Cáncer: una oportunidad para el fortalecimiento familiar

El cáncer puede convertirse en una valiosa experiencia de aprendizaje, renovación y fortalecimiento de los lazos de amor en la familia.

Elizabeth González Torres

Actualmente el cáncer se ha convertido —de ser una enfermedad parcialmente física que ataca a hombres y mujeres alrededor de todo el mundo— en un mal emocional y espiritual que destruye a familias enteras. Asimilar que algún miembro de tu núcleo familiar ha sido diagnosticado con cáncer, puede parecer el desafío más grande de tu vida. Esto se debe a que los referentes que tenemos de esta enfermedad suelen resumirse en tres simples palabras: desgastante, doloroso y devastador; todo ello no solo para quien lo padece, sino para todos aquellos que lo rodean.

En el proceso de recibir, aceptar y decidir afrontar un desafío de este nivel, la persona afectada y su familia deben asumir que el cáncer es una enfermedad familiar, que debe ser combatida en conjunto. Reconocer que este padecimiento puede convertirse en una experiencia de aprendizaje, renovación y fortaleza, es el primer paso hacia una pronta y mejor sanación.

El cáncer, ¿una oportunidad?

Si como persona y familia están dispuestos a ver el cáncer como una oportunidad de aprender nuevos hábitos y conocimientos, sorprendentemente serán más felices, porque vivirán cada día como si fuera el único. Hacer un cambio en los hábitos alimenticios, en la forma de ejercitar el cuerpo, la mente, las emociones y, por qué no decirlo, el espíritu, es parte fundamental del camino hacia una completa recuperación. Incluso, puede ser el inicio de una cultura de prevención para todos los integrantes de la familia. Aquí comparto contigo algunas cosas que puede aprender juntos, como parte de su batalla contra el cáncer:

1. Alimentación saludable

En conjunto descubrirán, si así lo desean realmente, nuevas formas de convivir y conocerse a sí mismos. Quizás algunos descubran que llevar una dieta basada en un mayor consumo de alimento alcalinizantes (80%) y menor consumo de alimentos ácidos (20%) les hará sentir más ligeros y con mayor energía.

2. Nutrir el espíritu

Quizás otros descubran que combinar una oración matutina, con un tiempo de meditación y una buena caminata familiar, es una excelente forma de liberar todo el estrés y la tensión física, emocional, mental y espiritual que nuestro cuerpo genera día con día. Y es que el cáncer es una enfermedad que requiere de un tratamiento integral. Es decir, no basta con recibir los tratamientos tradicionales para erradicarlo, porque no se trata de un padecimiento meramente físico. Por el contrario, es una enfermedad que depende en gran medida del estado emocional y mental que tengamos como individuos y familias.

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3. Abrirse a tratamientos alternativos

Consultar la posibilidad de tratamientos alternativos, a la par de los tradicionales, es abrirse al mundo de oportunidades que Dios les regala, al universo de conocimientos que él mismo ha puesto a su alcance y que quizá en otras circunstancias no serían capaces de ver.

La oportunidad de renovarse, la otra cara de la vida

Una vez que hayan mejorado, o incluso cambiado por completo sus hábitos personales y familiares, descubrirán que han sido renovados física, emocional, mental y espiritualmente. Se darán cuenta de que su cuerpo ha tenido ciertos cambios favorables. Por su parte, la persona con el padecimiento probablemente note que poco a poco su cuerpo se ha ido “autocurando”, con la ayuda de todos los cambios de vida que han realizado. Se percatarán que pueden controlar, enfocar y materializar de mejor manera sus emociones y pensamientos, y cómo esto los ha convertido en nuevos individuos y familias.

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Por supuesto, lograr esta clase de renovación requerirá de un enorme esfuerzo, quizás el más grande que hasta entonces hayan experimentado. Se presentarán días dotados de sufrimiento, dolor, tristeza, preocupación y desesperación. Sin embargo, ¿qué clase de renovación y sanación no viene acompañada de todo esto? Una vez que hayan pasado por las etapas de aprendizaje y renovación, podrán mirarse a sí mismos como individuos y familias más fuertes, más unidas y, por supuesto, más conscientes de la vida que han tenido.

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De manera independiente a los resultados obtenidos, si como persona y familia han aprovechado esta oportunidad de aprender y renovarse, serán capaces de aceptar con mayor optimismo y fortaleza las circunstancias que se les presenten. Serán más capaces de afrontar los desafíos que vengan en el futuro y, sobre todo, serán mucho más determinados a vivir con verdadero entusiasmo y alegría.

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Elizabeth González Torres

Es abogada egresada de la Universidad Autónoma Metropolitana. Actualmente estudia una licenciatura en Creación Literaria en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Considera que el mayor tesoro que tiene en la vida es su familia.