Breve guía para saber si tu hijo tiene TDAH. Asegúrate de verificar estos síntomas

No todo lo que se manifiesta en las conductas infantiles es TDAH. Aquí te presento una breve guía para no dejarte convencer que tu hijo necesita estar medicado.

Marta Martínez Aguirre

“La ilusión de que los problemas de conducta de los niños pueden curarse con fármacos nos evita que, como sociedad, tratemos de buscar soluciones más complejas, que serían necesarias” (A. Sroufe).

Cada día miles de niños son medicados en pos de su salud. En realidad, detrás de esto hay una gran industria farmacéutica que gana millones de dólares, una sociedad que pierde sus valores y sistemas educativos que no acompañan a los niños. Por supuesto que nadie discute que hay pequeños que sí presentan déficit de atención, pero las causas para mostrarse desatento o inquieto también pueden ser otras. Hasta ahora ningún científico ha encontrado pruebas fehacientes de que el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDHA) (TDAH)sea una patología específica, como la varicela o la gripe. Así, encontramos profesionales de la salud que diagnostican el TDAH con mucha cautela, otros que a la menor distracción le ponen la pastilla en la boca y aquellos que creemos que la mayoría responden a una situación familiar y social que es caótica, carente de valores, materialista, narcisista, nada espiritual y donde la dupla libertad-responsabilidad ha dejado de estar presente en sus hogares.

La principal dificultad a la hora de identificar el TDAH surge, a mi modo de ver, por cuatro grandes causas que he constatado en mi larga experiencia clínica:

  • Desconocimiento del trastorno. En la primera parte de este artículo vimos que sólo un equipo multidisciplinario puede realizar un diagnóstico adecuado.
  • Mala indagación de las características del niño y sus manifestaciones en el hogar, en los centros escolares y recreativos o religiosos.
  • Desconocimiento de las fortalezas o debilidades del niño.
  • Negación familiar de la realidad.

Permíteme que lo ilustre con un caso real: Jaime presentaba todos los síntomas; sin embargo, en el club deportivo del barrio era colaborador y líder, en las clases de la escuela dominical de su iglesia era atento, considerado y excelente compañero; en el hogar, un desastre y en la escuela, vivía en penitencia. ¿Cómo un mismo niño podía ser tan distinto si se suponía que el trastorno lo dominaba? La maestra me llamó y empezamos a trabajar juntas. Jaime de a poco comenzó a manifestar su verdadera realidad, sus padres divorciados competían entre sí por el afecto del niño y generaban en él una angustia imposible de resolver si no era a través de la inquietud. Jamás se había pedido un informe a la maestra, ni al líder religioso, o citado a ambos padres juntos.

Te dejo aquí algunas pautas que pueden orientarte:

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  • Observa a tu hijo en todos los ámbitos y pide un informe a todo lugar al que asista.
  • Recuerda mencionar si tu hijo tiene cualquier enfermedad médica aguda o crónica, como hipertiroidismo, intoxicación por plomo u otros metales; si usa broncodilatadores, si presenta algún trastorno auditivo o visual, epilepsia, secuelas de traumatismo craneal, anemia ferropénica, trastornos del sueño o malnutrición.
  • Trastornos de aprendizaje específicos: dislexia, discalculia, lateralidad cruzada, etcétera, que pueden incidir en su conducta.
  • Coeficiente intelectual bajo. Algunos niños, con distintos grados de retraso mental leve y capacidad intelectual en el límite, pueden ser diagnosticados con el TDAH. Los niños con un cociente intelectual bajo poseen síntomas de inatención, desmotivación y pérdida de interés, que no tienen por qué corresponder a un trastorno de déficit de atención.
  • Coeficiente intelectual alto. Estos niños, al estar en un entorno educativo escolar poco estimulante, suelen comportarse hiperactiva y desatentamente.
  • Problemas familiares. No te avergüences de mencionarlos, muchas veces son la causa primaria.
  • Duelos, pérdidas recientes en el hogar. Desde un familiar querido a una mascota, incluso el desempleo de los padres.
  • Retraso del desarrollo. Muchas veces confunden inmadurez con TDAH, y no es lo mismo la conducta de un niño que se integra en la clase con compañeros que poseen una madurez psicoafectiva acorde con la edad. Las exigencias pueden hacer que el niño, si no es tenido en cuenta en su madurez, se sienta presionado y actúe de forma desajustada. Mi lema es “Noé, al llamar a los animales al arca, tuvo tanta paciencia con el caracol como con la gacela”.
  • Trastornos del humor. La ansiedad, la depresión, las fobias, los efectos de abuso o del abandono pueden obstaculizar la atención y la concentración.
  • Hogares permisivos donde el niño parece liderar a los padres, dan lugar a conductas desorganizadas, oposición a las normas, ausencia de metas, falta de hábitos, desinterés por el orden o el cumplimento de responsabilidades en las tareas del hogar o la escuela.
  • Trastornos de conducta. Los niños que son negativos y se oponen a todo pueden resistirse a llevar a cabo sus tareas escolares o familiares, y mostrarse renuentes a aceptar límites.
  • El uso de sustancias psicoactivas o estimulantes. Algunas drogas como la carbamacepina o el fenobarbital, así como el uso del té o el café, pueden disminuir la capacidad de atención y la concentración, producir alteraciones de conducta, en los hábitos, en la organización del tiempo; disminuir la motivación y reducir el deseo y la memoria.
  • La alimentación. Si se realizan estudios clínicos se observan desequilibrios en los aminoácidos esenciales y déficit de ácidos grasos, minerales y vitaminas. La hiperactividad se reduce con suplementos de magnesio, Omega 3 y 6.
  • Adicción al azúcar. El consumo de refrescos azucarados está asociado a conductas disruptivas.
  • El exceso de televisión. Según los expertos, cada hora de televisión incrementa diez por ciento el riesgo de desarrollar TDAH.

Creo que todos estos elementos nos llevan a reflexionar. El metilfenidato (ritalina) apenas dura cuatro o cinco horas en la sangre, en tanto que un hogar que da sostén y control familiar tiene un alcance eterno, al generar seres libres y responsables para llevar a cabo su misión en la vida. No dejes que Rita y Lina besen a tu hijo; sin embargo, presencia, disciplina, amor, paciencia y tiempo podrán abrazarlo mientras crece.

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Marta Martínez Aguirre

Marta Martínez es de Uruguay. Posee una licenciatura en Psicología, y un posgrado en Logoterapia. Ama todo lo que hace y adora servir. Es especialista en atención psicológica domiciliaria. Contacto: