Confía en tus sueños, incluso en la adversidad

"Cuando el mundo te dice que "no", tienes dos opciones: dar la vuelta y rendirte, o puedes confiar en tu poder". Este es el grito de batalla de Derrick Coleman, corredor de poder de los Halcones Marinos de Seattle, quien desde niño padece sordera.

Arturo Leonardo

En estos días, a propósito del Super Bowl, el juego máximo del futbol americano, seguro ya has escuchado a más de un conocido hablar de los puntos, de Manning y sus récords, etcétera. Pero, ¿cuántas personas te han contado sobre el lado humano de este deporte? No se trata sólo de músculos con pies, derribándose, también tienen “su corazoncito”, o en el caso del jugador de quien te voy a hablar, su corazonsote.

Hoy quiero platicarte sobre un sujeto llamado Derrick Coleman. De los jugadores de futbol americano no es el más grande y quizá tampoco el más rápido. Vaya, no es de mi familia y para guapos, sólo yo. Pero tiene una historia que si no te inspira, bien puede indicarte que en tu vida anterior tal vez fuiste una piedra.

Los límites los pones tú

“Cuando el mundo te dice que ‘no’, tienes dos opciones: dar la vuelta y rendirte, o puedes confiar en tu poder”. Este es el grito de batalla de Derrick Coleman, corredor de poder de los Halcones Marinos de Seattle quien desde niño padece sordera. Coleman pudo dedicarse a cualquier cosa que se “ajustara” a su condición, pero nunca dejó de escuchar lo que le dictaba su corazón. Así, no permitió que su sordera le impidiera cumplir su sueño: jugar un Super Tazón.

A sus escasos 3 años, Derrick perdió el sentido del oído, pero su madre nunca permitió que nadie hiciera menos a su hijo y, como una preparación para nunca rendirse, le enseñó a leer los labios. Además, juntó el dinero necesario para unos audífonos especiales, que son el día a día de Coleman.

La influencia de una madre

“Mi madre siempre me dice que me esfuerce extra todos los días. No importa si tengo audífonos o no, tuve que probarle a otra gente que yo era como ellos” declaró Coleman a un programa de Estados Unidos. Explicó que en una escala del 1 al 10, un ser humano normal escucha en 8-9, pero él en un día bueno tiene un 7 aunque casi siempre solo alcanza el 1 en su nivel auditivo. No, no te me pierdas, no saques calculadora: sabes lo que esto significa.

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Derrick corrió por su sueño y gracias a su talento para el estudio y el deporte logró ingresar a la prestigiosa Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), ahí perfeccionó su técnica para leer los labios y entender la mirada de sus compañeros. Así, sin usar lenguaje de sordomudos —aunque conoce lo básico— llegó a la NFL en el 2012.

Coleman se entendió inmediatamente con Russell Wilson, sabe qué señales manda al instante de verlo a los ojos, “nunca me verán brincando en fuera de lugar por entender mal una señal, y si pasa es porque estoy muy emocionado”: sabe leerlos con sus ojitos pispiretos, cual libro abierto.

Mientras sus compañeros cargan con playeras, protecciones y smartphones en los viajes, Derrick tiene que incluir las baterías de sus audífonos. Un dato interesante de cómo su equipo es uno con él, es que en el juego contra los Santos de Nueva Orleans se le acabó la carga de las baterías de sus audífonos, pero no hubo que perder la calma: los miembros de su equipo le llevaban de repuesto.

Tu parte como padre

El número 40 de los Halcones se ha convertido en una estrella del Internet gracias a un comercial que grabó para una marca de pilas. Derrick es un hombre que tiene una relación especial con la afición más ruidosa del deporte, porque afirma que al salir al campo, en lugar de escuchar, siente la emoción de los fans y eso lo motiva para continuar haciendo historia. Así que ya sabes: esta no es sólo la historia de una madre que supo impulsar a su hijo a nunca rendirse, sino que te toca también a ti. Permíteme hacerte una pregunta: ¿Qué podrías hacer tú para que tus hijos cumplan sus sueños?

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Arturo Leonardo

Comunicador fanático de sus hijos a quienes les relata día a día sus aventuras de música y deportes, gusta de leer lo que se cruce en su camino, piensa que el acto más revolucionario que puede existir es el de reír.