Cómo saber si tu hogar es un ambiente tóxico y cómo cambiarlo en 4 pasos

¿Y si mi familia no es para nada perfecta? Es más, ¿y si he cometido muchos errores y el ambiente en mi hogar no es cálido, más aún, es tóxico? ¿Es posible cambiar esta situación?

Marilú Ochoa Méndez

Berenice se levanta por la mañana después de haber pasado una noche terrible por su ya viejo dolor de espalda, y encuentra que sus hijos han manchado con plumón permanente su único pantalón blanco, el que usa con frecuencia debido a esta época de calor. Se apodera entonces de ella una rabia terrible, y grita, manotea, se enceguece. Le grita a su esposo, quien seguía dormido; le grita al bebé de tres años que esconde su cara en el sillón lleno de manchas de manitas activas, le grita a su hija de ocho años que lee un cuento sentada en el piso… Con un amargo sabor de boca y con el corazón y el cuerpo adoloridos luego se arregla para irse al trabajo; ha sido otra mañana de gritos, peleas y desencuentros.

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En el corazón de cada uno de los miembros de la familia de Berenice, y tal vez de muchas más familias, existe una tristeza profunda, que nos hace actuar deliberada y continuamente con ira, agresión y rencor. Es común que en el hogar existan desencuentros, pero en este artículo quiero referirme explícitamente al estado constante de tensión y agresión en los hogares, lo que me lleva a considerarlos bajo un ambiente tóxico.

¿Qué significa tener en casa un ambiente tóxico?

De acuerdo con el diccionario, se considera que algo es tóxico si produce un efecto dañino en los seres vivos que están expuestos a ello. La familia, cuna del hombre, en ocasiones es casi un nido de víboras donde es preciso cuidarse de la mordida letal, cuando debería ser el ansiado remanso de paz y descanso. Ahora, ¿qué hacer con este ambiente infortunado?

¿Qué origina el ambiente tóxico?

El estrés familiar es común, y puede en ocasiones sentirse más fuertemente por una crisis económica, la muerte de un ser querido, depresión por parte de alguno o ambos padres de familia, patrones de conducta dañinos como ira y agresividad, entre otros factores. Anota en una hoja las que consideras que son las causas que encienden la pólvora continuamente en tu hogar. Date una semana para irlas detectando y por las noches medita sobre ellas hasta que consideres que has encontrado la verdadera raíz del problema.

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¿Cuál es tu naturaleza?

Cuentan una anécdota de un maestro de Oriente, quien cierto día encontró que un alacrán se ahogaba. El hombre acercó la mano para sacarlo del agua, pero recibió la picadura del animal, que en su ansia por salvarse se defendía, atacaba y procuraba mantenerse con vida. El maestro, a pesar del dolor de la mordida, continuó realizando esfuerzos por salvarlo, hasta que lo consiguió. El alumno que lo observaba se encontraba desconcertado: “Maestro -dijo-, yo hubiera dejado de intentar al primer pinchazo”. El maestro le replicó, “El alacrán tira mordidas porque esa es su naturaleza, y la mía es indudablemente salvarle”.

Yo quisiera ser como el maestro, aunque me descubro frecuentemente actuando como el alacrán. Mi invitación es que pensemos en aquella persona que nos lastima en nuestra familia como otro alacrán, que se siente tan asustado o dolido que lanza picotazos a diestra y siniestra.

Si estuviéramos presentes mientras ocurre la escena ilustrada en la anécdota, veríamos que el alacrán no entendía lo que sucedía, solamente quería sobrevivir. Eso fue lo que el maestro vio, y eso es lo que te invito a que veamos tú y yo en las actitudes amargas que tenemos o recibimos en el hogar.

Ahora te sugiero cuatro pasos para cambiar esta situación:

1. Deja de “responder” con agresión

. Procura evitar reaccionar en forma negativa ante lo que sientes como una agresión. Y no alargues las peleas con tu actitud pasiva.

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2. Escucha con el corazón

. Procura durante un tiempo considerable solamente escuchar y percibir la necesidad de fondo de quienes reaccionan negativamente en tu hogar (y de ti misma), y trata de ignorar las palabras y actitudes; entrena tu corazón para que escuche la necesidad implícita en tu hijo, suegra, hermano o esposo y no su manera desagradable de hacerlas notar.

3. Haz lo que esté en ti para cambiar

Indudablemente, dejar de reaccionar con una actitud negativa traerá mucha paz a tu hogar, pero eso no hace que el problema desaparezca. Ya que has visto con el corazón el porqué de esta situación, dialoga. Trata de responder directamente a las inquietudes que se manifiestan en este ambiente negativo y propón soluciones.

4. Busca la paz

El orgullo es tu gran enemigo si quieres la paz en tu hogar, porque para saber amarse, es preciso perdonar (y mucho). Bien dicen que es mejor tener paz que tener la razón. Te sugiero procurar la serenidad de tu alma. El mejor remedio desde todos los tiempos para lograr esto es la oración. Solamente Dios podrá dar a tu corazón la serenidad necesaria para no responder al mal con mal, para guardar silencio cuando preferirías “defenderte” y “hacer justicia” y “evitar que te aplasten” (lo que, de algún modo, hizo el alacrán).

Lograr sanar un ambiente negativo es complicado y lleva tiempo, pero si caminas con constancia y serenidad seguro lograrás revertirlo y sembrar paz y amor en tu familia. Se va el tren, de modo que no esperes más y ¡empieza hoy!

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Marilú Ochoa Méndez

Enamorada de la familia como espacio de crecimiento humano, maestra apasionada, orgullosa esposa, y madre de siete niños que alegran sus días. Ama leer, la buena música, y escribir, para compartir sus luchas y aprendizajes y crecer contigo.