Como madre, nunca quise admitir ninguno de estos secretos

Tan hermosa como desbordante, la maternidad nos invita a una reflexión que podría dejarnos en claro muchas más cosas de las que creemos.

Fernanda Gonzalez Casafús

Nadie dijo que sería fácil. Y muchos dicen por ahí que es el estado más lindo de la vida. La maternidad es un camino que se hace al andar. No hay recetas que valgan lo que representa la propia experiencia. Y luego de darte de narices contra el piso una y otra vez, te das cuenta que era cierto lo que te decían: la maternidad es un maravilloso e impredecible “caos”.

La etimología de la palabra “caos” nos lleva al término desorden. Para la filosofía griega, el caos era un abismo desordenado y oscuro. ¿Cuántas veces has sentido que tu maternidad se volvía un completo desorden? ¿Y cuántas otras veces has admitido que ser madre no era como te lo habían pintado?

Como mamá de dos, puedo decir que la maternidad llegó a mi vida para enriquecerla, honrarla y completarla. Aunque también debo admitir que muchas veces se convirtió en ese caos del cual los griegos hablan. Un abismo oscuro donde no siempre supe cuál decisión era la correcta; un desorden difícil de admitir, cuando pensé que nunca nada saldría de mi control.

Secretos que nunca quise admitir

Coincidirás conmigo en que los hijos vienen a llenarnos de preguntas y dudas, pero también a darnos respuestas y a mostrarnos una versión que no conocíamos de nosotras mismas. Puedo decir que la maternidad me hizo más empática, comprensiva y paciente, pero sobre todo, me enseñó a valorar el verdadero significado del amor, la familia y la vida misma.

Sin embargo, en aquellos momentos en que no todo es un cuento de hadas, como mamás tenemos aún la misión de mantenernos firmes y estoicas ante los retos cotidianos de la maternidad. Y entonces, comienzas lentamente a admitir algunos secretos que no siempre te animas a decir en voz alta, por miedo a esa reprimenda que la sociedad se empeña en sostener contra las madres que salen del molde de la perfección.

Advertisement

1 No siempre todo fluye como esperaba

Pensaba que esto de ser madre iba a ser algo más bien intuitivo. Si miles de mis antecesoras pudieron hacerlo bien, generación tras generación, no había motivo para pensar que algo podría llegar a ser tan difícil. 

Sin embargo, las cosas no siempre salen como las planeamos, y la maternidad es un reto constante. No siempre todo fluye, y en muchas ocasiones tienes que revisar el plan, pues el que tenías en mente no funciona. Respira, eres madre.

2 A veces, no tengo idea de qué estoy haciendo

Siempre digo que la maternidad es a prueba de ensayo y error. Las mujeres de tu familia te aconsejan, la vecina te asegura que su método es mejor, y el pediatra te da un sermón. Y ahí estás tú, tratando de entender cuál es el camino correcto.

Las madres aprendemos a la par de nuestros hijos, y muchas veces ellos son los que marcan el camino. Poner a tu bebé en la cama, o pasarlo a la cuna apenas cumpla los 3 meses, cuidar que tu hijo no trepe alto, o dejarlo que experimente al máximo. A veces no he sabido cuál era la mejor decisión, pero siempre me sirvió escuchar mi corazón.

3 A pesar de la ayuda y la compañía, me he sentido muy sola

Aún recuerdo cuando mis hijos eran muy pequeños y tenía a ambos en pañales. Mi marido salía a trabajar y el mundo se me venía abajo. A pesar de que contaba con apoyo y una tribu maravillosa, la sensación de soledad solía invadirme.

Advertisement

Estando sola con mis pequeños muchas horas al día, había momentos en los que… ¡deseaba tanto tener una conversación con alguien de más de 3 años!. No quería sonar egoísta, porque todos estaban allí para acompañarme, pero había momentos en que la soledad se hacía eterna.

6 Me he sentido culpable por desear tiempo a solas

Después de haber deseado con tanto ahínco la maternidad, aún hubo momentos en los que me sentí tremendamente culpable por desear un momento a solas. Después de un día entero de cambiar pañales, apilar cubos y cantar nanas, fantaseaba con una reunión de amigas o una salida en pareja sin los niños.

Sin embargo, también sentía algo de culpa por esa sensación. En increíble cómo las madres estamos perseguidas por esa sensación de culpa, que probablemente venga de esta sociedad patriarcal donde se nos exige a las féminas ser madres antes que mujeres.

7 No todos los momentos de ser mamá me encantaron

Ser mamá no es bello todo el tiempo. Y no es necesario que lo finjamos. Podemos decir que estamos cansadas, que tenemos miedo y dudas. Podemos también admitir que la maternidad tiene algunos momentos en los que hasta te replanteas haber sido madre.

Eso de ser una madre perfecta no existe. La presión de la sociedad es enorme, sí, pero lo es aún más cuando tú misma te presionas para encajar en un rol de perfección, de “la que todo lo puede y lo soluciona”. Admito que no todos los momentos de ser mamá me encantaron, pero sí amo ser mamá con todo lo que ello implica. Sí, no todo es color de rosas, pero eso es justamente lo que lo hace hermoso y desafiante.

Advertisement

Ser mamá es una elección cotidiana que tenemos, en la que demostramos cuánto podemos superarnos día a día y cuánto podemos crecer como personas. No desaprovechemos esta hermosa oportunidad, y admitamos que la maternidad es “hermosamente caótica”. ¡Enhorabuena! 

Toma un momento para compartir ...

Fernanda Gonzalez Casafús

Fernanda es Licenciada en Periodismo, especialista en Redacción Digital y Community Managment. Editora de contenidos y redactora en Familias.com. Nacida en Argentina y mamá de dos, ama los animales, la danza, la lectura y la vida en familia. Escribir sobre la familia y la maternidad se ha convertido en su pasión.