Conservar la inocencia de nuestros hijos, un reto urgente

¿Qué modelos están hoy frente a nuestros hijos? Pregúntales a tus hijos quién quieren ser de grandes, qué anhelan, con qué sueñan. Observa a qué personas admiran.

Marilú Ochoa Méndez

Los que saben, han dedicado a los niños una atención trascendente y puntual.  De su formación, de su conciencia y de sus anhelos, dependen las sociedades.

Hitler, se preocupó abiertamente de que los pequeños miraran esas caricaturas de los judíos ilustrados como ratas, con sus grandes bigotes y narices husmeando por ahí, ensuciando, conspirando y hurtando la dignidad, riquezas y oportunidades del pueblo alemán.  Tuvo tanto éxito en su tarea, que sus soldados eran imperturbables ante las peores atrocidades que “los judíos se merecían”, como habían aprendido en la escuela.

En los regímenes comunistas, se deslindaba a los padres de la educación de los hijos.  Se les separaba y se les entregaba al estado para su ‘educación’ que consistía en un vaciado insistente de los ideales que el gobierno consideraba oportunos.

En Esparta, la polis griega, las madres ‘dejaban’ ir a sus pequeños a los siete años para que fueran entrenados en el duro arte de la guerra y la supervivencia del más fuerte, y lograron tener guerreros temerarios, valientes y arrojados.

Hoy, muchos padres perdemos a nuestros hijos antes de que tengan y tengamos conciencia.  Existe un alarmante número de bebés que miran la pantalla más de lo prudente, los padres nos sentimos seguros de contar con esa “niñera digital” pensando que YouTube Kids, o la sesión de Netflix de niños los puede entretener y brindarnos espacios amplios y serenos de trabajo o descanso.

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La mente de sus hijos está invadida

El escritor español Fernando Corominas, en su libro Cómo educar a tus hijos, nos invita a “sentar” en la mente de nuestros hijos, desde su más tierna infancia, ideas magnas, ideales altos, conceptos bellos, personajes inspiradores y sanos. 

Él nos cuenta que tenemos el reto inmenso de educar a nuestros hijos para el futuro.  Inculcar en su mente, alma y corazón, conceptos enriquecedores y florecientes que les permitan crecer en gracia, virtud y armonía.

Para ello, es urgente “llegar primero” a sus cabezas y a su mundo interior.  Él nos sugiere imaginarnos un teatro, y pensar que la mente nuevecita de nuestros pequeños tiene ya muchos asientos listos, que con las ideas que se “sienten” ahí, él interpretará la vida y el mundo que le rodea.

Si tú y yo invitamos a sentarse primero las ideas saludables como el orden, la fe, la salud mental, la salud física, los valores sociales, por ejemplo, cuando lleguen las ideas insanas, se quedarán de pie, y eventualmente tendrán que irse.

Hay ideas que llegan sin que tú quieras

El problema surge cuando se nos olvida que nuestros hijos todo lo ven y todo lo absorben.  Un ejemplo, es lo comúnmente socializado que está, gracias a series y películas televisivas: lo terrible que son los partos, las relaciones sexuales apenas al conocerse que garantizan una vida de pareja armónica y prolongada, que las mujeres son “mamis” y que a ellas les gusta que les digan que “están ricas”, que “ser sexy” es importantísimo para conseguir pareja.

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Si antes de que esas ideas se instalen en nuestros pequeños procuramos acercarlos a una visión más centrada, serena, verdadera e inspiradora de la vida, del amor, de la prosperidad, de las relaciones entre los sexos, ¡ganaríamos tanto! Especialmente los niños.

¿Quién gana con lo que hoy está “de moda”?

A quién le interesará hoy que tus hijos estén pegados a un aparato, con un acceso involuntario y casi agresivo a contenido para adultos, a programas no aptos para niños, a modelos de familia que no compartes necesariamente, queriendo inculcarlos de manera imperativa?

¿A quién le interesa que nuestros hijos sean grandes consumidores?, ¿a quién que tengan un pensamiento único? A ti y a mí, no.

Nos interesa que busquen lo bueno. Nos interesa que sean auténticos, que vivan de acuerdo con su fe y principios, aunque sea difícil. Nos interese que tengan ideales y miras altas que impliquen un autodominio, magnanimidad.

Los niños imitan lo que admiran

 ¿Qué modelos están hoy frente a nuestros hijos? Pregúntales a tus hijos como quién quieren ser de grandes, qué anhelan, con qué sueñan. Observa a qué personas admiran. ¿Artistas?, ¿influencers? ¿gamers? ¿Hemos tenido cuidado de presentarles modelos que inspiren a vivir una vida feliz, auténtica, lejos de la pegajosa influencia de la sensualidad, la pereza, la simplonería, la banalidad?

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En sus tiernas mentes existe una sed de lo eterno, de lo bueno, lo bello y lo verdadero. ¿La estamos saciando? ¿estamos dejando que se llene de fango su anhelo de plenitud?

Proteger su inocencia es un reto urgente

Un padre de familia preparó brownies para sus hijos. Ellos bajaron corriendo cuando el padre les avisó que la cena estaba lista. ¡Olía delicioso! Antes de partir el que se antojaba como un suculento manjar, recibieron una advertencia: papá había usado un poco de la popó del perro del jardín en la preparación. ¡Pero no importa!, decía él con fingida seriedad. “Tal vez en tu pedazo no te toque nada!”, decía.

Sus niños, con terror, y un tremendo asco, no quisieron probar ese alimento engañoso: que olía maravillosamente, pero estaba sucio y contaminado.

Si compartes con tus pequeños el gran reto que tenemos de mirar el contenido, y no dejarnos ir solamente por las imágenes atractivas, los contenidos de moda, estoy segura que ellos te ayudarán a luchar por su inocencia, pero primero tú y yo tenemos que despertar.

No se vale que porque “todos lo hacen”, “estoy muy ocupado”, “necesito tiempo”, permitamos que se vuelquen en sus conciencias intenciones, formación y mensajes dañinos hacia su puro corazón.

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Sólo nos tienen a ti y a mi, levantémonos, inspirémoslos. ¡Son tan bellos así, inocentes, inteligentes, suspicaces, críticos, bromistas! Ayudémosles a no embrutecer su conciencia con tanto contenido superficial. Es una tarea de atención, de resistencia y de lucha contra la cultura comercial y boba de muchos entornos, pero merece nuestra atención y nuestra acción. ¡Adelante!

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Marilú Ochoa Méndez

Enamorada de la familia como espacio de crecimiento humano, maestra apasionada, orgullosa esposa, y madre de siete niños que alegran sus días. Ama leer, la buena música, y escribir, para compartir sus luchas y aprendizajes y crecer contigo.