¿Amar es sinónimo de sufrimiento?

Nuestras creencias y paradigmas nos llevan a dar por cierto que amar significa sufrir. En este artículo te ayudo a reconocer cuáles son esas creencias y a desmitificarlas.

Diana Cantor Martinez

Soy mujer, y de las que sufren cuando ama. Quizás eso me llevó, desde niña, a buscar una respuesta a ello. Desde el colegio ya era una adolescente desencantada, pues nada que hicieran los chicos por conquistarme y demostrarme su amor parecía ser suficiente. A lo largo de mi vida he encontrado en muchas historias reales, en libros, e incluso alguna vez en terapia, muchas de las respuestas a ese sufrimiento que parece ilógico y hoy, a través de este artículo, quiero compartirlo contigo.

Desmitificando el amor

Es probable que nuestro sufrimiento tenga raíces en ideas preconcebidas que tenemos acerca del amor, muchas de las cuales han sido originadas en nuestro núcleo familiar, la cultura en la que estamos inmersas, la televisión, el cine, etcétera. Pero, ¿cuáles ideas son esas? Para recrearlo quiero que pienses en la última película romántica que viste, y te preguntes: ¿no es realmente único y emocionante ver cómo ese hombre de la película ama a su princesa, y es capaz de cruzar el océano o abordar un avión para rescatarla? A esto me refiero, a la idea que nos han vendido del amor. Las mujeres tenemos una mayor tendencia al romanticismo y a las expresiones de afecto, y eso no es malo, el problema es alimentar ese sentimiento con este tipo de paradigmas, de manera que terminamos por no valorar los pequeños detalles y las muestras de afecto de nuestros esposos; o peor aún, aunque fueran grandes muestras de afecto, como no se comparan con el ideal que tenemos entonces no resultan suficientes y surge el sufrimiento.

Otras creencias que tenemos pueden ser “que el amor lo puede todo”, “que si el otro me ama lo suficiente, por mí cambiará algún aspecto de su personalidad que me resulta molesto”, “que el amor no reserva nada para sí, y lo entrega todo”, y cuando el amor no se ajusta a esas ideas el resultado es, de nuevo, el sufrimiento. Así que en este punto te invito a que revises cuáles son tus creencias acerca del amor y qué tan fuera de contexto pueden estar. Entre las varias lecturas que pueden ayudarte a entender con mayor profundidad este postulado, está la del psicólogo y escritor Walter Riso.

La relación con nuestros progenitores

Robin Norwood, psicoterapeuta americana especializada en terapia de la familia, en su libro Las mujeres que aman demasiado, enfatiza la importancia de un patrón sano de relación con los padres, ya que esto determinará la forma en que una persona se relaciona con su pareja. En el tercer capítulo del libro, la doctora Norwood anota: “Si la relación que tuvimos con nuestros padres fue esencialmente sana, con expresiones adecuadas de afecto, interés y aprobación, entonces como adultas tendemos a sentirnos cómodas con las personas que engendran sentimientos similares de seguridad, calidez y una dignidad positiva. Más aún, tendemos a evitar a la gente que nos hace sentir menos positivas con respecto a nosotras mismas a través de sus críticas o de su manipulación”. Pero si, por el contrario, nuestros padres se relacionaron con nosotras de manera inadecuada, el resultado es una atracción por esa forma de vínculo que puede llegar a ser en exceso dependiente u hostil. Así las cosas, ese patrón de relación en pareja, en el que hay mucho drama y llanto, podría parecer normal, solo porque se ajusta a la forma en la que estamos acostumbradas a relacionarnos, pero la realidad es otra. Identifica si este es tu caso y busca la forma de romper con eso, que puede resultar perjudicial para tu familia, pero especialmente para ti.

La dependencia afectiva

Mucho se ha dicho sobre este tema y lo dañino que resulta para una persona depender en exceso de la aprobación y el amor del otro. La doctora Norwood resume este aspecto en una sencilla frase, “La clave radica en aprender a vivir una vida sana, satisfactoria y serena sin depender de otra persona para ser feliz”. En mi concepto el grave error que cometemos es creer que la responsabilidad de nuestra felicidad es de nuestro esposo, y cuando él no puede satisfacer todas nuestras necesidades, sufrimos y no tiene por qué ser así, nosotras somos las artífices de nuestra felicidad y debemos evitar al máximo afectarnos por cada cosa que ellos hacen o dejan de hacer.

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Para finalizar, solo quiero decir que amar no significa sufrir. Debemos eliminar las creencias destructivas acerca del amor para poder disfrutar y valorar cada expresión de afecto y cariño de nuestro esposo.

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Diana Cantor Martinez

Hay un momento de la vida en que descubrimos que necesitamos un cambio para poder avanzar y crecer reconoce el momento y no pierdas la oportunidad.