Cómo expresar sanamente tu enojo

Aprende con estos sencillos pasos a construir y reforzar tus relaciones sanamente luego de un conflicto. No te arrepentirás.

Marilú Ochoa Méndez

¿Qué haces cuando la sangre te llega a la cabeza desde tu estómago, presa de un gran coraje? Hay personas que gritan, y derraman la bilis como lava ardiente, quemando todo a su paso.  Otras personas, guardan silencio, y acumulan resentimiento, a veces incluso odio o desánimo, cuando se molestan con otras.

Es difícil -al molestarnos- saber actuar de manera correcta, pues además, el enojo es incómodo y mal visto, especialmente en culturas latinas, en las que buscamos ser siempre amables unos con otros, y evitar el enfrentamiento, aunque nos lo traguemos.

Es difícil saber enojarse

Es difícil saber enojarse, es difícil que nuestro enojo sea saludable, y que busque construir, y no destruir.  En este texto, nos gustaría compartirte algunas pautas, para lograr expresarlo desde el amor, y no desde la ira.

La mejor defensa es el ataque“, reza un comercial de antrigripales, en el que podemos ver un pequeño menor de ocho años que mira a su madre inquisitivamente con una gran bolsa de frituras y un recipiente lleno de dulces.  Su madre lo mira con desaprobación y entonces él se dispone a hacer un berrinche épico, con gritos y pataleos.

Se ve venir un momento embarazoso para la madre, pero ero entonces, ella toma el papel protagónico, y grita más fuerte y mejor. Su pequeñito, desde el carro de las compras, la mira divertida, mientras ella patalea y se sacude.

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Cuando se levanta, su hijo mayor está tan desconcertado, que con solo una mirada de su madre, deja en el anaquel los productos que lo tentaban, y sigue a su mamá para continuar con las compras.

Este comercial me mata de la risa. Caricaturiza un momento que muchos padres hemos experimentado ante el desborde emocional de nuestros pequeños: los miramos expresándose, y nos preguntamos qué pasaría si nos uniéramos a su frustración.

Pero el desahogo destructivo no nos convence tanto

Como adultos, debemos hacernos responsables de nuestras emociones, y parte de ello, es elegir en nuestros actos, construir, conciliar, resolver, atender necesidades de manera pacífica y empática.

La psicóloga, cantautora y religiosa chilena, la Hermana Glenda, elaboró un video que no tiene desperdicio al respecto, y me pareció tan enriquecedor que decidí compartirlo contigo en este texto.  Al platicarte sus geniales sugerencias, te daré también algunos datos curiosos y explicaciones prácticas para que logres enojarte de manera productiva.

Tienes el derecho de manifestar tu enojo

Las emociones son una herramienta genial para navegar en el barco de las relaciones intrapersonales y sociales.  Son un termómetro que nos indican cómo desenvolvernos de manera saludable.  Procura siempre expresarlas.

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Jesús, en la Biblia, nos brinda muchos ejemplos de que Él, como perfecto Hombre, expresaba su enojo cuando era el  momento, buscando la corrección, la reflexión de los hombres.  Te recuerdo algunos episodios: cuando le dice a Pedro, que había escuchado que moriría cruelmente, y el apóstol pescador intenta disuadirlo, Cristo le dice: “Apártate de mí, Satanás” (Mt 16, 23).

También, aquel día que hizo una de sus curaciones en sábado, preguntó con enojo a los escribas y fariseos: “¿Es lícito en el día de reposo hacer bien o hacer mal, salvar una vida o matar?“(Mc 16, 1-6), y -sin dejarse amedrentar por las críticas que vendrían- hizo el milagro a un hombre, y le curó su mano seca.

En Jesucristo, aprendemos que enojarnos desde el amor implica construir, contrariamente al enojo que se convierte en ira, que arrasa, quema y destruye a su paso.  Vamos con los consejos de la religiosa Glenda:

1 No te enfades con la persona que actuó mal, sino con su acción

Las personas actuamos mal por error, por estar perdidos, por estar confundidos, y necesitamos amor, para recomponernos, para sentirnos mejor. Aprendamos a separar las malas o deficientes acciones de las personas, a quienes siempre debemos amar y respetar.

2 Enuncia la conducta que te ha herido o lastimado de manera objetiva y sin causar daño. Evita juzgar

Podemos aprender a separar la conducta de sus actores, nos ayudará mucho a ir caminando hacia una resolución sana de los conflictos.  Tratemos entonces de verbalizar aquello que nos ha molestado, afirmando lo que la acción ha provocado en nosotros: “tus llegadas tarde y tus distracciones, me hacen sentir que no soy importante para ti, pues no me dedicas tiempo“, por ejemplo.

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Ni a ti ni a mí nos toca meternos en la mente y el alma del otro.  Tú miras desde fuera, pero no conoces lo que existe en el corazón, mente y heridas de quien te ha ofendido. No nos corresponde juzgar, nunca.

3 ¿Qué le sugieres o pides a la persona que te ha dañado u ofendido? Sé concreto

Es valioso que propongas a la persona acciones para sanar la situación.  En esta situación, conviene sugerir concretamente el cambio que requieres de la persona: “por favor, avísame cuando llegarás tarde, así me sentiré considerada y sabré que te importo“, puede ser un ejemplo, o tal vez agendar un día en pareja que sea inamovible para ambos.

4 Evita humillar, herir, juzgar

La situación de duele, te hiere o te descoloca.  Bien. Pero recuerda, no nos es lícito hacer el mal a otros. Evita la tentación de “pagar con la misma moneda”.

5 Sé valiente, actúa antes de la explosión

Evitemos actuar cuando la situación se ha desbordado.  Si hay situaciones que nos alteren,  procuremos ir apagando las chispas antes de que inicien una hoguera.

Seguir estos sencillos y breves puntos, puede cambiar del cielo a la tierra la salud emocional de nuestra vida y nuestra familia.  Requiere atención y disposición, y a cambio, nos da serenidad y armonía.

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¿Aplicas ya en tu vida alguna de estas técnicas? ¡Cuéntanos!

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Marilú Ochoa Méndez

Enamorada de la familia como espacio de crecimiento humano, maestra apasionada, orgullosa esposa, y madre de siete niños que alegran sus días. Ama leer, la buena música, y escribir, para compartir sus luchas y aprendizajes y crecer contigo.