¡Deja de mandar a tus hijos regañados y llorando a la escuela, por favor!

La falta de concentración, la apatía y el bajo desempeño escolar están directamente relacionados con el ambiente en el hogar. No regañes o grites a tus niños justo antes de mandarlos a la escuela.

Emma E. Sánchez

Te despertaste tarde o justo a tiempo. Corres y la casa está tirada, nada en su sitio, regañas; los niños no encuentran los uniformes, gritas, los libros están regados por doquier. No hay tiempo para desayunar, en el camino les compras algo para que coman, lo tiran en el carro y ¡te enciendes! Les das dinero, llegan a la escuela justo a tiempo y cuando crees que lo lograste, uno de tus hijos te dice que olvidó la tarea, ¡tú, revientas! Les pones tremenda regañada, los niños lloran y los mandas a la escuela regañados, en ayunas y con el corazón confundido. Te vas al trabajo o a atender todas las cosas que dejaste pendientes y te olvidas por un rato de tus niños.

Ahora, déjame te cuento el resto de la historia: tu niño entra al salón llorando, limpiándose las lágrimas y los amigos le preguntan por qué llora, no dice nada y todos tratan de entender. Hay niños que se dejan consolar por los amigos, hay otros que, al contrario, desquitan su ira y su resentimiento lastimando a otros y un tercer grupo que simplemente piensa que cualquiera tiene derecho a violentarlo y abusar de él.

Su mente está en todo lugar menos en clase. Su ánimo decae, no canta y le toma tiempo recuperar el ritmo de la clase. Al terminar el día le dice a su maestra que no quiere ir a casa porque hizo algo malo y lo vas a regañar; a ella, eso le parte el corazón.

Ahora, ¿me permites hacerte algunas sugerencias para evitar todo esto?

1. Prepara las cosas una noche antes

Cuando los niños están en la educación básica es en gran porcentaje nuestra responsabilidad que las cosas salgan bien. Nosotros somos los adultos responsables y por lo tanto debemos cumplir con nuestra función. Esto no quiere decir que tú debas hacer sola todo, implica que le indiques al niño lo que va a hacer, cómo se hace, le permitas hacerlo, luego supervises que haya cumplido con la asignación y le reconozcas su esfuerzo y buen trabajo. Repartir responsabilidades ayuda a todos.

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2. Levántate un poquito más temprano y evita correr

Al principio es un poco difícil pero con que te levantes diez minutos antes, podrás evitar salir corriendo. Despierta con calma y de la misma manera levanta a los niños. La tranquilidad genera paz y no tener la presión del tiempo evita que perdamos la paciencia y nos desesperemos con los hijos.

3. Establece rutinas para hacer la tarea, bañarse y preparar la mochila

Hacer la tarea debe ser una rutina que no debe fallar la tarde anterior, lo mismo que preparar los uniformes. Nadie puede irse a dormir si la tarea no está hecha, los uniformes completos colgados, los zapatos limpios, la mochila completa y lo que se va a desayunar en el refrigerador, listo para cocinarse o solo calentarse. Con la ayuda de los niños organiza el almuerzo que llevarán a la escuela y busca involucrarlos todo lo posible. Antes de salir dediquen unos breves minutos a decir una oración juntos, a despedirse con un beso y un abrazo de los que se quedan en casa y váyanse contentos.

4. Al salir de casa platica, canta y deséales cosas buenas

Si van en carro, no pongas películas o les des la tableta para que cada quien se entretenga, es mejor cantar o simplemente ir tranquilos. Si de repente se dan cuenta que olvidaron o que falta algo, piensa: ¿podemos regresar y aun así llegar a tiempo sin acelerar la velocidad? Si no es de esta manera, debes dejar ir lo que se olvidó y ayudarle a entender a tus niños que asumirán juntos las consecuencias del descuido.

Finalmente, no llames por teléfono o mandes un recado a la maestra para decir una mentira intentando proteger a tu hijo, es más fácil decir la verdad y tratar de solucionar el problema. Si hay algún problema en casa o algo está sucediendo en la vida del niño que lo altere, ve a la escuela y trabajen juntos en beneficio de tu hijo. Si padres y maestros unimos fuerzas, nuestros pequeños saldrán adelante, aprovecharán el ciclo escolar y, entonces, estaremos formando niños seguros y felices. Ahora, si tu hijo llora al entrar en la escuela, acaso el problema sea otro. Si es así, te invito a releer estos dos artículos:

Relee: Mi hijo llora cada vez que lo llevo a la escuela. ¿Qué puedo hacer?

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O puedes releer: ¿Qué hago? Mi hijo no deja de llorar en la escuela

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Emma E. Sánchez

Pedagoga y Terapista familiar y de pareja. Casada y madre de tres hijas adultas. Enamorada de la Educación y la Literatura. Escribir sobre los temas familiares para ayudar a otros es mi mejor experiencia de vida.