Apóyate en tu hermano para conquistar tus sueños

La historia de Jorge Arturo y Luis Ángel López, campeones mexicanos de lucha grecorromana.

Arturo Leonardo

Los hermanos, esos primeros amigos que la vida nos pone para aprender todas las lecciones necesarias para, incluso, sobrevivir a la desoladora experiencia de no tener a los padres cerca. Con los hermanos uno aprende el amor fraternal, a ganarse su lugar en la tierra, a defenderse, a proteger, a guardar secretos, a hacer equipo, a competir y a disfrutar de estar vivo con alguien que tiene las mismas preguntas que tú.

No hay hermanos iguales. Todos desarrollan cualidades únicas y éstas, empleadas con el cobijo de una meta, pueden llevar a tocar la puerta del éxito. Los hermanos conocen nuestras fortalezas y debilidades, entonces, ¿quién mejor que ellos para impulsarnos a lograr nuestros objetivos?

Cómo fortalecer la relación entre hermanos

Trampolín para el éxito

Jorge Arturo y Luis López están unidos por no sólo por el lazo sanguíneo, sino también su pasión por el deporte y en especial por la lucha los mantiene como el mejor equipo.

Los hermanos son seleccionados por el estado de Campeche en la disciplina de “Luchas asociadas”. Ambos llegaron juntos al podio en la Olimpiada Nacional en el estilo grecorromano, es decir, la lucha clásica.

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Jorge y Luis comenzaron a practicar la lucha hace ocho años. Arturo tenía once y Luis ocho. A lo largo de este tiempo el apoyo, aliento y afecto que ellos demostraron, tanto en las áreas de competencias como fuera de ellas, los llevó a construir una relación especial, que les permitió fortalecer sus lazos afectivos cada vez más. Con esto lograron trascender en diferentes ámbitos de la vida y de paso, colocaron en alto el nombre de México alrededor del mundo.

“El entrenador llegó a la escuela para platicarnos de la lucha. Yo había estado en lanzamiento de bala por espacio de cinco meses. Mis amigos me dijeron que fuéramos a ver y me comenzó a llamar la atención. Fue entonces que entré pero después el profesor que estaba asignado para dirigir la selección de Campeche, tenía que regresar a Cuba porque terminaba su contrato. Así que nos llevaron a diez deportistas a entrenar a Campeche”, recuerda Arturo.

“Yo tenía siete años, fue algo especial porque él me inculcó los modales de la lucha, yo tenía siete años y con esa edad yo no alcanzaba las captaciones, ya que comenzaban arriba de los diez años. Él me tomó de la mano y me dijo que no importaba, que fuera solo a ver y más tarde el profesor me preguntó si era hermano de Arturo. Hice las pruebas, y un año después me invitaron a integrar la selección de Campeche”, dijo Luis.

Aconsejarse

Los hermanos están para apoyarse y aconsejarse, un tema que Jorge y Luis no dejan de lado. Tal es fue el caso cuando Luis estuvo a punto de retirarse del deporte, pero su hermano apareció oportunamente para hacerlo cambiar de opinión.

“Este año pensaba en retirarme de la lucha por problemas familiares en los que los menores no podemos hacer nada, pero él me dijo que no me precipitara, que apenas comenzaba un camino en la lucha con un futuro que aún está muy lejano”.

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“Me abrió los ojos y me convenció a que continuara, lo pensé una semana y me marcó para decirme que no había que dejar pasar tiempo porque la Olimpiada estaba a la vuelta de la esquina y me sentí seguro y protegido”, dijo Luis, ganador de seis oros en Olimpiada Nacional.

Reconocimiento a los papás

Los hermanos son humildes y saben que su carrera no la forjaron solos. Para ambos el apoyo de sus padres ha sido fundamental en esta aventura deportiva.

“Mi primer viaje fue a la capital, no me lo creía, pero algo muy bonito, mi papá me dijo que si me gustaba contaba con todo su apoyo, mis papás se emocionaron mucho cuando supieron que tenía la oportunidad de crecer y madurar haciendo lo que más deseaba”, expresó Arturo. ¿Tienes hermanos?, ¡apóyate en ellos para lograr lo inimaginable!

Hermanos, de enemigos a cómplices

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Arturo Leonardo

Comunicador fanático de sus hijos a quienes les relata día a día sus aventuras de música y deportes, gusta de leer lo que se cruce en su camino, piensa que el acto más revolucionario que puede existir es el de reír.