Acumuladores: vacíos que nunca se llenan

En nuestra sociedad, cada día con más frecuencia aparecen personas que gustan de acumular objetos. A veces, esto puede poner en riesgo su salud y seguridad, así como la de su familia.

Emma E. Sánchez

Hace algunos años tuve la experiencia de vivir muy de cerca el problema de acumulación de una querida tía que vivía sola. La vida le había llevado a rentar un pequeño departamento en el que, poco a poco y casi sin darnos cuenta, comenzó a acumular todo tipo de cosas: desde el periódico diario hasta la mínima cosita que se encontraba tirada en la calle. Bajo la idea de “a lo mejor lo necesito más adelante”, llenó su departamento de objetos, al grado de ya no tener espacio para recostarse o sentarse a comer.

Este fenómeno se presenta con más frecuencia en mujeres que en hombres y la edad donde comienza a manifestarse suele ser a partir de los 45 años. No es un problema que distinga clases sociales o estatus económico: las personas igualmente acumulan. Una variante muy particular es la de aquellos que acumulan animales, sometiéndolos a condiciones de vida limitantes, sin control sanitario o salubre. Este tipo de acumuladores es uno de los más peligrosos, tanto para el acumulador, como para su comunidad.

¿Quién puede presentar esta enfermedad?

  • Personas que viven solas, que se aíslan de todos.

  • Personas que han tenido alguna frustración o problema emocional severo que no fue atendido oportunamente.

  • Regularmente son personas mayores de 35 años.

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¿Cómo puedo prevenirlo?

Pon atención a que el hábito de la acumulación simplemente no encuentre lugar en tu casa. Verifica que cada miembro de la familia tenga una ocupación personal, una tarea en casa y una responsabilidad con la comunidad.

Es importantes resaltar que los adultos deben poner especial atención a no comenzar a “acumular” en sus recámaras. Por increíble que parezca, no dejar ropa o artículos en el piso que nunca se recojan, es importante. De hecho, lo prudente es tener una caja o canasta donde se coloquen las cosas, pero nunca en el piso, y cada día o cada semana buscar acomodar los objetos en su lugar.

Establecer reglas como no tener más de cinco pares de zapatos, no comprar algo que ya se tiene o eliminar objetos antes de comprar otros, disciplinan la mente a no tener más de lo que se puede controlar. A los niños no se les debe dar más juguetes de los que pueden ordenar, y a los adolescentes, más ropa de la que pueden lavar y mantener organizada.

¿Cómo ayudar a quien lo padece?

Si conoces alguien con estas características, te sugiero poner en práctica estos consejos:

No juzgues o regañes al acumulador

Escucharle y ayudar a que la persona organice sus pensamientos, es mucho mejor que intentar cambiarlo.

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Metas pequeñas

Por más tentada que estés a tirar tú misma todo lo acumulado, a limpiar y poner orden, no lo hagas. Ofrece tu ayuda para recoger o limpiar pequeñas áreas, ayudando a la persona, pero recuerda: el ejercicio de limpiar es de esa persona. Decidir qué se va y qué se queda es parte de su recuperación.

Recaídas

Al platicar, mi tía se daba cuenta de lo que sucedía y se proponía sacar cosas e ir limpiando. Pero era solo cuestión de días para que algo sucediera e iniciara nuevamente a defender sus cosas y a buscar otras más para llevar a casa. Sé paciente, es un largo proceso el que se inicia cuando un acumulador compulsivo empieza su recuperación.

La ansiedad y la soledad juegan un papel decisivo en la recuperación de las personas. Con paciencia y constancia la persona puede llegar a reestablecerse. Observar conductas cuando apenas inician, nos ayuda a evitar problemas en el futuro. Mantente atenta al orden de la casa y a la limpieza, pero sobre todo, a que cada integrante se sienta útil, atendido y amado.

Mi tía falleció antes de que lograra recuperarse del todo de su compulsión. Aún recuerdo con cierta tristeza que cuando finalmente pudimos limpiar todo el departamento para devolverlo al arrendador, en medio de todo el caos encontramos que ella guardaba muchas “cositas” para regalar a miembros de la familia que nunca le visitaron. Tal vez, si todos como familia hubiéramos estado más cerca y al pendiente de ella, ese amor que guardaba no se habría convertido en objetos, que terminaron por distanciarnos.

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.