Adolescencia: del caos familiar a la sabiduría paterna

"No tienes que sufrir para ser un poeta. La adolescencia es suficiente sufrimiento para todos”. John Ciardi

Erika Patricia Otero

Yo fui una adolescente rebelde. No de esas chicas que huyen de casa o consumen sustancias raras solo para contrariar a sus padres. Mi rebeldía consistía en imponer mi propio pensar; en llevarle la contraria a mi madre y contestarle mal porque me sentía ahogada.

Mi madre jamás ha sido del tipo aprehensivo; es más, siempre me dio mucha libertad e independencia. Quizás, debido a eso, aprendí a pensar por mi misma sin esperar la opinión o permiso de los demás. Por eso, siempre que venía una especie de imposición por alguien que representara una autoridad, estaba a la defensiva; lista para imponer mi pensar. Las cosas no han cambiado mucho, solo que ahora esa actitud esta suavizada por la madurez.

En ese tiempo habían tantas cosas que quería gritarle al mundo. Estaba resentida, confundida y solo quería dejar de sentirme de esa manera.

Como todo adolescente habían cosas que anhelaba que mi madre entendiera; pese a eso, era como si jamás hubiera vivido la adolescencia. Eso le ocurre a muchos padres, parece que olvidan que alguna vez estuvieron tan perdidos como nosotros.

Durante esta etapa, las personas no solo maduramos de mente y cuerpo; la manera en la que nos relacionamos también cambia.

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Esa es la adolescencia, un estado constante de insatisfacción y de búsqueda personal que dura alrededor de 8 años. No es fácil vivirla, lo sabes bien, pero es un paso obligatorio para cada persona en el mundo.

Como padre es justo que sepas que tu hijo adolescente quiere expresarte muchas cosas, pero no sabe cómo hacerlo. La manera como “habla” es a través de su rebeldía y su malestar. A pesar de esto, creo que padres e hijos se pueden llevar mejor si conocen estas cosas que sus hijos no saben cómo expresar.

1 “Necesito mi propio espacio”

No se trata solo de querer tener un espacio físico propio; el adolescente necesita tener tiempo para entenderse y sentirse a gusto consigo mismo.

Sí, los adolescentes quieren estar solos o con sus amigos. Solos para poder hallar su lugar en el mundo, y con amigos porque son los únicos que parecen entenderlos.

No los grites, ni regañes porque pasa mucho tiempo fuera de casa; en su lugar, entra en su “juego”. Dice mi madre que se “atraen más moscas con miel que con hiel”; pues bien, con los adolescentes las cosas funcionan de la misma manera.

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Si tu hijo tarda en llegar, espéralo con un vaso de su bebida favorita y pregúntale cómo le fue. Mejor aun, déjale en la mesa comida o una bebida y una nota que le exprese que sabes que va a llegar tarde y que esperas que no se acueste con hambre.

Esto no es ser alcahueta, es ganarte su confianza para que sepa que puede contar contigo. Es “entrar en su juego” como alguien comprensivo y no como un padre recriminatorio.

Es mejor que tu hijo te ame y respete, no que te tenga miedo.

2 “Por favor, no me grites, escúchame”

Gritar jamás es una buena técnica para hacerse entender, menos si de hijos adolescentes se trata. Gritar es la demostración más básica de que perdiste el control; y no quieres perder el control con tus hijos.

Por el contrario, hablar y escuchar atentos mejora cualquier relación humana; además, estás más perceptivo a cualquier mentira que pueda colarse en la conversación.

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Tu hijo no necesita órdenes, necesita ser escuchado y aconsejado, aunque a veces omita esos consejos. En ese caso, solo te queda consolarlo e indicarle la lección que debe aprender de esa situación. Es tu hijo, no parte de la milicia del país.

3 “Necesito saber que, a pesar de todo, me amas”

Es común que los padres de adolescente se desesperan por el comportamiento de sus hijos. Muchas veces no disimulan su decepción y los hijos se dan cuenta de esto.

Yo lo recuerdo y eso lo único que me generaba era más rabia. Tu hijo no necesita sentirse así; requiere que le hagas saber de buena manera en qué falla y que a pesar de eso lo amas.

4 “Ya no soy un niño, no me trates como si lo fuera”

Para los padres, sus hijos jamás dejarán de serlo; menos cuando aun no han dejado el hogar. Tu hijo necesita libertad y responsabilidades; por eso, que le des todo en “bandeja de plata” es igual a malcriarlos.

Deja que se defienda por él mismo. Enséñale que si tiene hambre se haga su propia comida, lave su ropa, recoja su cuarto y limpie el jardín. Ninguna de esas labores lo va a atrofiar; en cambio, le dará independencia y la capacidad de darse cuenta de que es capaz de hasta lo inimaginable.

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5 “Ayúdame a conectarme con el mundo real”

En los noventas el internet no era un problema. Ya había, pero eran muy pocos los hogares que lo tenían porque era como un lujo; sin embargo, ahora es un gran lío porque los adolescentes solo quieren vivir “pegados” al pc o a sus móviles.

Tu hijo necesita que le recuerdes de buena forma que más allá de las pantallas hay una vida real. Debe recordar que hay amigos reales que también merecen tiempo y oportunidad.

Incentivar a tu hijo a vivir más allá de los videojuegos o de las redes sociales es vital para su vida. Los adolescentes necesitan que les des ese empujón de vez en cuando. Pueda que no lo agradezcan en el momento, pero en su adultez sí que lo harán.

Por último, recuerda que la adolescencia es solo una etapa; una donde puedes hacer dos cosas: disfrutarla con tus hijos, o sufrirla a su lado.

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.