Cómo actuar si tu hijo está frustrado en la escuela

La frustración en los niños es un tema que debe ser comprendido por los padres. Empatizar con ellos es la clave para poder ayudarlos.

Emma E. Sánchez

Todos los seres humanos experimentamos la frustración infinidad de veces, desde nuestro nacimiento hasta el último suspiro de nuestro paso por esta vida. Tan es así de frecuente, que la mayoría de las personas van aprendiendo a manejarla poco a poco hasta que se sabe cómo lidiar con ella y evitar que nos consuma.

Sin embargo, el ritmo de vida que hoy enfrentamos nos obliga a estar más al pendiente de los niños y de cómo ellos van aprendiendo a manejar la frustración, desarrollando la tolerancia y la resiliencia.

¿Qué es la frustración?

Entendemos por frustración a la vivencia emocional que se presenta cuando algo que deseamos mucho o una necesidad no se cumple, no es como lo queremos o simplemente no nos satisface. Cuando esto ocurre, nos frustramos y lo manifestamos con enojo, tristeza, angustia y hasta ansiedad.

Nuestras experiencias personales nos llevan a reaccionar de maneras diversas, nuestros padres y su ejemplo son la más grande influencia sobre cómo reaccionar y sobre todo, qué actitud adquirir para sobrepasar el golpe y seguir adelante.

La frustración debe ser un estado temporal, pasajero y jamás permanente. Algunas personas lo pueden confundir la tolerancia a la frustración con la tolerancia al fracaso, que es otro tema que en otro artículo desarrollaremos.

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Los niños pequeños  viven la etapa de creer que todo gira a su alrededor, que merecen todo lo que quieren con solo solicitarlo y de manera casi automática. No saben esperar, ni está en su capacidad entender las necesidades de los demás; por eso es que ellos viven con más frecuencia la frustración y de ahí la necesidad que también vayan aprendiendo a manejarla poco a poco, para que al ser escolarizado, no les resulte tan difícil la vida en grupo y continúen con su proceso madurativo normalmente.

Frustración en la etapa preescolar

Regularmente, los menores entran al jardín de infantes o preescolar entre los 3 y 4 años, inclusive desde los 2 años en algunos casos.

Imagina la situación, tu pequeño está en la etapa normal de desarrollo donde “todo es mío”, “yo soy el único y más importante”, “quiero todo inmediatamente”. Claro, muchas veces fomentado y reforzado en casa; luego, en un grupo de 20 niños de su misma edad, donde todos piensan y sienten igual.

Un verdadero reto para las educadoras, ¿cierto?

Los niños comienzan a entender que no son los únicos, que deben esperar y que no todo lo que desean se cumplirán ni ahora y tal vez nunca. Aparece entonces la frustración que se manifiesta con berrinche, lágrimas, enojo, pataletas o distanciamiento del grupo.

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Cuando un niño se frustra, es importante reconocer qué lo origina para ayudarle a entender, manejarlo y lograr su crecimiento, especialmente en la escuela.

1 Frustración por seguir indicaciones

Los niños pequeños pueden no entender o recordar más de tres instrucciones o inclusive el lenguaje y el vocabulario.

Si la maestra le dice al niño “recoge tus juguetes” (primera indicación), “llévalos a la mesa” (segunda instrucción), y “mételos en el balde que está ahí” (tercera instrucción, con una palabra desconocida y una referencia de lugar), puede ser demasiado para él y sentir frustración por no poder lograr lo que le piden o ver que otros lo hacen y reciben felicitaciones y elogios que él no, o inclusive recibe un regaño por desobediente o rebelde.

¿Puedes ver el problema? El niño requiere de ir un paso a la vez para luego poder correr. Hay que explicar, poco a poco y hacer las cosas con el niño para que pueda entenderlo, luego hacerlo con él hasta que sea capaz de hacerlo por sí mismo.

2 Frustración ante situaciones sociales

Hay niños que fácilmente interactúan con otros niños, y hasta con adultos, pero la gran mayoría suelen ser algo tímidos y no poder hacer amigos con facilidad. Las costumbres familiares y sociales de cada familia normalmente son las que influyen en el cómo los más pequeños se relacionen con otros.

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Si tu hijo no se relaciona o comienza a llorar cuando hay otros pequeños y salen peleando, recuerda que ellos no saben jugar en grupo, no han aprendido muchos de ellos a compartir, por lo que necesitan de nuestro apoyo.

La educadora sabe cómo hacerlo y tú puedes replicarlo en casa sentándote a jugar con ellos y mostrarles cómo compartir, esperar un turno y ser amables o pacientes.

3 Frustración por no poder autocontrolarse

Esto es, esperar turno, permitir que otro niño toque sus juguetes y no arrebatárselos o pegarle, no tomar lo que no es propio. Recuerda que el pequeño está aprendiendo a manejarse en un mundo más grande que su familia.

Una de las grandes maneras de enseñarle a esperar es no darle lo que pida inmediatamente, sino hasta que espere un poco, hacer prácticas de dejar algo sobre la mesa y no tocarlo hasta que nos den permiso.

Frustración en la etapa de la Primaria

Aquí los niños pueden ir desde los 6 hasta los 13 años y su desarrollo ya ha sido tal que tienen grandes conquistas, pero aún hay cosas que de repente les pueden generar mucha frustración, por ejemplo:

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La tarea

Ya es tarde, el alumno lleva un rato trabajando o recién inicia cuando de repente ¡suelta a llorar! O avienta todo, o  arranca las páginas del cuaderno.

Las tareas y deberes escolares pueden llegar a generar mucha ansiedad en niños cuando tienen temor a cometer errores, a repetir muchas veces algo, no comprenden las instrucciones o están cansados.

Observa de qué se trata y entonces pídele que haga una pausa, respire, vaya a tomar agua, descanse un tiempo determinado y luego nuevamente vuelva a la carga.

Si es un problema de comprensión, puede ser desde que no lee bien y no comprende las instrucciones o no supo escribirlas; si es el caso, hay que hablar con el docente y revisar procesos que el niño aún no tiene y por lo tanto no tiene las herramientas necesarias para enfrentar los retos que se le asignan.

Hacer cosas que se le asignan o mandan

En estos casos es hacer lo mismo que con los más pequeños: moldearles el cómo se hace, que lo vean, lo experimenten junto a nosotros y hasta entonces dejarles hacerlo solos luego asignarles esa tarea o responsabilidad para contribuir con la familia.

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Aquí, como en todo lo bueno y humano, el elogio sincero construye más que la crítica “constructiva”.

Reconoce los pequeños avances y progresos de tu hijo cuando logra controlarse un poco más, cuando hace lo correcto y sobre todo, cuando supera lo que él creía imposible.

Recuerda que estás formando el carácter fuerte o débil de un futuro padre de una futura mujer que enfrentarán grandes retos en la vida ¿cómo te gustaría verlos ante el desafío? ¿derrumbarse o salir adelante?

Está en tus manos darles un regalo de vida.

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.