Compartir momentos junto a tu madre trae grandes beneficios para ambas

Los momentos vividos junto a ella se guardan en el corazón y se convierten en el combustible del alma.

Viviana Dominguez

No hay duda que pasar tiempo junto en familia, es una de las experiencias más gratificantes que tenemos en la vida. Mi familia era numerosa, y mientras los abuelos vivían, nunca faltaban excusas para juntarnos. Eran esas típicas reuniones familiares, que ahora se ven en algunas películas, ruidosas, llenas de risas y carcajadas, todos hablaban a la vez, niños corriendo por la casa, y mucha comida.

Así,  grabados quedan en nosotros  esos momentos compartidos, que al crecer se hacen tesoros emocionales. Durante la niñez en mi hogar, si bien pasamos momentos muy difíciles, mi madre se encargó de proveer tiempo de alegría,  empezando con un mes de anticipación con la Navidad, cocinando empanadas de dulce de leche para celebrar el día de la primavera, y los dichosos carnavales de agua en el día, y disfraz a la noche.

Pero en mí, hay un recuerdo muy especial. Era “nuestro momento juntas”; yo hacía de su peluquera, le ponía los ruleros, la tintura, y muchas veces dejaba que le hiciera cualquier peinado,  que ella lucía orgullosamente todo el día.

Alarga la vida de tu madre

Según un estudio realizado en el 2012 por los doctores, Carla M. Perissinotto, Irena Stijacic Cenzer,y Kenneth E. Covinsky,  entre 1600 personas de casi 71 años, “un 23 % de estas personas, quienes durante el estudio, no recibieron visitas y se sintieron  solas, fallecieron; en comparación a un  14% de  participantes que , si bien fallecieron, estuvieron contenidas y visitadas por un familiar. Esto evidencia la diferencia numérica de ambas situaciones.

Los datos arrojaron que la principal causa de fallecimiento entre el 23 % de los participantes es el sentimiento de soledad, que conlleva a la depresión, el dejarse estar y el deseo de no querer vivir más.

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El lazo entre madre e hija 

Un artículo publicado por Motherly, afirma que “el lazo entre madre e hija es tan fuerte, que permanece más tiempo que cualquier otra relación familiar”.

Hace dos años atrás, mi hija me sorprendió llevándome de viaje a ver el mar para mi cumpleaños número 50. Fue muy interesante viajar solas, y pasar todo el tiempo juntas charlando, riendo y volviendo a conectar.

Al principio me sentí algo rara, y creo que ella también; si bien siempre estamos  en contacto a través del teléfono, o cuando nos juntamos en familia, esta vez, era distinto. Me di cuenta que había pasado ya un largo tiempo desde que dejamos de convivir, y ella se había transformado en una mujer, con ideas claras  y que ya  se manejaba por la vida con seguridad . Ahora era ella quien me llevaba de la mano a conocer el mundo.

Ambas disfrutamos del viaje, tal es así que decidimos hacerlo una vez al año, no importa si era por muchos días o solo un fin de semana. El año pasado, como lo acordamos, realizamos nuevamente nuestra aventura. Esta vez, ya nos habíamos reencontrado, y solo nos dedicamos a disfrutar; al regresar le dije a mi hija “gané un año más de vida”.

Beneficios de realizar un viaje junto a tu madre

Volver a encontrarse

Así como nos  sucedió en el primer viaje, en el que realmente pensaba que conocía a mi hija, y ella a mi, la cantidad de horas en el vuelo, y luego en auto visitando lugares, nos permitieron conversar mucho, y reencontrarnos.  

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Recuerdo que le pregunte a ella si aún creía en Dios, qué pensaba de la vida, si era feliz. Me di cuenta de tantas cosas que no sabia de ella. Todas sus respuestas ayudaron a conocerla como la mujer que hoy es. A su vez ,ella volvió a verme cómo su madre, pero no desde la perspectiva de una niña, sino como una adulta, sin juicios y con mucho amor.

Descubres que madre e hija son buenas compañeras de viaje

A veces te olvidas lo bien que te entiendes con tus hijos. Una vez que se van del hogar, en excepciones, se vuelve a vivir juntos. En mi experiencia, había olvidado que ambas conocemos los códigos de convivencia; yo sabía cómo ella dormía, sus pesadillas nocturnas, ella sabía que a mi me encanta dormir más en la mañana. Estos entendimientos permitieron que ambas disfrutemos, respetando nuestras limitaciones y capacidades. 

Guardamos buenos recuerdos

Sin duda que hacer un viaje madre-hija, es saludable, alegra el espíritu, y refuerza lazos, pero lo más importante es que crea memorias en la vida de ambas, recuerdos que se podrán pasar de generación en generación.

Los buenos recuerdos edifican familias más unidas y felices, estableciendo un patrón de continuidad en las generaciones por venir.

Ambas cumplen sueños postergados

Nuestro primer viaje fue a las playas de California. Tengo una “necesidad” que me da de vez en cuando de ver el mar.  Lo había mencionado el día que nos reunimos para celebrar en familia mi cumpleaños, por lo que ella inmediatamente planeó el viaje y me sorprendió, permitiendo así cumplir con un deseo mío.

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El segundo viaje, fue para cumplir un sueño de ella. Así encontramos una forma de borrar una cosa más de la lista “cosas que deseamos hacer antes de morir”.

Oportunidad de conocer lugares

Hoy mi hijo menor me dijo que se iba a un lugar donde hay aguas termales. Sorprendida le pregunté, ¿Dónde queda eso?,  y contestó” a 30 minutos de casa” Jamás antes había escuchado de ese lugar y tampoco lo conozco.  No importa si el viaje que se planea es cerca o lejos,  ¡la verdad es que existen tantos lugares que no conocemos!. El objetivo es tratar de conocer, aprender de los diferentes lugares y disfrutar de la diversidad de costumbres, alimentos y personas.

Recupera el tiempo perdido. Si aún tienes la oportunidad de planear un viaje con tu madre, no solo estarás conociendo un nuevo lugar, sino que tendrás la oportunidad de fortalecer tus lazos con ella, mejorando su salud, y lo mejor de todo alargando sus días de vida.  

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Viviana Dominguez

Viviana es originaria de Argentina, madre y psicopedagoga. Disfruta de pasar tiempo con su familia, escribir, seguir cultivándose y reír.