mis hijos. ¿Un ejemplo? La hermosa muñeca tejida rosa que te llevó tanto tiempo y trabajo y que es la compañera consentida de mi nena de 4 años.

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Gracias por compartir con ellos el amor por la música

Mi padre tiene un hermoso piano en su departamento.  Con él, hemos pasado tardes deliciosas cantando cuando éramos niños, y ahora, él comparte este gusto también con mis hijos. Sube a sus nietos en sus piernas mientras mueve sus deditos pequeños para que toquen lindas melodías.

Gracias papá, porque contagias tu amor por la música a nuestros hijos. Gracias, porque mi David, a sus 6 años, se emociona cada vez que puede tocar contigo. Gracias porque ha empezado a prestar atención a las notas, y quiere tocar como tú cuando sea grande.

Gracias por seguir siendo padres y madres

Gracias papá, mamá y suegra, por estar siempre presentes en la vida de sus hijos y de sus nietos.  Su visión de la vida, su vivencia alegre, y sus esfuerzos iluminan el camino de mis hijos como un faro guía a los navegantes hacia puerto seguro. ¡Dios los bendiga!

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Marilú Ochoa Méndez

Enamorada de la familia como espacio de crecimiento humano, maestra apasionada, orgullosa esposa, y madre de siete niños que alegran sus días. Ama leer, la buena música, y escribir, para compartir sus luchas y aprendizajes y crecer contigo.