Criar hijos fuertes es necesario para que haya adultos estables y felices

Los adultos estables y fuertes tuvieron una crianza basada en la sabiduría, el respeto y la motivación.

Erika Patricia Otero

Cuando alguien plantea la idea de fortaleza, nos imaginamos una suerte de “superhéroes irrompibles”; nada más lejano a la realidad.

La “fuerza” no es un estado físico; es un estado mental y emocional. Una persona puede ser físicamente fuerte, pero débil mental y emocionalmente; esto a la larga podría hundirle en el peor de los abismos.

Podemos fortalecer nuestra salud mental y emocional siendo adultos a través de la terapia psicológica. También se logra aprendiendo de las experiencias de la vida; sin embargo, los padres pueden hacerle el camino más fácil a sus hijos si los crían de la manera adecuada.

En un principio puede parecer un reto, pero en realidad se necesita una buena dosis de paciencia y determinación.

¿Qué se considera fortaleza mental y emocional?

La fortaleza emocional y mental hace que la persona sea responsable, autocontrolada, tolerante ante la frustración, resiliente y disciplinado.

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El niño al ser criado para que sea “fuerte”, aprenderá a relacionarse con sus iguales de manera amable y justa. Se esforzará por lograr sus metas mientras ayuda a los demás.

En la adultez, estas cualidades ayudan a las personas a desempeñarse de manera eficiente en todos los ambientes que se desenvuelva. Los incentiva a ser líderes y servidores gentiles, pero inteligentes.

Lograr criar hijos con estas características puede parecer complicado, pero no lo es. Requiere que seas un padre o madre dedicado y paciente; si decides hacerlo, los resultados serán tu orgullo.

¿Cómo criar hijos fuertes mental y emocionalmente?

Esto es lo que debes enseñar:

1 Deben aprender a tener límites

El primer paso es enseñarles lo que es un límite. Debes explicarle que hay cosas que se pueden hacer y otras que no.

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El niño debe saber que existen reglas y normas. Que si no desea tener problemas, es bueno que se mantenga dentro de esas limitaciones. Además, el niño debe aprender que toda acción tiene consecuencias, buenas o malas, depende de lo que haga.

¿Cómo aprenderá esto? Bueno, le hablarás claramente explicándole que de no cumplir las reglas (hacer la cama, recoger sus juguetes, hacer la tarea), habrán consecuencias como no ver la tele o no salir a jugar con sus amigos.

De igual manera, puedes otorgarle recompensas cuando se porte bien. Elogiarlo por sus logros y mostrarte feliz por él. Así enseñas las consecuencias negativas y positivas de sus elecciones.

2 Necesitan sentirse apoyados cuando hacen las cosas bien

A todos nos gusta sentirnos elogiados por nuestros logros, seamos adultos o niños. Los adultos podemos entender que pocas veces vamos a ser elogiados al resolver un problema, pero los niños no.

Un niño, sí o sí debe sentir que sus logros son vistos y valorados. Decirles que fueron muy hábiles al resolver un problema de la manera justa es muy reconfortante para los niños; además, los impulsa a perseverar en la resolución efectiva de problemas.

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3 Necesitan seguir tu ejemplo

Es la regla de oro de la crianza: ser un buen ejemplo para los hijos.

Los niños imitarán lo que hagas, bueno o malo. Si dices malas palabras, que no te sorprenda escuchar a tus hijos repetirlas. De igual manera, si te ven prestando ayuda o servicio a un vecino, querrán hacerlo.

Haz que seguir tu ejemplo sea un arma eficaz para enseñarle a tus hijos lo que deseas que aprendan.

4 Permíteles asumir riesgos

Hay muchos padres sobreprotectores. Tanto que les impide a sus hijos vivir, aprender y experimentar.

Se entiende que no desean que sus hijos sufran o se frustren, pero ¿Cómo van a aprender las lecciones importantes de la vida si no se caen y se lastiman?

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Los niños aprender a resolver problemas, cuando se enfrentan a estos. De igual manera aprenden a asimilar la frustración. Si no se le permite a un niño aprender por sí mismo, será una persona dependiente y poco capaz.

Los niños no necesitan ser protegidos; requieren sentirse apoyados y consolados. De la misma manera que guiados y motivados a seguir sus metas.

Cuando un padre hace esto por su hijo, le da las herramientas para ser independiente y fuerte ante los problemas de la vida.

5 Buena comunicación

Se resume en ser claro y conciso al momento de hablar con tu hijo. Es cuestión de saber hablarle al niño según su edad. Pretender tratarlo como a un adulto solo hará que se confunda. Esto también hará que haga todo lo contrario a lo que buscas que haga.

También necesitas aprender a escuchar activamente lo que tu hijo tiene para decirte. Un error muy común de muchos padres es creer que los niños solo deben escuchar y obedecer; no es así. Los niños tienen mucho que opinar sobre sus vidas, sobre sus gustos.

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A veces, trasmiten bastantes mensajes con su comportamiento. Sus miradas y gestos están colmados de mensajes que desean que sepas; debes saber “leerlos” para comprender la complejidad con la que tus niños ven su mundo.

6 Debes aprender a reconocer tus fallas

A muchos padres les cuesta mucho admitir ante sus hijos que se han equivocado. De la misma manera que les cuesta pedirle perdón a sus hijos.

Cuando haces esto, tu hijo aprenderá humildad y tu buen ejemplo. Sabrá que es correcto admitir las fallas; además, le mostrará a tu hijo que eres consiente de tus actos y no por esto eres un mal padre.

7 Eres su padre, no un amigo

Que exista confianza y camaradería entre padres e hijos, no es lo mismo que perder el respeto de los niños. Los hijos deben saber que aunque su papá juegue y haga bromas como un amigo, sigue siendo su padre. Así lo señala el estudio de Concepción Naval-Durán.

Los hijos deben aprender a reconocer que eres una suerte de líder y guía en su vida; por lo tanto, al saber más de la vida y ser su padre, el trato debe ser respetuoso.

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Un niño es criado por padres que más que autoridades son guías, tiene asegurada una vida adulta más agradable y estable. Este mismo niño sabrá respetar y hacerse respetar; además, de ganarse un lugar en el mundo adulto que le impulsará a lograr sus metas.

 

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Erika Patricia Otero

Psicóloga con experiencia en trabajo con comunidades, niños y adolescentes en riesgo.