Cómo encontrar la razón por la que Dios me puso en el mundo

La vida no es solo atender pendientes, encontrando tu llamado particular, puedes darle un sentido pleno y bello que te haga feliz. ¿Lo buscamos?

Marilú Ochoa Méndez

Como tú no hay nadie. Y no lo digo por decir. Dios te ha creado poniendo especial cuidado en tus rasgos interiores y exteriores. Para Él eres única/único y especial.

Al diseñarnos, a ti y a mí, nos pensó para ser felices en esta tierra, y en la otra.

La felicidad del Cielo está garantizada por la compañía gloriosa de la Trinidad, pero la felicidad del cielo no la tenemos tan sencilla.

A veces, nos dejamos encandilar

Algunos pensamos que la felicidad está en tener cosas materiales, que nos den tranquilidad. Otros, buscan estatus y posición social. Otros más, ser admirados y honrados.

Pero estos son espejismos, situaciones que nos encandilan, y nos impiden ver el camino para la verdadera felicidad.

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La búsqueda de la verdadera felicidad no es tan sencilla, porque requiere una conquista.

Y las conquistas cuestan trabajo

Hace más de 2.000 años los griegos ya hablaban de la importancia de la conquista de uno mismo.

En la Ética de Aristóteles (Estagira, 384-322), este sabio nos dice que “sólo hay felicidad donde hay virtud y esfuerzo serio, pues la vida no es un juego“.

Ahora, ¿en qué debemos esforzarnos?, ¿cómo conseguir la virtud?, ¿qué camino debemos seguir entonces para ser felices?

El camino hacia la felicidad es personal

Evitar el camino cómodo, interesarnos por los bienes más duraderos y fructíferos, es un buen inicio para conquistarnos a nosotros mismos, pero también es indispensable conocer nuestra vocación personal.

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La vocación personal, es el llamado particular que llevamos tatuado en el alma. Es la razón particular por la que Dios nos hizo nacer aquel día, en esa familia, en ese país, y en esas circunstancias.

Todo lo que has vivido, y todo lo que eres, te prepara para seguir ese llamado interior.

Es una voz única, que nos llama

Como la voz que escucha Elsa en la película de Disney Frozen II, tú y yo también sentimos una especie de gravedad, que nos jala hacia nuestro centro, una añoranza a fundirnos en algo valioso, algo eterno, algo fructífero.

No es sencillo ubicar con claridad ese camino concreto que nos llevará a hallar la plenitud, pero a continuación te coloco algunos pasos sugeridos por la religiosa chilena Hermana Glenda que te serán de gran utilidad:

1. Descubre lo que te apasiona

Un día, en el nido de una gallina cayó un huevo de águila. Cuando eclosionaron los pollitos, asumieron que ese gigante era su “hermano” también. Vivió comiendo lombrices muchos días, hasta que un buen día, escuchó el característico sonido de las imponentes águilas, y comprendió por qué se sentía tan fuera de lugar.

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Ese polluelo era un águila. Todo en esas aves majestuosas lo llamaba, y cuando se sintió identificado no pudo menos que lanzarse al vuelo, logrando encajar perfectamente con sus compañeros.

La religiosa nos sugiere buscar nuestros “momentos águila”. ¿Qué te llama?, ¿qué actividad te hace sentir fuego en el interior? Ese llamado que te descoloca, es la mejor pista para hallar tu camino particular.

2. Encuentra tu talento especial

Sin hacer ningún esfuerzo, tú tienes cualidades que destacan. Tal vez es tu voz, tal vez tu inteligencia. Puede ser tu capacidad de convencer, o tu sentido crítico.

Quienes están cerca de ti reconocen esas cualidades o talentos. Observa lo que te reflejan de tu riqueza interior aquellos que te aman: tu forma particular de vivir, de atender a quienes están contigo, tu “aroma” personal, esa forma solo tuya de actuar y relacionarte.

3. Encuentra tu misión

Con la claridad de aquello que te apasiona y tus cualidades, ahora puedes descalzarte y entrar en tu habitación (en tu corazón) y decirle a Jesús que deseas conocer tu misión en esta tierra.

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Recuerda que Dios sabe usar 5 panes y 2 peces y con ellos hace milagros.

No tengas miedo, Él te ama más y mejor de lo que nadie nunca te ha amado, así que tiene un camino pleno, satisfactorio y lleno de paz para ti. Lleno de la paz del alma, lo que no significa, exento de dificultades, sino con rumbo, con sentido.

4. Encuentra tu sustento

En el evangelio de Mateo, Dios nos dice: “No lleven oro ni plata ni cobre en el cinturón, ni bolsa para el camino, ni dos mudas de ropa, ni sandalias, ni bastón; porque el trabajador merece que se le dé su sustento.”. (Mt 10, 9-10).

Esto es lo más bello: dedicándonos a hacer lo que Dios nos pide, Él procurará que no nos falte nada.

Te comparto otro pasaje de la Biblia que nos da esa certeza: “Busca primero el reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se te dará por añadidura. Así que no te inquietes por el día de mañana, que el mañana traerá su inquietud. A cada día le bastan sus problemas” (Mt 6, 33-34)

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Dios no nos mira desde arriba, nos mira desde dentro, y también, desde los ojos de nuestros hermanos. Desde tu corazón, te habla y te guía. ¿Lo escuchas?, ¿lo sigues?, ¿descansas en Él? Él te espera, para hacerte feliz. ¡Vamos!

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Marilú Ochoa Méndez

Enamorada de la familia como espacio de crecimiento humano, maestra apasionada, orgullosa esposa, y madre de siete niños que alegran sus días. Ama leer, la buena música, y escribir, para compartir sus luchas y aprendizajes y crecer contigo.