Detrás de toda experiencia mala, hay algo bueno

Ver lo mejor aún en lo malo, es como sacar boleto de primera fila en el torneo de las mujeres valientes y llenas de esperanza.

Marta Martínez Aguirre

Si algo me agrada de los niños es esa capacidad de ver lo bello aún en las peores circunstancias. Si se les rompen las ruedas de un autito, igual siguen jugando; si pierden la pierna de un soldado, no lo dejan fuera de la batalla. Sin embargo de adultos parecemos sumirnos en un mar profundo de desesperación si algo malo nos sucede. Es normal que cuando sucede algo inesperado nos cueste entender el sentido de ese acontecimiento, sin embargo no es normal aferrarse a la desesperación.

Antes de analizar lo sucedido, busca la paz

Si te sumerges en la desesperanza, es muy difícil ver algo bueno en lo sucedido. Quizá te sientas confundida, tu mente se cierra y no puedes comprender qué es lo que ha fallado, y no logras encontrar la manera asertiva de responder ante ello. Pero antes de empezar a hacer una lista de lo que te pasó y tratar de analizar, busca con afán la paz. De nada sirve repasar y rememorar lo sucedido, sólo te generará sentimientos negativos. Permítete experimentar el dolor, y la tristeza por lo sucedido, luego deja que sane tu interior y paulatinamente vendrá la paz. La paz llega cuando perdonas, buscas a Dios y deja que sólo reine en tu mente deseos de hacer lo bueno.

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Busca la enseñanza escondida

Antes de empezar a preguntarte por qué te pasó eso, pregúntate para qué te sucedió. Seguramente necesitas aprender algo de lo sucedido, por más doloroso que sea. Si buscas a Dios en oración, podrás encontrar las respuestas. Una forma sencilla es anotar las impresiones que te vienen a la mente cuando te preguntas ¿qué estoy aprendiendo? y utiliza esas enseñanzas para encontrar lo mejor de lo peor que has vivido. Pasaste por una desilusión amorosa, quizá era tiempo de aprender a comunicarte mejor con tu pareja; perdiste una amistad por un malentendido, la enseñanza puede encerrarse dentro de la necesidad de aprender a no hacer juicios.

El arcoíris en el cielo

Ya lo dice el viejo refrán “siempre que llovió, paró”. Y cuando la lluvia y la tormenta cesan, sale el sol y puedes en ocasiones ver el arcoíris. Mirar con ojos de esperanza es una actitud sana y acertada que te permitirá no sólo encontrar la paz, sino también sentir gozo. Yo soy una convencida de que las dificultades son la sala de espera de Dios. En ellas aprendemos a depender de Él y a confiar. Son tiempos de lo instantáneo y lo inmediato, no te gusta esperar, a mí tampoco, pero cuando lo hago, en vez de tamborilear con los dedos y atarme el reloj a los ojos, confío y me enfoco en avanzar.

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No busques culpables

No comiences a buscar culpables y tirar responsabilidades por todos lados, como serpentinas. Los culpables, si los hay, seguirán con su vida, mientras tú te quedas refunfuñando todo el día y mascando rabia. Tampoco ayuda ponerse a encontrar evidencias, o explicaciones lógicas, nada de lo sucedido se puede cambiar, pero sí puedes buscar soluciones, hacerte cargo de lo que te toca y comenzar a vivir de un modo distinto.

Deja atrás el dolor y cierra puertas

Quedarte rumiando tu dolor, y abrazarte a la queja, no hará otra cosa que aumentar la herida. Cierra esa puerta y abre una nueva. Saca lo mejor de esa experiencia dolorosa y atrévete a agradecer por ese aprendizaje. Aun cuando no entiendas todo lo que has vivido, puedes elegir aprender algo nuevo y ponerlo en práctica para no cometer los mismos errores. Libérate de las cargas del rencor, y sigue adelante hacia la plenitud. Ver lo mejor aún en lo malo, es sacar boleto en primera fila en el torneo de las mujeres valientes y llenas de esperanza.

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Marta Martínez Aguirre

Marta Martínez es de Uruguay. Posee una licenciatura en Psicología, y un posgrado en Logoterapia. Ama todo lo que hace y adora servir. Es especialista en atención psicológica domiciliaria. Contacto: