Cuando perdemos a alguien que amamos, cambiamos para siempre

La perdida de alguien que amamos demasiado puede cambiar nuestra manera de ser y de pensar. Aquí te comparto algunas situaciones y experiencias.

Adriana Acosta Bujan

Al cerrar los ojos aún puedo recordar su rostro angelical, sus manos suaves y sus tiernos abrazos. Nunca me pasó por la mente que algún día iba a partir de este mundo, porque para mí ella era invencible e indestructible. Sin embargo, la muerte llegó. Con apenas 33 años de edad, mi madre partió al mundo espiritual, dejando solo su bendición para su amada familia.  

He de confesar que todavía mi corazón se encuentra herido a pesar de que yo era una adolescente en aquel entonces, pues no es sencillo enfrentar el dolor de la muerte, sobre todo cuando se trata de una madre.

Así pasaron los años, hasta que nuevamente llegó el momento de que mi padre se reencontrara con su esposa amada, él falleció hace cinco años.

La pérdida de mis padres ha sido la lección más dolorosa y dura que he experimentado, a pesar de que aprendí a vivir sin ellos, nunca volví a ser la misma persona; puesto que el dolor transformó mi manera de ser y de pensar para siempre.

Tal vez mi historia de vida te sea familiar, ya que todos estamos expuestos a perder a un ser querido, como puede ser un hijo, un esposo, a los padres, a los familiares cercanos o amigos. La realidad es que nadie está preparado para enfrentar la muerte de alguien que amamos, ya que el dolor perdura para toda la vida, queramos o no.

Advertisement

Qué cosas pueden cambiar en uno cuando perdemos a un ser querido

Lamentablemente las personas que nos quedamos en este mundo terrenal sufriendo por la pérdida de un ser querido, cambiamos, no sé si para bien o para mal, pero lo hacemos. Aquí te comparto algunas situaciones:

1. Somos más espirituales

¡Claro! Cuando un ser querido muere, es lógico sentirse enojado, frustrado y resentido, creyendo que la vida no es justa y tal vez exijamos explicaciones y respuestas a Dios nuestro señor.

Sin embargo, con el pasar del tiempo esos sentimientos se transforman, porque estamos obligados a aceptar la realidad (sin tener opciones), pues lo que más deseamos creer es que ellos se encuentran en un mejor lugar, cuidándonos desde el cielo.

Es por esa razón que nos volvemos más espirituales, retomando la fe, la esperanza, y creyendo en la palabra de Dios, todo lo hacemos para comunicarnos con nuestros seres queridos a través de la oración. Pues dice la palabra “El Señor está cercano a los quebrantados de corazón y salva a los contritos de espíritu”. Salmo 34: 18.

2. Poco empáticos

Como ya algunas personas han experimentado el dolor que causa la muerte de un ser querido, en ocasiones se vuelven apáticas, es decir, ya no sienten empatía con aquellas personas que están pasando por la misma situación.

Advertisement

Tal vez, si lleguen a sentir compasión por ellas y muestren respeto por su pérdida, pero algo cambia en su corazón y forma de pensar, pues saber de la muerte de alguien ajeno (que no es cercano) ya no es tan sorprendente y doloroso, simplemente porque lo han experimentado en carne propia con sus seres queridos.

3. Evitan asistir a los velorios, cremaciones o entierros

Algunas veces es inevitable dejar de asistir a eventos como estos, pues muchas veces el compromiso de estar presentes y apoyar a los amigos cercanos ante la pérdida de un ser querido, obliga a las personas a asistir.

Sin embargo, cuando se puede evadir ese compromiso, las personas que han experimentado la muerte de un ser querido, dejan de ir y encuentran otras maneras diferentes para demostrar su apoyo. Tal vez, lo hacen con una llamada oportuna, un mensaje de texto o visitan a las personas afectadas después del entierro.

4. Valorar la vida familiar ajena

Las personas que han experimentado la muerte de un ser querido, por alguna razón cambian su manera de ser y de pensar, porque aprenden a valorar la vida de otros y en ocasiones se muestran como los defensores de las injusticias.

Por ejemplo, si mi madre falleció y me percato que una amiga está teniendo problemas con su madre, entonces tratamos de hacerle entender de la una gran bendición que tiene por tener a su madre con vida.

Advertisement

5. Sin miedo a la muerte

La muerte puede asustar a cualquiera excepto a aquellas personas que tienen a un ser querido en el cielo junto a Dios, pues el concepto de muerte ya no se percibe como algo malo o trágico, al contrario, es reconfortante creer que alguien que amaste demasiado te está esperando en algún lugar.

¡Claro! Las personas ya no temen morir, pero eso no quiere decir que no quieran vivir, pues aún tienen una misión de vida y un legado que dejar.

La muerte de un ser querido puede cambiarnos, tal vez nos volvemos más fríos, egoístas o justicieros, pero sobre todo nos convertimos en personas más espirituales porque creemos que existe un mundo en el cielo donde se encuentran nuestros seres queridos esperándonos para reencontrarnos algún día.

Toma un momento para compartir ...

Adriana Acosta Bujan

Adriana Acosta estudió comunicación, es madre y abuela, y actualmente se dedica a la enseñanza e investigación a nivel universitario en Puerto Vallarta. Publica sus escritos esperando que ayuden a las personas que leen sus útiles vivencias.