Cómo hablar de la muerte a niños pequeños

Uno de adulto medio ha aprendido a negociar con la muerte pero, ¿cómo explicarla a los niños pequeños? Aquí te digo cómo.

Oscar Pech

Déjame te cuento mi historia. Cuando mis dos hijos eran pequeños, vivíamos en un pueblito de no más de dos mil habitantes. A veces, del otro lado de las lomas, bajaba algún coyote y era un continuo ladrar de perros toda la noche y, si era un coyote hembra, peor: todos los perros querían conocer a “la nueva chica del pueblo”. Una noche, algún vecino desesperado, envenenó a todos los canes del poblado. Así que al otro día al abrir la puerta, me di cuenta de que tenía que enseñarle —sin haberme preparado para ello— a mis dos hijos acerca de la muerte. Esa es una de las ventajas de tener mascotas: que te sirven incluso para tener que enseñarle a tus hijos acerca de la muerte.

¿Cómo hablar acerca de la muerte a niños pequeños? Ahora, que soy un hombre mayor, creo que puedo compartirte mi experiencia en ese sentido:

1. Con sencillez

Cuando mis niños eran pequeños, traté de explicarles que Dios existía, que Él vivía en el centro del universo y que había creado mundos sin fin. Mi explicación fue un rotundo fracaso. Su mamá, con mucha sencillez, fue completamente sabia: les dijo que Dios es nuestro Padre, que vive en el Cielo, que nos ama y cuida de nosotros (punto final). Los adultos tendemos a hacer las cosas complicadas: si lo explicas sencillo, los niños lo entienden sencillo. La muerte es simplemente la separación del cuerpo y el espíritu: el cuerpo va a la tierra, el espíritu sigue viviendo en otra esfera.

2. Con naturalidad

Los niños no le tienen miedo a la muerte. Si tú tienes miedo, se los contagiarás. La muerte es parte de la vida y es un proceso natural. Si lo ves así, ellos también lo verán con naturalidad.

3. Ten cuidado de enseñar principios correctos

Por ejemplo, si tú les enseñas una doctrina falsa, como esa de que “se los lleva Dios”, haces que los niños vean a Dios como un ser incomprensible y egoísta. Ese concepto no está en la Biblia. Se habla (Eclesiastés 12:7) de que “volvemos a Dios”, pero no que Él nos necesita allá y por eso nos lleva. De hecho, más bien parece que simplemente cada uno de nosotros tiene un tiempo determinado para morir. Hace tiempo dijo un hombre sabio: “Tengo confianza en que hay un tiempo para morir. No soy un fatalista. Creo que muchas personas mueren ‘antes de su tiempo’ porque son descuidadas, abusan de sus cuerpos, se arriesgan demasiado o se exponen a los peligros, accidentes y enfermedad”. Nuevamente: todos tenemos nuestro propio tiempo de morir y Dios jamás “se lleva” a alguien antes de tiempo.

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4. Con una perspectiva eterna

Si lo ves desde una perspectiva eterna, la muerte, como dijo Pablo, “pierde su aguijón”: la vida no se origina al momento de nacer, ni termina al momento de morir. Si crees en la Resurrección de Cristo, la muerte se vuelve solo un paso: hay un antes indeterminado, y una eternidad después.

5. Si mientes, solo causarás dolor

Nunca le digas a un niño que quien ha muerto (sea su mascota o un familiar) “está dormido”, o que “fue a soñar con los ángeles”, o algo por el estilo. Esas mentiras solo causan confusión en la mente del niño. Nunca habrá algo mejor que la verdad simple y llana, como tú la entiendes: la persona está muerta, y confiamos en que en su momento va a resucitar.

6. Nunca trates de “ocultar” al difunto

A veces por pena, un falso sentido de la compasión o simple cobardía, no le decimos a los hijos, a los más ancianos de la familia, a quien está enfermo y delicado, que alguien ha muerto. Creo que esto es un error: es negarle la posibilidad de pasar su duelo junto al resto de la familia. Es romper los tiempos y, en ese sentido, es ser injusto con el doliente.

Nuevamente: la muerte es la separación del cuerpo y el espíritu. Sí, es una dolorosa despedida. Y sí, nadie está preparado por completo para enfrentarla. Pero también puede ser la gran liberadora, y su dolor siempre podrá ser mitigado por la gloriosa esperanza de la resurrección: la triunfal reunión del cuerpo y el espíritu, para no ser separados nunca más. ¿Deseas ahondar más en este tema?

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Oscar Pech

Oscar Pech ha dedicado su vida a la enseñanza, la lectura, la escritura y la capacitación en diferentes partes de la República mexicana. Es una persona profundamente comprometida con la familia y los valores morales.