Decir adiós a la familia por tu propia salud mental, 5 razones para poner tierra de por medio

Decir adiós a quienes amamos porque la convivencia simplemente ya no puede ser posible es un gran reto que a la larga no sólo sana heridas, también fortalece la estructura familiar y la acrecienta.

Emma E. Sánchez

La vida misma, la sociedad y el movimiento del mundo han ido separando a las familias físicamente y eso se puede superar siempre, pero hay otras razones por las que la familia se separa o incluso debe separarse por el bien de todos.

¿Cuáles son esas razones? ¿Existen formas de evitarlas o necesariamente hay que decir adiós? La intención de poner por escrito algunas de estas razones es que te puedan ayudar a evitar un rompimiento doloroso o que afecte a todo el núcleo familiar o, en su caso, a entender que la separación puede venir a aliviar una relación que estaba destinada a acabarse en definitiva.

Llegar a las manos

Padres, hermanos, cuñados o cualquier otro familiar consanguíneo o político, simplemente no puede violentarte a ti o a tu esposo e hijos. Si se llega una vez a los golpes, el abuso o cualquier otra agresión, será mucho más fácil ir a una segunda y entonces lamentarlo de por vida.

Muchas situaciones de este tipo simplemente no deberían suceder, pero suceden y lo más triste es que se consienten y no se denuncian por tratarse de la familia, obviamente, abriendo así la puerta para que continúe esta escalada de violencia e impunidad.

Es en estos casos donde, de manera inteligente, tienes que tomar tus cosas y salir lo más pronto posible de ahí.

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Invasión de la privacidad

Muchos matrimonios jóvenes aprenden la lección de la manera más difícil. Ya sea por ahorrarse un dinero, por enfermedad o cualquier otra razón -que incluye la manipulación-, familias enteras se quedan viviendo, se instalan o regresan a la casa de los padres y conviven con muchos otros familiares y el hacinamiento y las discordias son las constantes.

La invasión a la privacidad es una conducta aparentemente sencilla, sin consecuencias serias y que con hablar se puede solucionar, tratándose de la familia, pero también puede ser la raíz de problemas serios, graves o incluso delitos.

Marca tus límites siempre y echa mano de la prudencia para saber cuándo hay que retirarse.

Cada quien su espacio

Las frases, “Los casados casa quieren” y “De los parientes y el sol, entre más lejos mejor”, están cargadas de sabiduría popular. No importa si vives en un lugar muy modesto o con escasez, siempre será preferible a pelear en una prisión de oro.

Tal vez tú o tu esposo tengan cierto temor de dejar a los padres que están viejos o enfermos, son muy apegados a la familia extendida o tristemente, ambicionan una herencia. Cualquiera que sea el caso y la razón, piénsalo dos o tres veces, y busca otras opciones que no pongan en juego tu felicidad y la de tu nueva familia.

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Tener tu propio espacio te hará en verdad feliz, ya lo descubrirás.

El respeto al derecho ajeno…

…es la paz. Este es el valor del que mucho hablamos y que poco vivimos. Estés o no casada, tengas o no hijos, tu familia debe aprender a respetarte. Decía mi padre que -así una cortina los separe- una persona requiere su propio espacio, tener objetos propios, su intimidad y sobre todo: ser respetada por encima de todas las cosas.

Cuando en una familia el respeto no existe, sólo se pueden vaticinar desgracias.

Si estás dudando entre irte de casa, poner la propia -que no es fácil, es cierto- o quedarte y aprender a sufrir de manera crónica, por favor, piénsalo muy bien. Yo únicamente te digo: date la oportunidad de disfrutar la libertad y la paz, y ya luego me cuentas.

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.